Zenet: "Las canciones están vivas, se retuercen, maduran"

Jazz, swing, fado, tango, copla, bossa-nova, folk. Todo ello tiene cabida en la música de Toni Zenet, cantante malagueño que este viernes presenta en el Teatro-Auditorio de Cuenca el que es ya su cuarto disco de estudio, ‘Si sucede, conviene’, en el que destaca su inclinación hacia estilos cubanos, como el tumbao, que aparece en temas como ‘Fuiste tú’, su primer single. “Me gusta apropiarme de géneros de otros lugares y hacerlos míos”, cuenta este crooner inquieto al que le gusta “arriesgar y meterme en berenjenales”.
Define su música como una “ensalada extraña”…
Extraña en el sentido de que se sale fuera de lo normal. Estamos acostumbrados a unos ciertos arquetipos dentro de la música, a lo que se escucha todos los días en la radio, y lo que se sale de esos cánones puede parecer un poco fuera de lo normal. Pero a mí me parece muy normal (ríe).
Digamos que su música es jazz pero ahí entra de todo: latino, tango, copla, aires cubanos…
Sí, puedo arrancar con unas frases que parecen una copla y de pronto surgen unas notas de tango, y a partir de ahí un contrabajo que está marcando un swing… Es una mezcla de estilos. Siempre se ha hablado de fusión, pero a veces parece que se fuerza a la hora de componer, mientras que a mí me da la sensación de que cuando José Taboada y yo componemos tiramos de referentes tan personales, que están tan dentro de nosotros, que es un lenguaje que surge de forma muy natural.
En España lo latino sí que está muy presente en géneros como el rock…
Sí, pero mis referentes están más cerca de Sudamérica. Es verdad que en algunos de mis discos tenía ganas de entrar en referentes anglosajones, como el mundo de Nueva Orleans, y en el disco anterior, ‘La menor explicación’, me quedé tranquilo habiendo podido entrar en ese mundo armónico, porque gracias a una colaboración con Ole Swing, un proyecto muy personal de Raúl Márquez, conseguimos meternos en ese sonido un poco áspero, sucio, entre la guitarra y el violín.
Su nuevo disco, ‘Si sucede, conviene’, mira más a Cuba…
La diferencia que más se puede notar con respecto a los anteriores es que hay armonías cubanas. Los músicos son los mismos, todos grandes jazzistas que siempre se manejan en ese lenguaje muy fácilmente, pero ha sido en este álbum cuando hemos aprovechado para meternos en ese género.
Hicieron una campaña de ‘crowfounding’ para buscar la forma de financiarlo….
A mí me gusta llamarlo mecenazgo, porque tenemos una palabra en castellano para eso que funciona muy bien. Nunca había hecho nada parecido. No era fácil pero el público ha reaccionado muy bien y ha sido una experiencia maravillosa, que te acerca mucho más a tu público. El objetivo era alcanzar los 22.000 euros en 60 días, que era lo que costaba grabar el disco, las mezclas, la fabricación, y lo sobrepasamos, llegando 27.000, por lo que utilizamos el sobrante para el rodaje del videoclip de ‘Fuiste tú’.
¿Merece la pena grabar un disco ahora que tanta gente escucha la música por ordenador?
Sí. Un disco es una tarjeta de presentación, una manera de mostrar a la gente tu trabajo bien hecho. Con él consigues dejar la versión perfecta de las canciones. Porque luego es verdad que las canciones están vivas y que cada vez que las llevas a un sitio en directo se van transformando, retorciéndose, madurando. Pero esa versión de la canción digamos ideal que se grabó en su día de alguna manera es el parámetro que nosotros soñamos. Es como grabar una película.
Pero está claro que la mayor difusión de la música se hace por internet. ¿Qué le parece?
Está claro que es así. Tiene sus ventajas y sus desventajas. Llegamos a muchísima gente, y así ocurren cosas que antes no podías ni soñar, como que ahora puedan escucharme en Japón o en Canadá. Esto hace que cada día haya alguien que nos descubra y se acoplen dos o tres fans nuevos a nuestro mundo.
Las letras las escribe Javier Laguna y hablan de amor…
Utiliza el amor pero para hablar de la condición humana. Entonces, el amor en realidad es un pretexto. Si escarbas en ellas te das cuenta de que hablan de la desidia, de la pereza, de la aceptación, de los sueños perdidos… Y eso me parece una cualidad muy interesante.
Hábleme de influencias más concretas, de cantantes o músicos a los que admire…
Hay muchos, desde Miguel Poveda, con el que he cantado una de mis canciones, hasta gente que está empezando y que me gusta mucho como El Kanka, que es un paisano malagueño que está haciendo una labor maravillosa y con el que grabé un tema que se llama ‘Volar’. O Dry Martina, una chavala que también empieza y que me encanta lo que hace. Yo creo que todos nos nutrimos un poco del trabajo que hace cada uno y hay ciertas influencias, algo muy interesante.
También le han comparado con Bola de Nieve. ¿Le gusta?
Sí, pero tampoco especialmente. Igual que Bola de Nieve pueden estar Antonio Machín o Chavela Vargas. Es una música que se escuchaba en mi casa cuando yo era niño, y de la que renegué cuando tenía 18 o 20 años. Sin embargo, volví a ella después de, entre comillas, madurar en el mundo de la música. Te das cuenta de que tiene una gran riqueza armónica, de que en el folk de Sudamérica tenemos un huerto maravilloso que te puede dar una riqueza musical impresionante.
Ha trabajado como actor con directores como Juan Antonio Bardem, Adolfo Aristarain o Antonio Banderas. ¿Sigue compaginándolo con la música?
Ahora el mundo de la música me ocupa todo el tiempo. Empecé de hecho al no tener continuidad en el mundo de la interpretación, porque yo soy culo inquieto, y de alguna manera utilicé esos espacios que había entre trabajo y trabajo para dedicarme a este proyecto musical. Y ahora si me pasan algunos guiones, puedo ser más exigente, mientras que antes, cuando me dedicada exclusivamente a la interpretación, tenía que decir que sí a todo, incluso a papeles que no me gustaban mucho, porque había que llegar a fin de mes.