En Albaladejo del Cuende, un pequeño municipio de La Alcarria conquense, la Navidad tiene desde hace cuatro años un protagonista peculiar: un Belén de Playmobil de 35 metros cuadrados que ocupa buena parte de la iglesia. Detrás de esta creación está Ana Palacios García, de 46 años, asesora fiscal y concejala de Festejos, que ha convertido su afición por estas figuras en uno de los reclamos navideños más singulares de la comarca.
Su relación con el mundo Playmobil nació casi por casualidad. Aunque a su hijo, cuando era pequeño “le gustaban más los Lego”, Ana siempre sintió debilidad por estas figuras de juguete míticas. El verdadero punto de inflexión llegó cuando decidió recrear, en miniatura, a todos los reyes de España basándose en los retratos del Museo del Prado. Aquello la obligó a buscar piezas específicas, a viajar a Madrid en busca de lotes y accesorios descatalogados y a sumergirse en un universo coleccionista donde cada sombrero, cada capa y cada pelo tiene un valor único. “Lo fácil habría sido pintar las figuras para adaptarlas, pero no quería hacerlo. Prefiero tardar dos años en encontrar la pieza exacta antes que modificarla”, nos cuenta.
Con el tiempo, aquella curiosidad inicial se transformó en un proyecto mayor: crear escenas históricas, personajes célebres y pequeños dioramas. Desde María Antonieta hasta los Beatles, pasando por Joaquín Sabina o Enrique Bunbury, todos han tenido su versión en Playmobil. Y, casi sin proponérselo, ese trabajo derivó en la idea de montar un Belén. “Hice algunas escenas bíblicas sin intención de exponerlas. Pero pensé que podía ser algo bonito para el pueblo, algo que diera vida a la Navidad.” Ana lo habló con el párroco y se lanzó.
La primera edición fue modesta, pero el entusiasmo del público la animó a seguir creciendo. El segundo año ya levantó 25 metros cuadrados y este diciembre, en su cuarta edición, el Belén alcanza los 35. Una superficie que “engancha”, como admite ella misma, porque cada ampliación trae consigo nuevas ideas y retos.
TODAS LAS ESCENAS SON DEL UNIVERSO PLAYMOBIL
Una de las características más llamativas del Belén es su coherencia conceptual: todo, absolutamente todo, es Playmobil. No hay corcho, no hay escayola, no hay elementos hechos en 3D ni construcciones ajenas al propio universo del juguete. Si algo no existe, Ana lo fabrica a partir de piezas originales. Así, un castillo de princesas se convierte en una sinagoga donde Jesús predica; ocho pirámides pequeñas forman una gran pirámide central; y varios coliseos comerciales se unen para crear un anfiteatro monumental. Este año, además, se han sumado figuras de gran formato para el pesebre, y Ana espera recibir desde Alemania un ángel exclusivo que Playmobil no comercializa aún en España.
El Belén abarca escenas de Egipto, Roma, Grecia, Belén y guiños inesperados como el universo de Asterix, donde romanos y galos se enfrentan en un rincón del montaje. La búsqueda de piezas raras o antiguas forma parte del proceso creativo. Ana acude al Mercado del Juguete en Madrid, rastrea internet en busca de lotes completos o figuras sueltas y está siempre atenta a cualquier oportunidad. En su lista de deseos permanece, por ejemplo, el mítico elefante blanco de Playmobil, muy difícil de encontrar.
Ana dedica el año entero a crear, montar y fotografiar cada escena en casa. Luego la guarda en tuppers etiquetados por temáticas, lo que le permite llegar a la iglesia con todo el trabajo conceptual hecho. “Si tuviera que inventar las escenas allí, tardaría un mes o más. Así, suelo montar todo en cinco días”, nos explica.
El impacto del belén de Palymobil en el pueblo es evidente. Aunque no hay un registro exacto de visitantes, cada Navidad pasan por la iglesia vecinos de la comarca, familias y, si la difusión llega a tiempo, incluso colegios. El Belén permanecerá expuesto en la iglesia de Albaladejo del Cuence hasta el 6 de enero, cuando Ana lo desmonta para regresar a Tarancón. Para entonces, ya está imaginando la siguiente edición.
Lo que comenzó como un juego histórico se ha convertido en un patrimonio navideño del pueblo, una obra viva que crece año tras año y que refleja la paciencia, el ingenio y la ilusión de su autora. “Mientras me siga ilusionando, seguiré ampliándolo. Es mi forma de vivir la Navidad”.
