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Leyendas y fantasía en Espinas en la nieve, nuevo libro de Julia de la Fuente

La joven conquense rinde homenaje en su cuarta novela a los cuentos de la infancia pero dándole una vuelta a los tópicos
Leyendas y fantasía en Espinas en la nieve, nuevo libro de Julia de la Fuente
19/02/2021 - Dolo Cambronero

Quería rendir homenaje a los cuentos de la infancia pero dándole una vuelta a los tópicos. Así, la protagonista de Espinas en la nieve, la cuarta novela de Julia de la Fuente Migallón (Cuenca, 1995), no es una princesa sino una granjera que va siempre con sus “hachas preparadas”. Un caballero al que le da miedo luchar y un príncipe que no quiere reinar son otros de los personajes de este libro de fantasía, sobre los cuales orbita una maldición.

Entre torres encantadas y con la profecía de los cuervos planeando, en la novela de fantasía, que acaba de publicarse esta semana, De la Fuente recupera el mundo de su anterior libro, Heredera de plata, aunque lo sitúa unos siglos antes. “La escribí muy rápido y en medio año, ya la tenía. El final, que es muy sorprendente, estaba en mi mente desde el principio y la historia tiró de mí”, asegura.

No obstante, la autora explica que ambas historias son independientes y pueden leerse por separado o en el orden que se prefiera. “Comparten lugares y guiños. Los personajes de esta novela se mencionan en la anterior como héroes del pasado”, detalla De la Fuente, que precisa que en Espinas en la nieve se cuenta cómo empezaron a fraguarse los dos reinos que luego aparecerán en Heredera de plata y cómo se produjo el choque entre aquellas dos civilizaciones y creencias.

Publicada por Ediciones Kiwi y dirigida fundamentalmente a un público juvenil, la novela vuelve a tratar un tema que, según recalca la escritora, gustó mucho a los lectores del anterior libro: el juego con la mitología. Así, en Espinas en la nieve se alude a una leyenda que cuenta que una reina sin corona hizo un pacto de sangre con una bruja, que fue traicionado. Años después, las espinas regresan para cobrarse la deslealtad y perseguirán a Eria, la protagonista granjera de esta historia y que nada sabe de ese pasado.

Un personaje muy diferente a las protagonistas femeninas que solemos encontrarnos. “Era un reto salirme de esos estereotipos”, sostiene la autora, que concreta que Eria es “muy divertida”, quizás porque no tiene demasiados filtros a la hora de hablar. “Dentro del ambiente oscuro de la novela, aporta un punto gracioso a la historia. Va como un potrillo desbocado...”, bromea De la Fuente.

La escritora desvela que las personas que ya han leído la novela le dicen que la prosa es “muy visual”. “Hace que enseguida veas la historia en tu cabeza y la puedes vivir. Es una novela muy rápida de leer por esa forma que tiene de engancharte”, considera.

La novela ya está disponible en las librerías conquenses y, hasta el 22 de febrero, se puede reservar un libro firmado por la autora, que lanzó con tan solo 18 años su primera novela, Corazón de sombras, que conformaría después una bilogía junto a Corazón de cristal, ambas autopublicadas. Después llegaría Heredera de plata que, al igual que Espinas en la nieve, han visto la luz de la mano de Ediciones Kiwi.

“Desde que tengo uso de razón, me recuerdo leyendo y escribiendo. Los libros me daban tanto, que tenía que devolverlo. No concibo mi vida o a mí misma sin una historia a medias en la cabeza y otra en el teclado”, subraya.

Pero ¿cómo es ese proceso creativo? La joven explica que, normalmente, cuando se le ocurre una historia, suele tener en la mente el comienzo y el final. “Me atrapa tanto que siento que tengo que escribirla. Y, a partir de ahí, empiezo a construir los personajes, el contexto...”, señala De la Fuente, graduada en Filosofía.

La autora tiene ya otras tres novelas terminadas y le gustaría escribir un ensayo filosófico y otro literario que ahonde en las técnicas narrativas y en la representación de la mujer en la literatura. Ahora, trabaja como lectora editorial y da clases online para escritores, además de cursar el máster para profesorado de Secundaria: “Me di cuenta de que me gustaba la docencia a raíz de las clases. Te hace ser más exigente contigo mismo y replantearte tus técnicas. Todo eso me aporta y me hace mejorar”.