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“Como camarera, la Semana Santa se vive durante todo el año”

Aurora Garrote es la encargada de vestir a La Soledad (de San Agustín), a Santa María Magdalena y al paso de La Lanzada
“Como camarera, la Semana Santa se vive durante todo el año”
Foto: Lola Pineda
08/04/2023 - Paula Montero

Toda su vida ha estado ligada de una forma u otra a la Semana Santa de Cuenca pero hace ya 20 años que tomó un significado especial para Aurora Garrote y es que fue entonces cuando se enfrentó por primera vez a vestir una imagen.  “El primer cara a cara lo recuerdas siempre, poder ver a la imagen tan de cerca y poder tocarla es algo excepecional”, cuenta.

En su caso, Aurora Garrote es camarera de las hermandades Nuestra Señora de la Soledad (de San Agustín) y del Santísimo Cristo de la Luz (vulgo de los Espejos) en la que se encarga de preparar a Santa María Magdalena y el paso de La Lanzada. Una labor que no queda relegada simplemente a los preparativos previos a la Semana Santa sino que “se vive durante todo el año”, recalca.

Y es que, el mantolín que va a estrenar María Magdalena este 2023 se encargó en julio y cada vestuario está pensado y trabajado con tiempo porque “cada año me gusta innovar e incorporar piezas nuevas”, dice. Por ello, en ambas hermandades se ha encargado de ampliar el ajuar y, por ejemplo, en el caso de La Soledad ha introducido mantillas, encajes y sedas salvajes para los tocados, aunque también se han adquirido pañuelos y broches.

 

Foto: Lola Pineda

Eso sí, entre los momentos más significativos para Aurora está el haber podido vestir a La Soledad con la mantilla con la que ella se casó, donar el pañuelo de bautismo de su hija o que María Magdalena lleve como enagua el vestido de comunión que compartió con su hermana “Es muy especial para mí”, señala.

Y, por si fuera poco, desde hace tres años comparte esta experiencia con su hija a la que espera transmitir esta tradición. “De las mejores sensaciones que tengo como nazarena es poder vestir  a las imágenes con mi hija al lado”.

Eso sí, también vive momentos complicados ya que “vivo las procesiones con cierta tensión pendiente de que a las imágenes no se les mueva la ropa” y a ello hay que sumar la opinión de la gente porque “no le puede gustar a todo el mundo”, concluye.