La caverna
No deberíamos confundir a un sofista con un somarro o un so tonto. Un sofista es aquel que, desinteresado o descreído de la verdad, se basa en argumentos falsos —es decir, mentiras— para defender una postura. Un somarro o so tonto es aquel que, directamente, prescinde de la realidad y llega a posturas absurdas, hasta dentro de la estupidez que gobierna el eco de su cráneo.
Esto es lo que puede llevar a alguien a negar la violencia de género o la violencia vicaria. Estos individuos, además, se agrupan y refugian en lo que —he descubierto esta semana— se llama la manosfera. Tienen, además, nombres molones como MGTOW (Men Going Their Own Way), que, por lo que he deducido, son como las MILF pero con la silicona entre la nuca y los ojos. También están los Incels (Involuntary Celibate) y la fauna más variopinta de ofendiditos y odiadores. Tienen sus propios canales en internet y, lo más importante, votan; de forma militante y como si se tratase de un acto de fe; sus postulados requieren de más fe que razón.
Uno de estos, desde el arrojo y la valentía del anonimato —claro está—, ha creado una cuenta falsa en Twitter haciéndose pasar por la «feminazi» fiscalA de delitos de odio, Susana Gisbert. Se alimentan entre ellos, consumen y votan; quizás por esto algunos políticos y periódicos les dan tanta bola. Peor todavía, quizás algunos de ellos sean políticos y escriban en periódicos.