Rubén Navarro, ceramista por herencia y por gusto

Toda una vida lleva Rubén Navarro (Villarrobledo, 1971) dedicado a la cerámica. De crío ya trabajaba en el taller de su padre, Adrián Navarro, que cuando cumplió los doce años le compró un tormo de alfarero con el que, más que trabajar, “jugaba”, pero que fue llenándole poco a poco. Unos estudios en la Escuela Superior de Cerámica de Manises certificaron que ahí estaba su futuro, una profesión de la que vive, combinando su obra más artística con la más comercial. Esta última se encuentra, a disposición de conquenses y visitantes, en la tienda de cerámica con la que su familia cuenta en la Plaza Mayor, y de la primera se puede contemplar una buena selección en el Teatro-Auditorio, que hasta el 29 de diciembre acoge ‘Collages Cerámicos’, incluida en el programa ‘Días de arte conquense’.
Se trata de cerca de una treintena de cerámicas, tanto de jarrones como de cuadros –hay quienes confunden estos últimos con óleos–, sobre los que Rubén Navarro ha volcado su inspiración, tanto con dibujos propios como aprovechando imágenes de la prensa –algunas de la posguerra–, de la publicidad e incluso obras de otros artistas retocadas y distorsionadas, todo mezclado a modo de collages.
“Utilizo una amalgama de imágenes junto a dibujos propios que al final componen un pequeño collage sobre la superficie cerámica, para lo que trabajo con la cerámica talaverana”, comenta el autor
No es sencillo encontrar un significado a sus representaciones, pero en ellas se aglutina un buen número de personajes, a menudo deformados, y no faltan las escenas de orgías y diversión.
“En las piezas, ninguna de las cuales tiene título, voy volcando un poco las vivencias que tenga en ese momento: si he visto una película, si he leído un libro, algo que haya leído en la prensa, si he tenido alguna experiencia personal... A raíz de eso empiezo a trabajar, por etapas, normalmente puedo estar tres días con una pieza y luego la dejo un tiempo, para airearme, y empiezo con otra. Trato de sugerir y suele suceder que a la gente las obras en ocasiones les sugieren cosas que no tienen nada que ver con lo que yo quería expresar. Y tiene tanta validez lo que a uno le evoque que lo que a mí se me pudiera estar pasando por la cabeza cuando las hice”.
En sus cerámicas, Navarro reconoce que existen ciertas referencias a la mitología clásica, “pero adaptada a los tiempos actuales y con personajes inventados, imaginados, que trato que funcionen estéticamente, con escenas llamativas”.
Una vida de cerámica
A pesar de la crítica situación actual, Rubén Navarro vive de sus cerámicas gracias a su vertiente más comercial, con piezas a la venta en la tienda de la Plaza Mayor, además de a los encargos que le llegan. Y no abandona esta otra cerámica de fines más artísticos, “quizá más especial, con resultados que parecen más espectaculares”.
Puede que en España la cerámica no esté del todo consolidada como arte, ni se exhiba lo suficiente en los museos, pero cree que “se va consolidando cada vez más, sobre todo en Europa, donde hay muchas galerías especializadas en este arte. Muchos decoradores y diseñadores se están acercando a la cerámica, y eso ayuda”.
Preguntado por la difusión de la cultura en Cuenca, cree que se hacen muchas cosas: “A pesar de los pocos recursos económicos, siempre hay historias nuevas. Ahí está Carlos Codes, comisario de estas muestras de ‘Días de arte conquense’, que es una persona muy inquieta y siempre hace algo por los demás siendo además él mismo artista. Nosotros estamos en nuestro taller y bastante tenemos con hacer nuestras piezas, pero si hay alguien que te anima a exponer, es de gradecer”.
¿Se hubiera dedicado a la cerámica de no recibir esta herencia de manos de su padre? “No lo sé. Es algo que me viene de tradición pero yo sé que me gusta y que soy feliz con lo que hago, con cómo me gano el pan. Este mundo me apasiona, es mi vida”. Y eso que reconoce que se trata de un trabajo que le obliga a aislarle del exterior. “Es un trabajo muy solitario: se necesita esa soledad, para poder concentrarse, estar absorto en tus ideas, en tu creatividad”.
Alfar Pedro Mercedes
Es obligado preguntarle por el museo de la alfarería que el Consistorio está interesado en construir en el alfar de Pedro Mercedes, en San Antón, aunque sin fondos de momento para ello. Y se muestra partidario de una iniciativa así. “Que la obra de Pedro Mercedes esté escondida o guardada en cajas, es una pena. Debería haber visto la luz hace tiempo. Cómo se ha gestionado esa historia, no lo sé, son detalles que se me escapan, pero considero que un museo es siempre interesante y más de un maestro como Pedro Mercedes. Pero las cosas van siempre tan despacio: la burocracia, la crisis, el dinero…”