Más entrevistas: Olivia del Saz Ortega Jairo Cárcaba José María Albareda Jorge Sánchez Albendea Andoni Sierra Ron Darío Dolz Julián Recuenco Araceli Cuerda Alejandro Moya Mabel Lozano

"Las mujeres siguen ocupando un papel inferior, vivimos en una sociedad patriarcal"

Referente de la profesión en Castilla-La Mancha, y jubilada recientemente, la trayectoria de Margarita Pardo ha sido reconocida por el Colegio Regional de Trabajo Social
"Las mujeres siguen ocupando un papel inferior, vivimos en una sociedad patriarcal"
Foto: José An. Montero
04/01/2021 - José An. Montero y Silvia Trujillo

Margarita Pardo es una de las grandes referentes del Trabajo Social en Castilla-La Mancha. No en vano, fue la primera profesora especializada que llegó a la entonces recién creada Escuela de Trabajo Social de Cuenca. Tras treinta años de docencia y con una intensa etapa a finales de los noventa en la administración regional como directora general de Acción Social, ha decidido cambiar de etapa en su vida.

El Colegio Regional de Trabajo Social, del que fue presidenta entre 1988 y 1992, ha querido homenajearla con un reconocimiento a toda su carrera profesional con un acto celebrado virtualmente en el que estuvieron presentes numerosas trabajadoras y trabajadores sociales que han pasado por sus clases.

¿Y cómo descubriste una profesión tan desconocida entonces como el trabajo social?

Me parece que tenía 16 años cuando conocí a una trabajadora social que me contaba cosas sobre su trabajo que me dejaban con la boca abierta. Era una mujer que conocí en Cuenca cuando yo estudiaba Bachillerato y trabajaba en zonas rurales en trabajo social comunitario. Inmediatamente supe que era eso lo que quería hacer. Me enamoré de esa faceta del Trabajo Social desde el minuto uno. Después estudié en Zaragoza que era una gran ciudad que tenía masa crítica. En esa época no podías encontrar muchas trabajadoras sociales, porque mayoritariamente eran mujeres. En Cuenca en esa época habría una o dos, alguna trabajadora en la diputación provincial o en los servicios periféricos, como el IMSERSO, pero había muy pocas "asistentes sociales" que se llamaban entonces. Con la llegada de la democracia, todo se amplificó y se abrieron nuevos espacios profesionales en los que pudimos desempeñar nuestra labor de apoyo y ayuda para generar autoconfianza para salir de situaciones complicadas en las que las personas no quieren vivir.

¿Cómo ha cambiado el Trabajo Social en estos treinta años de profesión?

Cuando yo estudié en los 80, mi ámbito de prácticas de aprendizaje fue en un colegio de educación especial privado y en una parroquia que atendía a los ciudadanos en sus necesidades primordiales, básicas, esenciales, fundamentalmente a población empobrecida de extrarradios urbanos. Entonces casi todo eran ámbitos privados, porque el estado no tenía una red ni una normativa que diera respuesta, asistencia o atención a los españoles. Con la democracia, el Estado entró en esos ámbitos y la nuestra era la única profesión preparada para hacer eso. Ahora ya no, se han multiplicado las posibilidades de formarse y de formar a muy buenos profesionales en distintos aspectos. Juntos también generan un espacio de abordaje interdisciplinar para garantizar los derechos públicos.

¿El Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha fue clave para el desarrollo del trabajo social en nuestra región?

Cuando en España se aprueba la Constitución y se empiezan a desarrollar leyes, los Estatutos de Autonomía, se generan las transferencias de los servicios que el Estado tenía hasta ese momento, prácticamente obsoletos y caducos, se transfiere a las autonomías y las autonomías empiezan a desarrollar las leyes, a aprobar las leyes de servicios sociales. Lógicamente esto necesita una avalancha de profesionales que somos nosotros y estamos preparados para desempeñar esa labor porque tenemos la disciplina, las herramientas y las distintas técnicas.

¿Cómo llegaste a la entonces recién creada Escuela de Trabajo Social?

Luis Arroyo, entonces el Rector de la Universidad, tenía que poner en marcha una titulación más en Cuenca y pensaron que Trabajo Social era una opción posible y económica para que los de Cuenca se conformen, además no estaba en ningún otro campus y parecía que era una carrera con futuro y barata de poner en marcha. Para su puesta en marcha inmediata, buscaron entre las universidades españolas un plan de estudios aprobado por el Consejo de Universidades que no tuviera ninguna asignatura de Trabajo Social ni de Servicios Sociales en primero para ponerla en marcha inmediatamente. Eligieron el de Salamanca. Así pudo comenzar inmediatamente con los profesores que había en Cuenca salvando los manteles. A mi me contrataron en mayo para montar un montón de asignaturas de Trabajo Social, de Servicios Sociales y las prácticas que había en segundo.

Muchas de las trabajadoras y trabajadores sociales de Castilla-La Mancha han pasado por tus clases, ¿ha sido como sembrar de "Margaritas" la región?

No te sabría decir porcentaje, pero sí que es cierto que muchísimos y muchísimas trabajadoras sociales de la región han estudiado en Cuenca. Nos conocemos, nos apreciamos y nos alegramos de vernos cuando coincidimos. ¿Lo de sembrar Margaritas? No lo he vivido así. A mí el Trabajo Social me gusta, no soy profesora de cualquier cosa, soy profesora de Trabajo Social, que es lo que yo ejercía y lo que yo quise estudiar durante toda mi vida. Lo que he sentido en el ejercicio profesional, como docente es mucha responsabilidad, por eso mismo, no he perdido ni un solo día la ilusión. Yo he subido al aula, y he subido al cien por cien. Y si algo no sabía, pues lo investigaba, o lo investigábamos, porque hemos sido un equipo durante estos años con la que compartir, investigar o traer a gente que sabe más. Hay que estar muy al día, ponerte alicientes, estar muy en contacto con la realidad para acercarla y para ilusionar por la profesión.

Este curso se ha cumplido el 30 aniversario de la entonces Escuela, y hoy Facultad de Trabajo Social, ¿no costó mucho demasiado tiempo tener un decano trabajador social?

Es lo que ocurre en todo. Naces, y hasta que no eres adolescente no te dejan hacer tus primeros pinitos... Que el Trabajo Social sea una profesión joven ha tenido también ese hándicap. Además era una profesión mayoritariamente femenina. ¿Qué papel ocupa lo femenino en la sociedad? Las mujeres siguen ocupando un papel inferior, porque vivimos en una sociedad patriarcal. En la universidad igual, apunta maneras, pero sigue teniendo sus lastres que tienen que ver con la mentalidad patriarcal de tutelar a las mujeres, nos dediquemos a lo que nos dediquemos, sea a limpiar, como conserjes, como profesoras o alumnas. Esto es un peso pesado y muy lento de mover, por lo que también ha requerido lógicamente tiempo de madurez y de opinión y de empoderamiento. Cuando tú te unes tienes más poder, pero unirse no es fácil. Hay que crear equipo, hay que trabajar mucho para que se confíe, se dan dos pasos adelante y tres para atrás.

¿Cómo se ha transformado la Facultad en este tiempo?

En el caso de la Facultad de Trabajo Social ha sido necesario todo ese tiempo de seguimiento, de creérselo, de crear ese equipo y de apoyarse unos en los otros. Si algo bueno tiene esta Facultad de Trabajo Social en Cuenca, es que hay un equipo. Con todas las dificultades, pero hay un equipo. Y por eso, ahora mismo, porque hay un equipo, hay al frente de la Facultad trabajadores y trabajadoras sociales que son docentes. Tengo sesenta años y he tardado 60 años en tenerlos, y ahora mismo no renuncio a ninguno de ellos. Es decir, no sé si hemos llegado pronto o hemos llegado tarde, pero ahí estamos. Pero he de decir que a pesar de no haber llevado el timón del centro hasta hace poco tiempo, los trabajadores sociales siempre hemos estado en los equipos directivos y se nos ha respetado. En ese sentido no puedo decir menos.

Tus comienzos fueron en el medio rural...

Empecé en el medio rural en Aragón y luego, cuando empezó a moverse aquí los Servicios Sociales, me vine a Castilla- La Mancha. Hay muchas diferencias importantes en cuanto a las prestaciones que había hace 40 años, pero los equipos siguen siendo insuficientes. Un medio rural activo, vivo y cuidado, supone un beneficio impresionante para el medio rural. La inversión en recursos previene muchas cosas y genera capital social. En el medio rural todavía no se han asegurado los Servicios Sociales, van siempre detrás de los Servicios de Salud o los Servicios Educativos. Encima siempre son a los primeros que se les araña cuando hay déficit y hay que recortar.

¿Cuál es la situación de los Servicios Sociales en el medio rural?

Castilla-La Mancha, como otras regiones, es eminentemente rural. Desde que en el año 1985 se iniciaron los primeros Servicios Sociales de base en el medio rural ha habido una inversión importante del Gobierno regional para mantener la atención en los entornos rurales, pero claro los Servicios Sociales tampoco son suficientes para fijar la población en el medio rural. Sí que contribuyen a fijar la población, a mantenerla, pero no son suficientes. De hecho, hemos tenido ocasión de comprobar que contribuye a fijar población, porque en la etapa del Gobierno de Cospedal, que aniquiló un 50% de los Servicios Sociales en el medio rural desaparecieron muchísimos mayores y muchísimas familias que vivían y trabajaban, y eran atendidas en el medio rural. Es decir, personas mayores que tenían su ayuda a domicilio, comidas a domicilio y que podían vivir en su casa, porque mantenían su nivel de autonomía. Desapareció la ayuda a domicilio, desapareció el servicio de comedor a domicilio, la lavandería a domicilio y los abuelos se tuvieron que ir a una residencia a la cabecera de comarca o de capital: éxodo.Y las personas que trabajaban también tuvieron que salir de ahí. En Castilla-La Mancha se han recuperado con respecto a la etapa Cospedal, pero no están donde debieran, tendría que invertirse mucho más.

¿Cómo influyen los Servicios Sociales para evitar la despoblación del mundo rural?

Los Servicios Sociales son un aspecto necesario para la sostenibilidad de los territorios. Hemos tenido posibilidad de comprobar empíricamente que los Servicios Sociales sujetan población al territorio, pero no es suficiente. Tiene que haber políticas activas muy bien diseñadas para que el medio rural mejore y ofrezca oportunidades a jóvenes que no quieren vivir en las capitales. No digo Cuenca, porque Cuenca también es una ciudad pequeñita, casi como un pueblito grande. Pero tenemos Madrid y Valencia absorben mucho capital humano de nuestra región y eso sin contar la emigración a otros países europeos. Fijar población requiere unas políticas muy compactas desde el punto de vista agrícola, ganadero, medioambiental y productivo, productivo, medios de comunicación, acceso a Internet o la Agenda 2030.

Nos puedes decir algo de la nueva etapa que ahora comienzas.

Soy una persona de vocación y convicción. Me da igual dónde esté, yo voy a seguir siendo una persona con compromiso donde se me pida, se me llame o donde yo vea que puedo colaborar. Me da igual estar en activo en la Universidad, o no. A mí no me tiene que dar permiso nadie para hacer lo que yo quiero hacer.