Dulces del convento que nos devuelven el sabor tradicional
La Ruta de Belenes inaugurada en el Museo de Semana Santa presenta entre las novedades de este año “un mercado de dulces navideños elaborados por las monjas en dos conventos de la provincia y uno de la capital”, explica el presidente de la Junta de Cofradías, Jorge Sánchez Albendea.
El mercado, que podrá visitarse durante toda la Ruta en una de las salas de exposiciones temporales del Museo de Semana Santa, recupera “una antigua tradición que había en Cuenca en Navidad y en la que todos los conventos de la ciudad y la provincia, sobre todo los de clausura, reunían sus productos y dulces navideños y los ponían a la venta en la capital. La recaudación era para las monjas y de este modo, quienes compraban las ayudaban a financiarse”.
Esta tradición “se había perdido y en la Junta de Cofradías hemos creído buena idea recuperarla”. En esta primera edición del mercado de dulces conventuales “participan las clarisas de Sisante, las trinitarias de San Clemente y las carmelitas de Cuenca”.
Sabor tradicional
Efectivamente, como apunta el presidente de la Junta de Cofradías, por Navidad, entre los dulces que preparaban nuestras abuelas de entre la variedad de recetas que elaboraban para el propio consumo perduran los mantecados, aguardentaos, almendraos o rolletes fritos. Ocurría hace tiempo cuando los dulces no se elaboraban de manera industrial ni había horno en las casas como en la actualidad. Por lo que era habitual llevar al horno donde se cocía el pan en cada localidad, lo amasado el día anterior.
Como cuenta Nuria de La Almarcha en su blog a través de los recuerdos de las abuelas, en la mayoría de las casas de los pueblos para Navidad. “antes, en los días anteriores al 24 de diciembre, el horno de cocer el pan (lo que ahora se llama panadería), se convertía en un hervidero de mujeres que entraban y salían, amasaban, cocían los mantecaos, caracoles, aguardentaos, etc., para tenerlos preparados el día de Nochebuena y festejar el nacimiento del Niño Jesús con los dulces típicos de estas fechas”.
En Cuenca, un dulce típico tradicional por Navidad es el mantecado, pero hay bastantes más. Recordando aquel tiempo al que hacíamos referencia, cuando los productos tenían otro sabor Chapela relaciona y prepara en su oferta rosquillas fritas, “como las de la abuela”, de anís, de sartén, roscos del Vítor, “tradicionales de nuestra zona”, mantecados manchegos, de vino, tortas huecas o de manteca. Con ingredientes sencillos, en muchas ocasiones básicos como la manteca de cerdo (el aceite era un producto caro y escaso que si había en algún hogar, se reservaba después de reutilizado para los dulces), harina y azúcar, nuestras abuelas conseguían dulces con sabores característicos de Navidad.
Aguardentaos
Siguiendo la tradición y recogido de otro blog, de pinarejolamancha: la receta estrella de las abuelas pinarejeras son los aguardentaos, un dulce muy conocido en la zona de La Mancha y La Manchuela. Para elaborar esta receta necesitamos: 100 cl. de aceite requemado con cáscara de limón; 2 kilos de harina; 100 gramos de azúcar; canela y un vaso de anís seco. Primero hay que escaldar aceite caliente con unas cortezas de limón.
Colocando la harina en forma de volcán, se vierte el aceite caliente en el centro y se remueve con una cuchara preferentemente de palo. Se añade azúcar y anís. Se amasa con las manos la masa que debe quedar compacta, después hacer porciones con ayuda del rodillo. Hornear a 180º hasta que los veamos dorados y para acabar echar por fuera una mezcla de azúcar y canela.
Mantecaos
Ingredientes:
- Una libra de manteca (de gorrino).
- Una libra de harina (de trigo).
- Un recortado de vino blanco por libra (un vaso de los de vino).
- El zumo de una naranja por libra.
Se echan todos los ingredientes en un lebrillo de los medianos y se amasan bien hasta que no queden grumos. Una vez que están bien amasados, se enharina la superficie en la que vayamos a extender la masa, y con un rodillo o una botella lisa de vidrio lo dejamos con un espesor de un par de centímetros. Cortamos con un vaso, de los de vino al que hemos enharinado el morro previamente; también se pueden hacer con el vaso medias lunas. Se ponen no muy juntos y se llevan al horno. Una vez cocidos se rebozan bien en azúcar y cuando se hayan enfriado se pueden guardar en latas bien tapados y aguantan por lo menos dos o tres meses.