Hace seis años, un humilde club de fútbol sala nacía en Cuenca para poner en el mapa este deporte: el FS VivoCuenca. A base de trabajo, humildad y sacrificio, ha formado una familia que hoy llora celebrando un histórico ascenso a Segunda B. Día para el recuerdo en el deporte conquense, que ha sido testigo hoy en un abarrotado Sargal de cómo el VivoCuenca remontaba la eliminatoria ante la UD Alchoyano para certificar el ascenso a categoría nacional.
El Tiburón Azul –se ha ganado el apelativo, proveniente de la nueva grada de animación del club- fue a morder desde el primer momento, y fruto de ello igualó la eliminatoria el joven Josito, quien recibió un balón filtrado de Dani que le dejó completamente solo. No falló en la definición y abrió la lata, hecho importante.
Continuaba llevando la batuta el VivoCuenca, que tan solo unos minutos después anotaba el segundo mediante Moha para un 2-0 que enviaba el partido a tiempo muerto. Más y más del equipo de Manolo Moya: Valen, pegado a la banda, le ponía un suculento balón a su compañero Budia y no falló el 16 ante Alberto, meta rival.
Valen, killer que siempre tiene hambre de gol, olió sangre y recogió el rechace de un tiro de Álvaro Varas para poner el 4-0 en el 17. La goleada de esta primera mitad la culminaba Budia con otra buena definición ante Alberto. 5-0 y el ascenso más que encarrilado.
Bajó el ritmo goleador en la segunda mitad, como era de esperar, mientras que el Alchoyano, que no se jugaba nada y que ya estaba ascendido, se permitía la valentía de sacar portero-jugador para tratar de embotellar al rival. No obstante, los azulones resistían bien el asedio, y bien es cierto que Mario Gómez en portería tuvo mucho más trabajo que en la primera mitad, salvando varios balones clave para que no recortasen distancias.
La insistencia visitante tuvo su fruto con algo de fortuna: un tiro raso de Joselu se coló por debajo de las piernas de Mario y en el rebote entró llorando en la portería. Siguió apretando el cuadro gaditano, que puso el segundo a falta de cuatro minutos en una contra orquestada por Samuel que culminó con un pase de la muerte a Agustín.
5-2 y todavía quedaban un par de minutos, por lo que no podían tomarse confianzas algunas. Tuvo el VivoCuenca varias ocasiones para aumentar la renta, si bien los disparos eran sacados bajo la misma línea, bloqueados en el último segundo o se marchaban por muy poco. Casi parecía que el destino quería que se sufriese un poco en estos últimos minutos.
El sufrimiento lo despejó Mario Gómez cuando se hizo gigante en la misma portería en la que ya lo hizo en Copa del Rey hace dos años: detuvo un doble penalti para darle a su equipo el chute de adrenalina que necesitaba.
Con el tiempo llegando a su fin y el 5-2 en el marcador –que le daba la vuelta al 6-5 de la ida-, la fiesta –que ya estaba instalada en la grada- se trasladó rápidamente a la pista, que se fundió en abrazos, celebraciones, cánticos, gritos, confeti, manteos, fotografías…
Hoy el equipo ha demostrado que el fútbol sala tiene lugar en la capital y que está más vivo que nunca. Y como Vivir para contarlo es la ley, no se puede contar otra cosa que no sea que este equipo merecía algo así.
