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András Kresák: retener el talento es posible

Este artista y diseñador gráfico afincado en la capital presenta en La Huella de los Elefantes su primera exposición individual, “Paradas”, formada por personales dibujos de rincones de la ciudad
András Kresák: retener el talento es posible
El autor, junto a uno de los edificios que ha dibujado. Foto: Saúl García
19/01/2020 - Gorka Díez

La capital conquense ha perdido 2.000 habitantes en la última década. Muchos jóvenes emigran en busca de oportunidades y buena parte de quienes vienen atraídos por la Universidad hacen las maletas en cuanto se gradúan.

Pero alguna excepción hay. András Kresák es una de ellas. Nacido en Szeged, Hungría, en 1981, y graduado en Bellas Artes, especialidad Diseño Gráfico, en Budapest, el cuatrimestre que pasó en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, en 2011, le marcó hasta el punto de animarle a regresar una vez acabados, al año siguiente, sus estudios, y desde entonces se busca la vida en Cuenca.

Lleva unos años dando clases de inglés en Kiddy’s Planet y su ambición es poder trabajar también como ilustrador. Dedica mientras tanto el tiempo que puede a dibujar, parte de cuya producción se expone hasta el 31 de enero en el pub La Huella de los Elefantes, junto a la Plaza Mayor.

“Que los estudiantes no quieran quedarse aquí es un problema. Pero siempre hay alguno que se queda, como ha sido mi caso. Mi ciudad, Szeged, será cuatro o cinco veces más grande que Cuenca, que todo el mundo dice que es una ciudad pequeña, pero yo creo que en ella puedes cumplir tus objetivos: yo desde luego he encontrado mi lugar. No sé si me gustaría quedarme para siempre, pero ahora mismo estoy bien aquí”, confiesa.

András Kresák: retener el talento es posible

Cuenca es de hecho la protagonista de buena parte de la veintena de dibujos que bajo el nombre de Paradas expone en este pub de la capital. Aunque no la Cuenca típica y tan explotada y cientos de veces vista de las Casas Colgadas o el puente San Pablo, sino la de pequeños rincones que podrían pertenecer a cualquier otra ciudad, pero que son de Cuenca: tejados de edificios llenos de antenas, alcantarillas coloreadas, fachadas de viviendas han captado el interés de András Kresák, cuyas ilustraciones parten de la realidad para recibir un filtro muy particular, poético y personal, como de cuento de dibujos animados, donde el color tiene un gran protagonismo.

Junto a las calles y rincones de Cuenca cobran así protagonismo sus propios sentimientos y emociones en torno a una ciudad que califica de “mágica” en la que “el tiempo parece detenerse, de nuevo comienza a avanzar lentamente, y se producen cambios”. Algo similar a lo que a todos nos puede ocurrir como personas.

Algo de “choque cultural” se aprecia también en la obra de un artista que confiesa que intenta expresar su visión de la ciudad y de sí mismo siendo consciente de que “aquí siempre seré un guiri”, un “extraño con acento” que entiende y habla el castellano pero que se pregunta si es capaz de entender correctamente muchos de los mensajes que le llegan, “su intención”. Una ciudad en la que se siente satisfecho de haber hecho “parada”, por el tiempo que tenga que ser.

András Kresák: retener el talento es posible