Las claves de un buen comedor escolar
Los comedores escolares conquenses no han tenido nunca ningún caso grave de intoxicación alimentaria y trabajan muy bien
26/05/2017 - N. Lozano
Una de las primeras opciones que barajan las familias a la hora de escoger centro educativo para sus hijos es que tenga un buen comedor. El I Estudio de Preferencias sobre Colegios de España publicado el año pasado recogía que entre los servicios extra que se ofrecen es el más valorado y utilizan cerca de un 70% de los padres. Según esta encuesta, las familias buscan colegios que cuenten con cocina propia y aprecian que ofrezcan menús saludables y equilibrados, así como la posibilidad de confeccionar dietas especiales para niños con alergias o intolerancias.
En el año 2003 la Consejería de Educación presentaba el Plan de Calidad de Comedores Escolares con el fin de regular y ordenar el funcionamiento de este servicio.
Ya entonces se dejaba claro que el comedor escolar debía entenderse como un servicio educativo que complementa la labor del centro docente desarrollando hábitos y actitudes saludables en el alumnado en relación con la nutrición, y contribuyendo a favorecer la salud de los escolares en la etapa de sus vidas de mayor crecimiento y necesidades tanto físicas como intelectuales. También se destacaba como una de sus funciones la de fomentar el compañerismo y las actitudes de respeto y tolerancia hacia alumnos y alumnas con peculiaridades alimenticias propias.
Con los años se ha demostrado que es además un elemento fundamental para ayudar a la conciliación. De hecho, la creación de las llamadas aulas matinales supuso un desahogo para muchas familias en las que ambos progenitores trabajan. La directora provincial de Educación, Yolanda Rozalén, confirma que también en Cuenca es un servicio muy necesario y demandado. De hecho, desde el curso 2014-2015 al actual se ha pasado de 28 comedores a 32 en toda la provincia. Hay 1.880 usuarios, lo que representa un 13,2% del total provincial de alumnos de Infantil y Primaria. En la capital este porcentaje se eleva al 26,2%, con 1.152 usuarios.
En cuanto al modelo de comedor, de los 32 existentes, 19 funcionan con catering, 2 por gestión integral de los ayuntamientos y 8 por gestión directa del centro, como ocurre en los colegios ‘Isaac Albéniz’, ‘El Carmen’, ‘La Paz’ e ‘Infanta Elena’ de la capital.
En opinión de la directora provincial, la clave de un buen comedor es el apoyo de las familias. La Consejería, por su parte, dicta unas instrucciones para que este servicio esté al cien por cien y además trabaja codo con codo con Sanidad, especialmente para tener bajo control todo lo referente a las alergias o al alumnado que por sus circunstancias o cultura requieren comidas especializadas. “En estas circunstancias se trabaja con el máximo cuidado y precaución y se cocina muy en exclusiva para ellos”.
Asimismo, se hacen catas de las comidas que se elaboran a diario y se llevan a cabo numerosos análisis. “Me consta que en el caso de Cuenca nunca hemos tenido ninguna incidencia grave ni casos de intoxicaciones alimentarias, por lo que hay que felicitar a todos los equipos”.
En su opinión, y sin desmerecer la calidad de los comedores con catering, la cocina propia añade un plus al colegio. “Cuando se trabaja desde dentro se crea un vínculo estrecho con el centro y los alumnos”, afirma. No obstante, en todos los casos “se está dando una calidad del servicio muy exigente, se está haciendo un gran trabajo y los números lo avalan. Además, muchos padres nos trasladan que sus hijos comen mejor gracias a que están en el comedor”.
Otra de las preocupaciones de Educación es que sea un servicio asequible para todas las familias.
Por este motivo, se han recuperado las ayudas que se quitaron en la anterior legislatura. Precisamente este jueves se ha abierto el plazo para solicitar las becas de comedores escolares en centros educativos públicos destinada al alumnado del Segundo Ciclo de Educación Infantil y Educación Primaria, que por circunstancias socioeconómicas o por motivos familiares se encuentre en situación de emergencia social o económica desfavorecida. El importe total de las ayudas para el próximo curso será de 4,5 millones de euros.
En función de los miembros de la unidad familiar y la renta se subvenciona el 50% o el 100% de coste del servicio, que en condiciones normales suele ser de unos 80 euros mensuales. Los alumnos transportados tienen subvencionado el comedor al 100%. Rozalén no tiene dudas sobre la calificación que les pondría a los comedores escolares conquenses: “de nota tienen un sobresaliente”.
EN EL DÍA A DÍA
Quienes juegan un papel fundamental en el día a día de los comedores son los acompañantes o monitores. Este servicio trasciende las barreras de lo puramente asistencial. María trabaja en el comedor escolar del CEIP ‘Isaac Albéniz’. Su función principal, explica, es ayudar a que los niños coman bien, que tengan una alimentación sana. En su caso particular, lo más difícil es que es un comedor bastante grande, hay un total de 152 niños, “lo que complica más estar pendiente de todos ellos, por eso somos más cuidadoras de lo habitual, pero por lo demás te lo pasas bien, disfrutas y ellos también lo hacen”.
Estos profesionales tienen que lidiar con las inapetencias de los niños y también con su picaresca. “Algunos cuando no quieren más esconden trozos de comida en las servilletas o desmigajan el pescado para que parezca que lo han acabado, pero ya nos sabemos todos los trucos”.
A la hora de hacer comer a los alumnos utilizan el juego y algunas ‘trampas’, como convencer a los más pequeños de que las judías verdes o las lentejas son chucherías. “Cuando se trata de otro tipo de comida como pizza o lasaña, no tenemos problemas”. Para los casos más difíciles el último recurso es el castigo “pero normalmente no llegamos a ese extremo, son colaboradores”. En el mismo curso se ve una clara evolución en la forma de comer. “Los de 3 años que comían papillas, yogures y sopa, en principio se iban llorando y con el estómago vacío y ahora comen de todo”.
María solo ve ventajas a este servicio y lo aconseja a todas las familias. “A los niños les da autonomía, autosuficiencia, y les sube la autoestima. Asimismo, interactúan entre ellos, se relacionan, y aprenden a ser más responsables”.
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