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El Barroco recuperará su lugar dentro del arte conquense

"Es clave llegar a la educación de la mirada, es decir, enseñar la ciudad de forma distinta"
13/07/2017 - N.Lozano
Cuenca tiene vida cultural más allá de su emblemática catedral y de sus museos. En las guías turísticas se destaca por encima de todo la ciudad medieval o sus importantes manifestaciones renacentistas, que por supuesto nadie discute, pero la esencia del perfil monumental conquense es barroco, tanto desde el punto de vista arquitectónico como doméstico. 

Los prejuicios academicistas de finales del s.XVIII que se extendieron por toda Europa crearon alrededor de este estilo una mala fama que se mantiene incluso hasta finales del siglo XX, por lo que el Barroco conquense queda ensombrecido y difuminado a la vista de conquenses y visitantes.  

El Consorcio Ciudad de Cuenca trabaja desde hace meses con la intención de sacar a la luz la Cuenca barroca y sus maravillas artísticas.  Para ello, se está elaborando un prolijo estudio de investigación, que se ha encargado al catedrático de Historia del Arte Pedro Miguel Ibáñez, y que servirá de base para diseñar la Ruta del Barroco, o mejor dicho, las rutas, porque tal y como explica a Las Noticias el gerente del Consorcio, Daniel de León, la idea es concebir varios itinerarios turísticos en función de las distintas fases de este estilo o las diferentes arquitecturas civiles o religiosas, calles, interiores... 

Se retoma de esta forma una iniciativa que ya abanderó en 2007 el entonces alcalde José Manuel Martínez Cenzano, quien en una visita a las obras de rehabilitación de la iglesia de San Pedro anunciaba la preparación por parte del Ayuntamiento, en colaboración con el Obispado, de la ‘La Ruta del Barroco’ que adelantó que sería “espectacular”. El proyecto no vio finalmente la luz y diez años después se vuelve a trabajar en ello. 

De León confía en que sea una realidad antes de que termine el año. Ya se ha hecho todo el trabajo técnico y fotográfico. Asimismo, están a punto de concluir las obras en Las Petras, lugar que se incorporará a la Ruta. “Tenemos mucha ilusión porque va a ser muy importante para la ciudad”, señala el responsable del Consorcio, quien considera una pena que los turistas se queden siempre en la zona que abarca desde el Castillo a la Plaza Mayor. “Cuenca es mucho más. Además, el 10 por ciento de los visitantes se quedan una semana y esas personas buscan ver cosas. Queremos abrir la ciudad y ofrecer nuevos atractivos”. 

Palabras que suscribe el historiador Pedro Miguel Ibáñez que insiste en la idea de que Cuenca es ante todo una ciudad barroca. “A mediados del siglo XVIII surge un frenesí constructor, se levantan nuevos edificios y se transforman otros. Hablamos de San Felipe Neri, San Pedro, la Iglesia de San Antón...” Se traza, en definitiva, el perfil monumental de Cuenca. 

Sin embargo, la ola de prejuicios contra el Barroco se extiende poco tiempo después  y hasta hace relativamente pocos años Cuenca pasa a ser lugar de un solo monumento “lo que va en contra de su esencia”. “Lo que existe ahora es una voluntad de querer superar esta situación. Las guías turísticas encaminan solo hacia determinados puntos y tenemos el empeño de poner en valor este patrimonio”. 

Ibáñez considera clave llegar a lo que denomina “la educación de la mirada”, es decir, tratar de enseñar la ciudad de una manera distinta. Es una asignatura pendiente que hay que aprobar. “Tanto conquenses como visitantes tenemos que educar esa forma de mirar, reconocer esos valores monumentales, dejar a un lado esos itinerarios ya fijados y que disfruten y vean más allá”.

La cantidad y calidad de las manifestaciones barrocas conquenses son incontestables. Capillas como la del Pilar o el Transparente de San Julián en la catedral; las ya citadas San Pedro o San Felipe Neri, las iglesias del Hospital de Santiago o de la Puerta de Valencia... Algunas, como nos cuenta Ibáñez, fueron denostadas y maldecidas por academicistas como Antonio Pons, quien en su obra ‘El viaje de España’, propone destruir la original portada de la Iglesia de San Pablo. También la arquitectura civil es de gran interés, con muestras como el Ayuntamiento, la Casa del Corregidor o la fachada del Palacio Episcopal. Sin olvidar la típica fisonomía de las calles con balcones que se origina en el Barroco avanzado.  

Un legado asombroso pendiente por descubrir y ocupar el lugar que nunca debió perder.

UN MERECIDO HOMENAJE
Si hay una figura clave en el Barroco conquense es la del arquitecto y retablista José Martín de Aldehuela. La Ruta del Barroco contribuirá a darle a este turolense el prestigio que de forma injusta no tuvo en vida, al contrario por ejemplo que Ventura Rodríguez.

El joven historiador José Vicente Cambronero ha realizado un trabajo de investigación inédito sobre este artista. En su opinión, a pesar de trabajar en una época de crisis en Cuenca y con materiales pobres, Aldehuela  “hizo un arte bastante digno e interesante. Fue un genio comparable a otros artistas de la talla de Esteban Jamete o Andrés de Valdevira”. Viene a Cuenca para hacer el oratorio de San Felipe Neri y el obispo Flórez Osorio lo convence para que se quede, nombrándolo maestro mayor de obras del Obispado. Construye iglesias como la de San Antón, pero también restaura otras como San Pedro o San Gil. También es el autor de la capilla del Pilar, el cerramiento del claustro y las suntuosas cajas de los órganos de la catedral, entre otras muchas obras. 

Muere pobre y solo en Málaga, donde levantó el Tajo de Ronda. Circula la leyenda que se tiró por este puente porque pensó que nunca sería capaz de superar algo tan bello. Anónimo durante siglos, en los años 40 el arquitecto Chueca Goitia, referencia ineludible en la arquitectura española del siglo XX, reivindicó su figura como uno de los grandes del siglo XVIII.