Mirando al futuro
Hace ahora treinta y siete años –debo reconocer que me encanta señalar aniversarios que se salgan de las habituales y tópicas cifras redondas que a este respecto se acostumbran–nuestra capital provincial se convertía, con la celebración –organizada por la sede en ella de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo con el impulso promocional y económico de Fundesco (la Fundación para el Desarrollo de la Función Social de las Comunicaciones en España) – de “Cuenca Ciudad Global”, en referente nacional del salto al futuro de la comunicación audiovisual: los conquenses que por aquellos días vivíamos en ella, aparte de poder asistir a charlas y coloquios de los mejores estudiosos del entonces del fenómeno, tuvimos en las pantallas de nuestros televisores domésticos la posibilidad de acceder en directo a los contenidos de nada más y nada menos que trece canales de televisión europeos amén de un programa local que contó con la colaboración de los distintos medios conquenses de información en ese momento existentes en nuestro ámbito, una oferta totalmente fuera del alcance en aquellas fechas del resto del territorio nacional que recibió especial atención por parte del mundo comunicativo, tanto especializado como generalista, del resto del país, vuelta Cuenca experimental laboratorio. El hecho, sin duda un hito en nuestra digamos cercana historia, me saltaba al recuerdo al, viniéndome ya a nuestro momento, leer el reportaje publicado en uno de nuestros más importantes diarios estatales sobre cómo el parque tecnológico que en Sevilla sucedió a la Exposición Internacional llevada a cabo en ella en 1992 se está convirtiendo en un laboratorio de la ciudad del futuro convertido el citado recinto en ensayo práctico de lo que se ha planeado que se convierta en un barrio autosuficiente, sin tráfico y con, incluso –recordemos el veraniego clima sevillano– con “aire acondicionado” para exteriores basado en la técnica del Quanat, un barrio que tendrá una población estimada de unos treinta mil habitantes y con la intención –con compañía eléctrica ya implicada en el proyecto– de que toda la energía que se consuma provenga de fuentes renovables locales y con un entramado monitorizado a través de una plataforma tecnológica digital que gestionará esa energía de forma solidaria así como también la movilidad. Y salvando las distancias y las evidentes diferencias no he podido dejar de preguntarme, utópico que siempre fue uno, si no podríamos ofrecernos, cual en 1985 nos ofertamos respecto al universo comunicacional y como también lo hicimos en su día, consiguiendo nuestro objetivo, para que la Unesco nos declarara Ciudad Patrimonio, como cobayas de un también plan experimental –nuestra actual población en torno a los cincuenta mil habitantes y nuestras características geográficas y medioambientales parecen más que apropiadas para ello– para nuestra conformación como ciudad del futuro. Claro que para ello –y desde luego superando nuestro tradicional “ea” – deberíamos alcanzar, cual se ha hecho en la capital andaluza, tanto la sintonía de todas las administraciones publicas implicadas como la capacidad de gestión a nivel nacional y europeo de sus gestores, pero, qué quieren, por soñar que no quede, ¿no?
