La ‘Huerta Integractiva’ que busca revitalizar la hoz del Huécar

¿Puede un lugar elegirte? Cecilia García Muñoz cree que sí, que eso es lo que le pasó a ella con una parcela de la hoz del Huécar ubicada en el término municipal de Cuenca. La conexión especial que sintió esta licenciada en Ciencias Ambientales y diplomada en Magisterio cuando se topó con este espacio es el origen del proyecto Huerta Integractiva, que busca conservar y proteger el entorno asociado a esta zona natural mediante la recuperación de actividades tradicionales relacionadas con la explotación de los recursos del territorio, así como las prácticas de esparcimiento y de tipo cultural.
El proyecto, que ha sido premiado en el programa de fomento al emprendimiento Integra 4.0 de la Diputación Provincial de Cuenca con una ayuda económica de 36.939 euros, se desarrollará en un espacio que cuenta con una superficie de dos hectáreas y que incluye una vivienda y cerca de una veintena de bancales, enmarcado junto a un farallón rocoso y una zona de rivera con vegetación consolidada.
“Igual que hay predisposición a cuidar el patrimonio histórico y cultural, también debemos velar por el patrimonio inmaterial y natural de nuestra ciudad”, recalca García Muñoz, que se define como una enamorada de Cuenca y que cuenta con más de 25 años de experiencia en gestión empresarial en los ámbitos de calidad y medio ambiente.
El punto de partida del proyecto se remonta al nacimiento de su hijo, hace casi diez años, momentó en que se replanteó su vida y decidió “tocar tierra literalmente”, consciente de que los entornos naturales son uno de los elementos fundamentales para el bienestar individual. Partiendo de esa idea, esta emprendedora quiere poner también este terreno al servicio de la colectividad y el bien común.

LÍNEAS DE TRABAJO
Por ello, el proyecto contempla el desarrollo de visitas educativas, un jardín terapéutico, una senda botánica, el alquiler de huertos para la agroecología y espacios, y actividades de formación e investigación, entre otras acciones.
Además del proyecto de emprendimiento, la huerta también da cobijo a asociaciones sin ánimo de lucro como Terraua, que busca el desarrollo de actividades culturales, etnográficas y etnobotánicas puestas al servicio de la economía circular actual.
Porque para esta profesional, las huertas de la hoz del Huécar jugaron un papel fundamental en la provisión de comida a la ciudad en años pasados y se trata de un espacio lleno de “sabiduría” en relación con lo que ahora se llama “sostenibilidad y economía circular”. “No hay que inventar nada. Solamente tenemos que volver a dejarle hacer lo que sabe, acompañarlo y acercarlo a las nuevas generaciones”, señala.
Para la ambientóloga, la parcela es una pequeña muestra de lo que es nuestro legado, detallando que este espacio funcionaba como un “organismo granja”: contaba con un edificio de uso residencial y adscrito al buen hacer del entorno, alrededor del cual se situaba la zona de esparcimiento y las parcelas de cultivo; en el siguiente bancal se encontraban los animales y, a continuación, había un terreno para producir el forraje que servía para alimentarlos. “Hay una concesión de agua que hace viable el sistema. Está aquí todo. Lo único que tengo que hacer es no dejarlo morir”, incide.
En esta línea, alerta de que todo este patrimonio “está pendiente de un hilo” en la actualidad, con problemas de abandono y robos, por lo que apuesta por velar por su protección y pone como ejemplos de los riesgos el deterioro que han sufrido otros enclaves como el hocino de Federico Muelas o la conocida como Casa Colorá.

PLANTANDO SEMILLAS
Para contrarrestar estos peligros, la Huerta Integractiva ya ha comenzado a andar, encontrándose ahora en su “estadio embrionario, plantando la semilla”. “Estamos en el mismo momento que la tierra. Empieza un ciclo nuevo y ya llegará la primavera y sembraremos para luego recoger”, cuenta, apostando por un cultivo ecológico respetuoso con el medio.
Además, se ha puesto en contacto con la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) con la intención de que se puedan realizar unos estudios acerca de la forma en que el tipo de cultivo afecta a la microbiología del suelo.
En el plano pedagógico, tiene previsto organizar visitas “etnográficas porque este lugar reúne mucha historia de lo que ha sido la cultura conquense” y con el fin de mostrar todo este patrimonio a colectivos y centros educativos. En un futuro, también se plantea introducir actividades didácticas de emprendimiento.
En los tiempos de la competitividad, el proyecto apuesta sin embargo por la cooperación, una de sus señas distintivas. “Un huerto es muy esclavo pero si hay, por ejemplo, diez personas con su pequeña parcela, e incluso alguna de soporte, se pueden ayudar unas a otras. Si te vas de vacaciones, alguien te puede regar”, señala. Además, esta profesional también ha participado en el programa para el emprendimiento en bioeconomía forestal de Cuenca Urban Forest Innovation Lab (UFIL) y está en contacto con varios de sus compañeros para establecer sinergias que hagan crecer aún más sus respectivos proyectos.