Arturo Mombiedro: "Me inspiro en conversaciones anodinas que escucho en la calle"

Con solo 12 años de edad, Arturo Mombiedro (Cuenca, 1996) se puso manos a la obra y convenció a una veintena de compañeros del instituto Alfonso VIII para rodar, con la típica cámara familiar, su primer mediometraje, ‘Un pelo en la sopa’, un filme de intriga “extremadamente casero” que arrancaba con la muerte de un magnate de los negocios atragantado por un pelo en la sopa. Y ocho años después basta mirar su currículum para constatar que en todo este tiempo ha seguido alimentando su pasión, el cine, dirigiendo cerca de una decena de cortometrajes y el vídeo divulgativo ‘El mecanismo de un botijo’, con el que, con ingredientes de humor, explica los motivos que hacen que un recipiente tan sencillo como el botijo consiga enfriar el agua hasta 15 grados en días calurosos y por el que ha sido reconocido con el primer premio en categoría universitaria del concurso ‘Reacciona’, organizado por la Real Sociedad Española de Química y la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.
“Este reconocimiento supone un orgullo porque llevo muchos años haciendo películas cortas”, dice Mombiedro, que estudió un año Audiovisuales en Aranjuez pero optó por cambiarse a Farmacia (cursa tercero en la Universidad CEU de San Pablo en Madrid) porque no le atraían tanto los aspectos técnicos del cine y en Farmacia vio, además de la posibilidad de seguir la estela de su familia, “una carrera más humanista, en la que aprendes de la naturaleza y de la vida, lo que te ayuda a tener un concepto general de la vida”.
“MANTENER VIVO EL CINE”
Pero aunque su reto profesional es dar clases en la Universidad, no quiere perder su vinculación al cine, para lo que en 2012 creó, junto a Mónica López, la asociación Mombi-Entretiéneme, con la que busca “mantener viva la imagen del cine en la capital conquense” y con la que ya tiene previsto rodar un nuevo filme, el cortometraje ‘Miedo’, con un guion de su autoría basado en un relato de Eduardo Palomares en el que quiere contar una historia de amor. “Nuestro anterior filme fue ‘Algarabía’, muy esperpéntica y manchega, con mucho humor almodovariano, y ahora tiro más hacia lo antropológico, las situaciones absurdas de la vida”.
Para ello se inspira, dice, en “conversaciones anodinas que escucho todos los días en la calle, en el bus, mientras espero a comprar el pan, de las que coges la mitad pero solo con eso te das cuenta de los pensamientos y preocupaciones de la gente, que son siempre las mismas”. Entre ellas, “el trabajo, el hijo que se va de España, los estudios, y otros más existenciales como el ¿qué hago yo en esta vida?, ¿para qué estudio esto o trabajo en aquello? o ¿por qué estoy aquí?”.
Junto al cine de Almodóvar, al que admira, aunque considera que a partir de ‘Los abrazos rotos’ “se desvirtuó, pero puede permitirse lo que quiera”, le gusta el cine de los hermanos Cohen y películas como ‘Birdman’, de Alejandro González Iñárritu, o sobre todo ‘Magical girl’, de Carlos Vermut. “Esta me parece una obra maestra. La vi tres veces en el cine y tuve que comprarme el DVD para verla todas las veces que quiera”.
Reconoce que ni él ni sus principales ayudantes, Soledad Solano y Mónica, esta última “actualmente en Londres, como el 60 por ciento de los jóvenes”, tienen idea de hacer cine, pero “vamos creando nuestra propia profesionalidad a partir de equivocarnos”. Igualmente, los medios son “muy limitados” pero van mejorando gracias a las participaciones económicas de los miembros de la asociación, que ya son unos cuarenta. “Poco a poco podemos ir invirtiendo y trabajar también con gente bastante profesional y competente, que está más metida en este mundo, compañeros de mi etapa en Aranjuez”. Eso sí, confía en que en algún momento empiece a haber subvenciones.
CONQUENSE DE CORAZÓN
Aunque estudia en Madrid, Cuenca es el sitio donde le interesa rodar. “Soy muy conquense de corazón y es donde me gusta trabajar. Recuerdo que cuando llegué con doce años al Sire y pregunté si podía grabar parte de ‘Un pelo en la sopa’ me dijeron que sí, y desde entonces me siento muy a gusto, porque en Cuenca hay una gente que te trata estupendamente, con unos parajes inauditos, donde estamos muy a gusto”.
Considera que en Cuenca, para su población, tiene un movimiento cultural importante. “Está el cine-club, la Semana de Música Religiosa… Claro que también faltan cosas, como el festival de cine, en uno de cuyos cursos participé en una edición y fue un privilegio. Ojalá vuelva a hacerse no solo de mujeres, sino también de hombres, de jóvenes en dirección, porque en Cuenca hay una barbaridad de artistas y deberían incentivarlos. La cultura es una parte muy importante de toda sociedad civilizada: lo es todo, como el botijo”.