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Las gasolineras desatendidas amenazan seguridad y empleo

¿Qué ocurriría si alguien apareciera en la gasolinera portando un cigarrillo?
Las gasolineras desatendidas amenazan seguridad y empleo
03/08/2014 - G. D.

Cada vez es más difícil encontrar una gasolinera con empleados que llenen el depósito de sus clientes: en la mayoría de los casos son estos quienes llevan a cabo esta operación, aunque al pasar por caja ya sí hay quien les atiende y les cobra. Pero, en el último año, sucede que ni siquiera ese trabajador único, que se entiende que a su vez vela por la seguridad de la estación de servicio y puede resolver las dudas de los clientes, es necesario en una serie de nuevas gasolineras implantadas en la provincia al amparo de la Ley 11/2013 de 26 de julio de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación de empleo.


Son las denominadas gasolineras fantasma, también conocidas como desatendidas, porque en ellas no hay nadie que atienda a los clientes: es este quien ha de bajarse del coche, pagar con tarjeta de crédito y llenar su depósito. Esto le saldrá algo más barato que en una estación convencional ya que sus promotores, al no tener ningún gasto laboral, tienen un mayor margen para bajar los precios. 


Pero, lo que para muchos puede ser un negocio y para otros una manera de ahorrar algo de dinero en combustible, tiene toda una serie de efectos negativos: ¿qué ocurriría si alguien apareciera en la gasolinera portando un cigarrillo? ¿y si la máquina de cobrar no responde o cobra de más? ¿y si el cliente quiere presentar una reclamación a la empresa, a lo que tiene derecho por ley, dónde encontrará la hoja de reclamaciones?


SI HAY UNA EXPLOSIÓN... 

“No son puntos de venta de refrescos, sino de gasolina, la cual explota con mucha facilidad. Que no haya ningún trabajador es muy peligroso”, advierte Margarita Mena, delegada provincial de Estaciones de Servicio de Cuenca y miembro del sindicato CCOO.

A su entender, en toda instalación de venta de gasóleo debería haber “al menos una persona responsable de los servicios que en ellos se prestan” porque, de lo contrario, se podrían cometer irregularidades, como que menores de edad accedan al suministro, que haya quien lo haga fumando o con el motor del coche en marcha o quien guarde la gasolina en envases no homologados. Tampoco será posible que, en el caso de producirse una fuga de combustible, haya quien lo recoja con un absorbente, como obligatoriamente se hace en las instalaciones convencionales.


Mena advierte de que estas instalaciones chocan con el Decreto 33/2005 del Gobierno regional,  en el que se recogen los derechos de los consumidores y usuarios en el servicio de suministro al por menor de carburantes en instalaciones de venta al público, y en el que se dice expresamente que “todas las instalaciones de venta al público de gasolinas y gasóleo de automoción deberán disponer en la propia instalación, mientras permanezcan abiertas y en servicio, al menos una persona responsable de los servicios que ellas se prestan”.


En este decreto se concreta, además, que las personas que por su discapacidad física no puedan  suministrarse el carburante “serán atendidas por una persona responsable de las instalaciones”. 


DENUNCIA de CCOO

A pesar de que Industria está autorizando la apertura de estas gasolineras, el incumplimiento del decreto de la Junta ha hecho que el sindicato CCOO denuncie ante el Servicio de Consumo de la Consejería de Sanidad la apertura de nueve de estas gasolineras en la provincia, en concreto en las localidades de Quintanar del Rey, Motilla del Palancar, Santa María De los Llanos (2), Santa María del Campo Rus, Casasimarro, Horcajo de Santiago (2) y El Provencio. En otras comunidades como Andalucía, donde la ley atenta contra normativas regionales, también han sido denunciadas este tipo de instalaciones.


UNOS 700 EMPLEOS 

CCOO insiste en que, junto al peligro que supone, este tipo de empresas son una competencia desleal para las gasolineras tradicionales, que solo en el caso de la provincia emplean a más de 700 personas en las más de 140 gasolineras distribuidas por la provincia y cuyo puesto de trabajo peligraría en el caso de que se extendiera la práctica del bajo coste.


De todas formas, desde los sindicatos consideran que de momento muchos ciudadanos están dando la espalda a estas gasolineras, y que de hecho se han encontrado con muchas personas mayores que al no saber, entre  otras cosas, utilizar las tarjetas de crédito, se han quejado de haber parado en gasolineras en las que se han encontrado con que no había nadie que les atendiera.


RECHAZO TOTAL DEL EMPRESARIADO

El empresariado, tanto a través de la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de Cuenca como de la Confederación de Empresarios de C-LM, se ha unido a las organizaciones sindicales en la defensa de las gasolineras tradicionales.


El presidente de la asociación provincial, Ángel Montalvo, subraya que mientras que en estas últimas la gente, además de echar gasolina, puede ir al baño y se cumple con la accesibilidad de las personas discapacitadas, en las llamadas ‘low cost’ no hay atención ninguna a los clientes, con los riesgos que ello conlleva al ofrecerse en ellas gasolina. “Puede llegar una persona bebida,  y a ver en entonces dónde va a parar el combustible. O fumando, y no habrá nadie para advertirle que no lo haga”.


Considera que, para el empresariado, “sería muy fácil convertirnos todos en estaciones de servicio telemáticas, bastaría con añadir unos tarjeteros a los surtidores”, pero hace hincapié en que “tenemos más de un millón y medio de empleos en toda la geografía española”, por lo que es consciente del negativo impacto social que generaría un cambio en el funcionamiento estas instalaciones. 

Que se prohibieran estas gasolineras sería lo ideal para unos empresarios a los que esta competencia “desleal” les llega en un momento crítico, con un descenso del consumo fruto de la crisis económica y de la aparición de nuevos medios de transporte como la Alta Velocidad.


Compañías que han apostado por estas gasolineras, como Erpasa Consulting, que ha puesto en marcha la franquicia La Gaviota, con una instalación en Motilla del Planacar, argumentan por su parte que estas instalaciones son una solución “al problema de los altos precios de los combustibles advertido tanto por la Comisión Nacional de la Competencia como por la Comisión Nacional de la Energía”. “El ahorro en personal, horario y servicios nos permite ofrecer unos precios más que competitivos”, insisten.