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¿Horario europeo? En Cuenca, no

Muchos, de poder elegir, elegirían la jornada continua
¿Horario europeo? En Cuenca, no
30/04/2016 - Gorka Díez
Consensuar un acuerdo para que, con carácter general, la jornada laboral finalice en España a las 18.00 horas, es una de las apuestas lanzadas recientemente por el presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, que tiene su mirada en el resto de Europa, donde la jornada de trabajo finaliza en torno a esa hora en la mayoría de empresas. Para ello, sería necesario que los centros de trabajo adelantaran el inicio de su jornada diaria y/o redujeran el tiempo de descanso para comer.

En realidad, la propuesta no es nueva, pues existe un colectivo, la denominada Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que lleva más de una década demandándolo. Argumenta que, de este modo, además de aprovecharse mejor la luz del día (piden para ello que España adopte el huso horario del meridiano de Greenwich, lo que implicaría no haber adelantado la hora el pasado mes de marzo), los trabajadores dispondrían de más tiempo libre seguido para conciliar mejor la vida laboral y familiar y disfrutar del ocio. Y creen que las empresas serían más eficientes.

Pero es, en realidad, una propuesta cuyos beneficios para la clase trabajadora no están claros, pues, aunque muchos podrían salir antes de la oficina, tendrían que madrugar más, lo que les obligaría a acostarse antes, reduciendo por ese lado su tiempo de ocio. Además, impediría a muchos comer en casa, lo que podría generar un mayor coste económico y dificultar llevar una dieta equilibrada, así como provocar una terrible fragmentación de la sociedad, al abrir una brecha entre quienes llevaran este nuevo horario y el sector servicios en general, que por lógica debería seguir en marcha más allá de las 18.00 horas para llenar el tiempo libre de los primeros a través de actividades lúdicas, tanto deportivas (piscinas, gimnasios) como culturales (cine, teatro, conciertos), sin olvidar la oferta de comercio y hostelería. 

De todo esto advierten los sindicatos de CCOO y UGT, que además hacen hincapié en que Cuenca es una provincia cuya economía tira principalmente del sector servicios -cuyos negocios tendrían que mantenerse abiertos durante muchas más horas- y apenas cuenta con industria, el sector más propicio a organizar su jornada de un modo intensivo o partido pero con un mínimo descanso.
También en la CEOE-Cepyme Cuenca, pese a que consideran que adaptarse a los horarios europeos y que las empresas finalizaran su jornada laboral a las 18:00 horas sería algo “factible y viable”, además de compatible “con la productividad y la eficacia”, advierten de que no todos los sectores de la actividad económica podrían modificar de esta manera sus horarios, y ponen como ejemplo “todas aquellas relacionadas con el turismo, el comercio o el ocio”, con tanta presencia en Cuenca.

JORNADA CONTiNUA, SÍ
Esto, ya de entrada, desacredita esta apuesta muy a pesar de que desde CCOO sí consideran que, de poder elegir, la mayoría de los trabajadores se decantaría por hacerlo en jornada continua, como los funcionarios, cuyo horario predominante en oficinas y sectores como la educación es de 7.30 a 15.30 horas. Así lo considera su secretario de Organización, Ladislao Crespo, que destaca que “de esta forma queda más tiempo libre por la tarde”. Sin embargo insiste en que sería “muy complicado” poderlo trasladarlo a la gran mayoría de las empresas privadas de la provincia.

En UGT, Daniel Chacón considera en este sentido que adelantar tanto la hora de entrada al trabajo como la de salida no sería conveniente si la jornada sigue siendo partida y, como en Europa, los trabajadores solo pueden disfrutar entre medias de un mínimo descanso que les impide ir a casa a comer. “Si por la tarde en vez de trabajar de 17:00 a 20:00 hay que hacerlo de 15:00 a 18:00, y luego total tienes que cenar a las siete porque te levantas antes, no veo que se vaya a facilitar las relaciones familiares y sociales. Todos tendrían además que trabajar las mismas horas”, señala.

En ciudades grandes, como Madrid y Barcelona, sí hay unanimidad en que recortar el tiempo libre para comer puede ser positivo, pues debido a las grandes distancias a la mayoría no le compensa ir a casa para tal fin. Pero todos hacen hincapié en que la situación de Cuenca es muy distinta. Si aquí se recortara ese tiempo, que en la actualidad oscila entre las dos y las tres horas, quedándose en tres cuartos de hora o una hora, mermaría, según advierten, la calidad de vida de los trabajadores: quienes pudieran irse a comer a casa tendrían que hacerlo muy apresuradamente.

Esto complicaría, por tanto, la conciliación de la vida laboral y familiar, para muchos un signo inequívoco de bienestar y una de las grandes ventajas de vivir en ciudades de tamaño pequeño como Cuenca o Tarancón. “Aquí a la gente está acostumbrada a tener un tiempo para ir a casa y comer con la familia”, advierte el presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos y Usuarios (Favecu), Luis Miguel González

PRODUCTIVIDAD
En lo que sí coinciden muchos estudios es en que los trabajadores más productivos no son los que se pasan más tiempo en el trabajo, pues en ellos acaba pasando factura la fatiga por el exceso de horas, sino los que tienen un horario más racional, de no más de ocho horas diarias, y tratan de dar el máximo en él sabedores de que luego van a disponer de unas horas para disfrutar de su tiempo de ocio. Pero para esto, señalan, no es necesario modificar los horarios de las empresas para seguir el modo europeo, sino suavizar unas jornadas que, en no pocas empresas, alcanzan las diez horas al día. Y por lo que también abogan es por flexibilizar las horas de entrada y salida, de modo que cada trabajador pueda elegir un determinado horario en función de sus necesidades familiares y personales. Algo que poco a poco va algunas empresas van introduciendo.

EL CAMBIO NO SERÍA LABORAL SINO CULTURAL
No son pocas las voces críticas con la propuesta de que España siga unos horarios similares a los que se dan en la Unión Europea. El principal argumentado que esgrimen: que es una cuestión que trasciende el ámbito laboral y las necesidades empresariales, abarcando aspectos culturales, hábitos adquiridos por la sociedad que como tales no es sencillo modificar.

“Es muy difícil intervenir en las costumbres sociales. Los usos del tiempo evolucionan muy lentamente”, advierten desde del Instituto Nacional de Estadística, unas palabras a las que se suma el secretario territorial de UGT en Cuenca, Daniel Chacón. “Seguir los horarios europeos sería pegarle un bocado a la cultura española, porque obligaría a la gente a cambiar sus costumbres y hábitos: los de comer, de levantarse, de desayunar…  Implicaría, por ejemplo, comer, como en Europa, a las doce del mediodía y cenar las siete de la tarde. Y habría que cambiar también los horarios del colegio, adelantando tanto la entrada como la salida para hacerlos coincidir con los horarios laborales”, advierte este sindicalista, que, por tanto, tiene claro que, de producirse, este cambio debería llevarse a cabo “muy poco a poco”.

En la CEOE-Cepyme Cuenca sí consideran que, aunque “en general somos reaccionarios al cambio”, una sociedad “moderna y madura debe modificar sus hábitos si quiere progresar”, por lo que consideran que puede haber otras maneras de “organizar y planificar el trabajo” para que este “no nos impida disfrutar de otras facetas de la vida como la familia, el deporte o el ocio”.
De hecho, consideran que, según muchos estudios, la productividad aumenta en aquellos trabajadores “satisfechos con su vida, cuya racionalización de la jornada le otorga más tiempo libre para desarrollarse socialmente”. Consideran además que, al disponer de más tiempo de ocio, “podría aumentar el consumo interno y se ahorraría energía”.

Entre algunos cambios que se podrían producir  para acercarnos algo más a Europa sin que el cambio fuera radical, manteniendo las peculiaridades españolas, uno más o menos factible afectaría al comercio: consistiría en que este adelantara mínimamente tanto su apertura (de las diez de la mañana actuales a las nueve y media) como el cierre (de las dos a la una y media) y, ya, por la tarde, reanudara su jornada a eso de las cuatro y media (no a las cinco o cinco y media como ahora) y la concluyera a las siete y media. Pero también hay que tener en cuenta que estos horarios más madrugadores no serían tan fáciles de aplicar en determinadas zonas del país en los meses del verano debido al calor. Así que todo apunta a que, muy probablemente, nos quedaremos como estamos.

SOLO EL 23% DE LOS ESPAÑOLES SE ACUESTA ANTES DE LAS 23 HORAS
Un cambio en los horarios laborales propiciaría que los españoles se acostaran antes de lo que lo hacen en la actualidad. Si la entrada al trabajo, de media, pasara a realizarse a las 7:30, para dormir al menos ocho horas necesitarían hacerlo a las 22:30.
Sin embargo, a día de hoy, apenas el 19 por ciento de los españoles se acuesta entre las diez y las once de la noche entre semana, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicos, que cifra en una media de 7,12 horas lo que los españoles duermen al día.

Cierto es que el porcentaje más amplio de españoles, en concreto un 34,4 por ciento, se acuesta entre las once y las doce, pero otro porcentaje importante, del 29,8 por ciento, lo hace entre las doce y la una de la madrugada. Son ya minoritarios los que se acuestan antes de las diez, el 4,5 por ciento, mientras que un 7,7 por ciento lo hace entre la una y las dos.

Para poder acostarse antes, sería necesario cambiar varios hábitos. Así, además de salir antes de trabajar, sería necesario cenar, variado pero ligero, entre las siete y las ocho de la tarde, en todo caso antes de las nueve.

Y también sería preciso, como demanda la Comisión por la Racionalización de Horarios, que la televisión modificara sus horarios, de modo que programas muy seguidos como el telediario de última edición tendrían que retransmitirse entre las siete y las ocho, y las series y programas de máxima audiencia a las ocho o las nueve a más tardar. En la actualidad sucede sin embargo que el 90 por ciento de los programas termina más tarde de las 23:30 horas y el 55 por ciento después de medianoche.

Esta modificación afectaría también al fútbol nacional, que muchas veces programa partidos a las nueve e incluso a las diez de la noche. Los horarios de los partidos de la Champions, a las 20:45, sí están más ajustados a los modos de vida europeos, aunque en caso de prórroga se demoran hasta en torno a las once y media.

MADRUGAR MÁS
Con los cambios que se proponen, aumentaría el porcentaje de españoles que se levanta entre las seis y las siete de la mañana,  en la actualidad apenas el 19 por ciento frente al 32,4 por ciento que lo hace entre las siete y las ocho y el 26,1 por ciento que lo hace entre las ocho y las nueve.

Igualmente, los ciudadanos tendrían que tomar un desayuno más contundente y pensar en llevarse un almuerzo al trabajo o comer en él entre las doce y media y la una.