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Fallece Fortunato Saiz de la Iglesia, maestro de capilla de la Catedral

Fue el fundador del Coro del Conservatorio de Música en 1980, recuperando el canto del Miserere en Semana Santa, y como párroco de La Melgosa le tocó vivir la tragedia del tren en el túnel de Los Palancares
Fallece Fortunato Saiz de la Iglesia, maestro de capilla de la Catedral
Foto: Josevi
20/10/2023 - José Vicente Ávila

La ciudad de Cuenca despide a Fortunato Saiz de la Iglesia, maestro de capilla de la Catedral y canónigo emérito, además de haber sido el fundador del Coro del Conservatorio Provincial de Música en 1980. Fortunato Saiz nació en Sotos el 3 de marzo de 1933, con lo que contaba 90 años de edad. Tras sus estudios de Teología en el Seminario Conciliar de San Julián fue ordenado sacerdote por el obispo Inocencio Rodríguez en la Catedral el 26 de mayo de 1956, con 23 años de edad. Uno de sus primeros destinos fue el de párroco de La Melgosa, además de compartir estudios musicales con el organista de la Catedral, Martínez Millán.

Siendo párroco de La Melgosa le tocó a don Fortunato vivir muy de cerca la tragedia del tren en el túnel de la estación de Los Palancares, que se cobró cinco muertos y veinte heridos, ocurrida el 7 de noviembre de 1960. El propio Fortunato, recordaba en un reportaje que realicé sobre el cincuentenario del accidente la impresión que le produjo, pues sus desplazamientos a Cuenca los hacía en una moto. Ese lunes7 de noviembre, el cura Fortunato Saiz se había acercado a Cuenca para recibir clases musicales del entonces organista, Miguel Martínez Millán.

Así lo contaba: “No me enteré de nada hasta que regresé al pueblo para celebrar el Rosario por la tarde, y me lo dijeron en la iglesia. Pregunté cómo se iba a la estación con la moto y un vecino de La Melgosa me acompañó sentado atrás y llegamos al túnel con no pocas dificultades; la gente ya había salido y quedaba la Guardia Civil y gente de Renfe ayudando. Pasamos a la estación de Los Palancares y allí estaban los cadáveres a los que di el Sacramento de la extremaunción. Cuando hice la señal de la cruz en el cadáver de la mujer, que tuve que destapar sin saber aún que era Vicenta García, me llevé una gran impresión que nunca olvidaría, porque era amiga de mi hermana. Me quedé de piedra”.

 

Foto: Josevi

Fortunato Saiz de la Iglesia, con sus estudios musicales concluidos, pasaría a ocupar la plaza de maestro de capilla de la Catedral como canónigo, adscrito durante algunos años a la parroquia de San Esteban. En el año 1980 aceptó dirigir el recién creado Coro del Conservatorio, no sólo para actuaciones diferentes durante el año, sino sobre todo para cantar el Miserere en las escalinatas de San Felipe, una vez que el Coro que dirigía Vera dejó de hacerlo.

En el muro de Facebook del Coro del Conservatorio se le recuerda con emoción y cariño: “En este atípico mes de octubre, con un otoño que esprinta sus colores para llegar a tiempo, despedimos a un gran hombre, D. Fortunato Saiz de la Iglesia, sacerdote y fundador en 1980 de nuestro Coro, al que le dio una cualidad maravillosa, la versatilidad de cantar todos los ciclos del año: Cuaresma y Semana Santa, Primavera y Verano con su folklore, sus habaneras, sus cantos del pueblo, Adviento y Navidad, que este año hubiera sido escenario del homenaje que el Coro preparaba en silencio, agradecidos siempre de la impronta con que tiñó este grupo musical que hoy es clave en nuestra ciudad por su valiosa colaboración con la Semana Santa de Cuenca”.

Palabras que suscribimos, pues en la relación cofrade con Fortunato Saiz de la Iglesia supimos de su compromiso con la tradición de cantar el Miserere en Semana Santa, que supo transmitir a los diferentes directores que ha tenido el Coro. También cabe resaltar su amplia trayectoria como profesor en el Seminario Conciliar de San Julián y su aportación musical como maestro de capilla del templo catedralicio, avalando además con su sapiencia y consejo, la recuperación de los distintos órganos de la Catedral.

Su funeral y entierro se celebra este sábado 20 de octubre, precisamente Día de la Catedral, a las once de la mañana, oficiado por el obispo de la Diócesis, con intervención del Coro que él mismo creó, siendo inhumado posteriormente su cadáver en el Cementerio de Canónigos de la ermita de San Isidro Labrador.