Fernando Adrián puede revalidar el Trofeo de San Julián: cuatro orejas
Cinco orejas el sábado y cinco el lunes tras la diezmada corrida suspendida de rejones. Un gol o una goleada valen dos puntos; dos orejas, en la mayoría de las plazas, sirven para abrir la puerta grande y cuatro pueden valer para erigir a un torero como triunfador de la feria, aunque en este caso lo que más importa son las faenas. Si el sábado decíamos que la puerta grande era un tanto generosa, esta vez la salida a hombros del repetidor triunfador de Cuenca, Fernando Adrián, era más que merecida, pero el saldo de cuatro apéndices quizá sea igualmente generoso (dos) en el que cerró plaza, si bien el espadazo lo merecía. Ganó la partida, con lo poco boyante del desesperante juego del ganado, el torero que lucha por su futuro, con empaque y templanza, como lo es el diestro de Torres de la Alameda; los artistas Morante, y sobre todo Juan Ortega, apenas si pudieron lucirse ante los desrazados y mansos toros que les tocaron en mala suerte…
MORANTE DE LA PUEBLA
Abrió plaza el toro “Productor”, que ya salió al ruedo buscando la querencia, sin querer entrar en los capotes, hasta que Curro Javier le buscó las vueltas y así pudo Morante de la Puebla dibujar un par de verónicas de esencia y la media con empaque. El puyazo no hizo el efecto deseado para que el “sorando” produjese mejor embestida, y los banderilleros arriesgaron para colocar los garapullos. Morante, muleta en mano, tocaba y probaba, pero “Productor”, un manso que topaba, se acercaba a los terrenos de toriles. Pases sueltos y poco más, pues cuando uno no quiere (el toro), el torero tiene que buscar la tizona. Y tras pinchazo sin soltar, acabó de estocada de rápidos efectos. Se le aplaudió a José Antonio Morante.
En el cuarto, pese a la merienda, se escucharon olés cuando Morante de la Puebla, recibió a “Asustadillo”, que salió como una fiera a repasar los burladeros, con cinco verónicas y la media, saltando el burel ante el percal. Tras un puyacito, Curro Javier colocó dos pares de banderillas aplaudidos, iniciando Morante su faena de contados pases al hilo de las tablas, transmitiendo con cuentagotas la esencia de su toreo, primero con la derecha, tras unos doblones, para proseguir por la izquierda en cortas tandas, sin ligazón, pues “Asustadillo” asustaba en los remates. Destellos de calidad de Morante y poco más de pinturería, para prender una estocada con derrame de rápidos efectos. Se le pidió la oreja con insistencia y con ella dio la vuelta al anillo.
FERNANDO ADRIÁN
Volvía a la Feria de Cuenca Fernando Adrián, tras recoger el pasado 18 de julio, en el Auditorio, el trofeo de San Julián 2023. Y lo hizo, vestido de blanco y plata, para buscar los oros del triunfo. Lo consiguió por torería, valentía y porque se le vio desde el primer momento que quería... Ahí va el “pareao”. Y ahí está la puerta grande en solitario con cuatro orejas, entre el flamear de pañuelos de los tendidos… y del propio presidente. Dos faenas distintas, con distinto volumen, pero con el mismo peso orejil. Las ganó por torería y valentía.
Recibió Fernando Adrián a “Revuelto” con apretados delantales, la verónica y la revolera, entusiasmando al público. Tras un buen colocado puyazo y los pares del subalterno Marcos Prieto, el torero madrileño brindó su faena al público, tras santiguarse repetidamente montera en mano. Fernando se colocó de hinojos en el centro del platillo y allí revolucionó los tendidos con sus pases cambiados por detrás y por delante. Era el comienzo de una vibrante faena ante el “sorando” más potable, logrando así, con brazo largo y pies quietos en un palmo, series de tandas, primero al natural y luego con redondos y profundos pases de pecho. La Banda tocaba “Manolete” y Fernando Adrián tocaba con sus manos el estaquillador de la muleta para ir prodigando las series ligadas y los pases de pecho, lentos, precisos y preciosos, circulares y el trincherazo. Había logrado coser en la muleta la embestida del burel que, cuando se fue parando, refrendó su trabajo con arrimón sobre los pitones. La estocada no fue fulminante y el puntillero levantó a “Revuelto”, acabando Fernando de certero descabello. Los tendidos se llenaron de pañuelos y las dos orejas las paseó Adrián entre cariñosas ovaciones.
El quinto atendía por “Licorero” y aunque ya tenía la puerta grande segura, Fernando puso todo su empeño en continuar por la senda del triunfo y con lances con mucha exquisitez recibió al quinto menos malo, al que llevó al cabo con unas primorosas chicuelinas, las únicas que se vieron en la tarde, y la media casi afarolada. Tras la intervención del piquero, banderilleó Jesús Aguado, que primero no encontró toro y luego fue “Licorero” quien hizo por él y le arrolló. Por fortuna todo quedó en el susto, y Aguado, sin zapatillas, colocó un arriesgado buen par y un segundo en su sitio, y saludó la ovación con la montera de su maestro.
Fernando Adrián brindó a un conocido para comenzar su labor muleteril de rodillas, con cite valiente, para seguir sacando pases sobre ambas manos, exprimiendo a “Licorero” lo poco que tenía, que quizá le sabía a resoli, porque estaba en Cuenca, donde se ha ganado el respeto y la admiración del público. Fue una faena distinta a la anterior, en la que el diestro fue utilizando recursos a falta de ligazón, con pases cambiados, circulares a media vuelta, e incluso arrojando la espada para sacar otra tanda, de derecha a izquierda. Otra faena de arrimón, para tirar la flámula sobre la arena y hacer el desplante entre los pitones de arrojo y valentía. Las palmas volvían a echar humo. La estocada fue fulminante y los tendidos se llenaron de pañuelos, para el primer apéndice, y aunque el presidente se lo pensó, finalmente concedió la segunda oreja.
Fernando Adrián dio la vuelta al ruedo con los máximos trofeos, interpretando la Banda de Música de Cuenca el pasodoble “El empresario”, dedicado en 2002 a Maximino Pérez, que es el apoderado de Fernando Adrián. Todo un gran detalle de los músicos conquenses, que hacen bien en hacer oídos sordos a algunos epítetos sin venir a cuento de los impacientes. (Por cierto, el sábado la Banda, que tuvo que dividirse, tuvo toros, cabalgata y concierto, con estreno de un pasodoble. ¡Ahí queda eso!)
JUAN ORTEGA
Lo que más sobresalió de Juan Ortega, en su segunda comparecencia en Cuenca fue su bonito terno de burdeos y oro, o corinto y oro o sangre de toro. Porque pese a su intento y sus ganas, pechó con el peor lote, ilidiable. Al torero de Triana le tocó lidiar primero a “Flamenco”, el de mayor peso del encierro, pero ni por soleares, ni por las preciosas seis verónicas que dibujó, con clase y enjundia, le valieron para lograr sus ganas de ofrecer el toreo que atesora. El del castoreño falló con la puya primero y tras otro puyazo dejó a “Flamenco” con pocas ganas de zapatear. Cuando Ortega inició su faena se hizo el silencio expectante, pero pronto vimos que el burel lanzaba derrotes y no quería pelea pese a la insistencia del acreditado torero sevillano. Acabó de estocada y dos descabellos.
En el que cerró plaza, más de lo mismo, o peor, pues aunque Juan Ortega intentó recibir a “Imaginado” con la franela, el burel no atendía capotes, y sólo Muñoz “Perico” intentaba llevarlo entre las telas. El público protestaba por el toro, con signo de mansedumbre y sin fijeza, y tras caer ante el picador y recibir tres pares de banderillas, el de Sorando nada quiso saber de la muleta sabia que le ofrecía Juan Ortega, que viendo lo que decía “El Gallo”, (que “lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible”), cogió la espada y acabó con “Imaginado” de pinchazo y estocada. Ni se había imaginado Juan Ortega tanta mala suerte en esta tarde de Cuenca del 26 de agosto.
El público despidió a Morante y Ortega con palmas por la mala suerte con el ganado, y aplaudió al triunfador de la tarde, Fernando Adrián, que puso caro el Trofeo de triunfador con sus cuatro apéndices.
LA FICHA
Tercera corrida de la Feria de San Julián. Lunes, 26 de agosto de 2024. Presidió Emiliano García, asesorado por Miguel Tinajero y la veterinaria Natividad Montoya.
Morante de la Puebla (celeste y oro), palmas y una oreja.
Fernando Adrián (blanco y plata), dos orejas y dos orejas.
Juan Ortega (corinto y oro), silencio y silencio.
El ganado: Se lidiaron seis toros del hierro de Román Sorando, correctamente presentados, pero faltos de raza. Mansurrón el primero como el sexto, sin clase, y con sentido el tercero. Con nobleza el segundo y quinto, aunque parado. Pitados en el arrastres salvo el aplaudido segundo. El juego de las reses condicionó parte de la corrida. Peso: 495, 468, 537, 438, 488 y 445 kilos.
Incidencias: Más de tres cuartos de entrada en tarde soleada, con ligera brisa, y gran ambiente en los tendidos, sobre todo de sol y sombra, destacando una vez más las peñas mateas entre las andanadas del 5 y el 6, con sus músicas y colorido. Conocidos políticos regionales y caras conocidas como la del matador de toros Alejandro Talavante, anunciado en la cuarta de feria; el entrenador nacional Joaquín Caparrós, nominado como hijo adoptivo de Cuenca, y los cómicos Faemino y Cansado, éste pregonero de San Julián-2024, entre otros, y eso sí, muchísimos paisanos de la provincia.