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San Juan, como patrón, bendecirá Colliguilla

San Juan, como patrón, bendecirá Colliguilla

24/06/2022 - Miguel Romero

La Tierra de Cuenca tiene antigüedad manifiesta. Su rico y extenso alfoz se instituyó con el Fuero de Cuenca, conformando el término de Aldeas y Montes.

Por eso, alrededor de la capital se fueron levantando y conformando Aldeas y Caseríos, algunos con importante población dando forma a ese Alfoz que mantiene viva su esencia:

La Melgosa, con sus mielgas y su río Moscas en tiempos de repoblación y textiles. La iglesia de la Asunción con el mural de Víctor de la Vega, su pila bautismal románica, la Cueva-ermita de San Miguel de reencuentro devocional entre pueblos, el puente de piedra y la ermita de San Marcos.

Mohorte, con el Tesoro y el Tejarcillo de tiempos del Bronce, su iglesia de la Natividad y su pila, también románica, la Fuente del Rey a los pies de la Dehesa, las hoces de San Miguel, del Buey y la Chica en bellísimo entorno, y no lejos, la Atalaya.

Cólliga con su iglesia de San Bartolomé, los recuerdos de las ermitas de San Miguel y el Badillo, su abrevadero para el ganado, su Casa del Cura de realce antiguo y sus afamadas fuentes.

Colliguilla, en los mojones de Cotillas y Abengózar, la parroquial a San Juan Bautista, el Acequión, el Batán y el Molino de Vao del Pinto. A lo lejos, su cerro Moratón, el Pasaero y la Dehesa Boyal.

Nohales y San Aniceto. Por aquí bien pasaba ese Camino de la Lana desde el XVI, luego camino de Arcos, ruta de los Yesares, el tejar de Cebrián y el camino de Embid. La Vereda de los Chorros y el sabinar de Palomera.

Villanueva de los Escuderos nos abre Valtablao y su parroquial de la Asunción. Así, la ermita del Salvador y María, en ese caserío de alcurnia, su molino, las Fuentes del Chorro y de los Perros, sin olvidarnos del Cerro PelaoPeña Gorda y los Canales.

Tondos, con sus retablos de la Adoración, la Anunciación y la Presentación, luego la ermita de San Miguel Arcángel, el lavadero de antaño y su valle.

Y por último, Valdecabras, la enquistada en su Sierra, bella, altanera por altura, soberbia por historia de tiempos muy antiguos, señera por sus grandes pastos para esas cabras que antaño le dieran nombre, sus gentes, todos de buen carácter, su dependencia señorial que tanto le ha detenido en su progreso y, sobre todo, orgullosa por su arte consumado en ese maravilloso retablo que guarda su parroquial, pequeña y con espadaña. Una de las maravillas más solemnes que unidas, al caserío, hacen grande a un pueblo pequeño.

Por eso, ahora que se acerca la festividad de San Juan, en ese 24 de junio, Colliguilla se prepara para celebrar sus patronales, y lo harán como siempre, deseosas de enaltecer su identidad como lugar de tradiciones y de recuerdos.

Y es que yo me acuerdo, y mucho, de los chistes del tío Silverio, ahora su hijo Trino o Chito heredó ese buen carácter; y como no, de las tiendas de Miguel, Jesús y Doroteo, sin olvidar cuando Crisantos venía y ponía el tenderete en fiestas, al lado de la verbena.

Allí he tenido y compartido amigos, hemos bailado con sus buenas “mozas” y hemos sentido el peso de las tradiciones de fuerte costumbrismo, esas que no deberían perderse nunca.

Pues bien, San Juan volverá a hacer felices a los habitantes de este lugar, con Pregón de Fiestas, con Verbena de buena música, con sus comidas de hermandad y con el recuerdo a los tiempos pasados, entendiendo que ni pandemias ni crisis sanitarias podrán dejar de lado, la buena armonía que entre sus vecinos existe.

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