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Gran coleccionismo de andar por casa

El matrimonio De la Torre-Valeriano posee una importante colección de postales y fotografías de Cuenca, además de otros objetos que han ido adquiriendo a lo largo de los años
13/08/2017 - N. Lozano
El coleccionismo ha existido desde la Prehistoria, desde que los hombres dieron valor a cualquier objeto. Aunque ha evolucionado a lo largo de los años, la actividad en sí sigue manteniendo su esencia que no es otra que reunir, seleccionar y conservar un objeto por encima de su función primaria y el valor original para, simplemente, poseer algo singular y envidiable.

En el Neolítico se guardaban cosas porque les resultaban extrañas o como ajuar funerario, algo que también hicieron más adelante los egipcios. No obstante, en esta época los que coleccionaban eran los más poderosos y casi siempre para culto religioso. Pasamos a Grecia que es cuando empiezan a coleccionar no lo más valioso, sino lo más antiguo. En éste ámbito el objetivo del coleccionismo era la ostentación del poder político y cultural. Los romanos imitaron las prácticas griegas y además nos legaron una importante figura en la historia del mercado del arte: el marchante, experto que se encargaba de ser intermediario en la compra-venta. Ya en la Edad Media los grandes coleccionistas serán los reyes, los altos dignatarios y los sacerdotes. 

Tras este repaso histórico por la antigüedad, saltamos al siglo XXI. Hoy en día una obra se colecciona por el valor artístico, por su función, por el valor emocional y, por el motivo principal: el instinto de posesión, inherente en el hombre.

Son muchos los que convierten esta actividad en un hobby o en una forma de vida. Es el caso del matrimonio formado por Laura Valeriano y Paco de la Torre ambos conquenses y afincados en Toledo desde hace años.

Según explica Laura, su afición por este mundo empezó cuando era muy pequeña. “Siempre he guardado todo. Puede que ese sea el primer paso, ir saboreando las piezas poco a poco. Yo me recuerdo con 4 ó 5 años colocando mis calendarios y mis postales en cajas de zapatos que estaban colocadas en una repisa de la leñera de mi casa de la calle de los Tintes”.

A Paco, sin embargo, la llamada del coleccionismo le llegó mucho más tarde, en concreto en el año 2002 cuando regaló a su mujer para su cumpleaños una web sobre coleccionismo de tarjetas postales. “Al escanearlas, para hacer la web, me llamó la atención especialmente una postal de Hauser y Menet con una imagen de la Hoz del Júcar escrita y circulada desde Cuenca hacia Amberes en 1898. Me di cuenta de los muchos detalles interesantes que puede contener un simple trozo de cartón. Ello no solo provocó acercarme al coleccionismo sino también el interés por la historia más reciente de Cuenca”, afirma.

FACTOR SORPRESA
Para estos amantes de las colecciones lo principal es el factor sorpresa, el no saber qué vas a encontrar cuando vas a una tienda, mercado o feria, el placer de buscar permanentemente, tocar, comentar, regatear, o la emoción de encontrar algo que no habían visto antes o que de lo que solo conocían su existencia de oídas. 

“La labor posterior de estudio en libros o periódicos es muy gratificante porque cada objeto tiene una historia detrás que descubrir y además el mundo del coleccionismo es una gran familia, conoces a gente muy interesante que comparte tus aficiones”, destacan.
Su colección la integran cientos de objetos especiales y singulares que han ido recopilando poco a poco. “Para nosotros el coleccionismo es una forma muy personal de gestionar el tiempo libre”. Pero tienen una debilidad clara: su ciudad natal, Cuenca. Por eso ‘rastrean’ fotografías, postales, libros, grabados, carteles, cromos, folletos de turismo, planos, billetes de lotería, prospectos de cine o los programas de Semana Santa y de San Julián. También tienen calendarios, sobre todo los “fournier”, muñecas Nancy o vinilos de grupos españoles de heavy de los años ochenta.

LUGARES CLAVE
Internet les permite estar conectados al mundo del coleccionismo veinticuatro horas al día. “Sin salir de casa y a un clic tienes millones de objetos situados en cualquier parte del mundo al alcance de tú mano. Hay días que cae algo, otros una cosa importante, otros nada…”, explica Paco. Luego están las visitas a establecimientos y las ferias. En su opinión, los mejores lugares para cazar las mejores piezas son tiendas y comercios especializados, o almonedas y anticuarios de Madrid, Barcelona y grandes capitales, “y en Cuenca también, que conste”, así como en los rastros y mercadillos que se realizan semanal o puntualmente. También las ferias de coleccionismo y desembalajes que se hacen a lo largo de la geografía española y no sólo en grandes ciudades. “Merece la pena darse una vuelta por las de Villanueva de la Serena, a principios de año, o, casi terminándolo, la de Monzón”.

De igual manera, en la red tienen controlados los portales de subastas como Todocolección o Ebay, los de venta como Iberlibro o Discosgs.

Ser un buen coleccionista requiere tiempo y habilidad. “Hay que estar en cualquier acontecimiento y lugar, visitar con frecuencia los comercios, o crear alertas y seleccionar bien las búsquedas en Internet. Pero lo más esencial e importante es el factor humano. “Es imprescindible tener buena relación y amistad con el resto de coleccionistas y también con los comerciantes habituales ya que suelen conocer tus preferencias y pueden contactar contigo o guardarte algo si ven que te puede interesar”, dice el matrimonio.

LO MÁS VALIOSO
Coinciden en que lo que más les gusta encontrarse por estos circuitos es una imagen de Cuenca o la palabra “Cuenca” manuscrita, impresa, serigrafiada, estampada o troquelada en un objeto.  Respecto a libros, tienen especial cariño a  “Por España. Impresiones gráficas” del Conde de la Ventosa que adquirieron en una librería de Madrid y que hoy puede alcanzar un importante valor porque hay escasos ejemplares. Es una obra con 76 páginas, 20 láminas, 74 fotografías y 21 en heliograbados, que fue editado en 1920 y solo se hicieron 300 ejemplares. La portada y un capítulo con sus correspondientes fotografías son de Cuenca.  Con todo, la más valiosa de sus instantáneas les salió gratis. Se trata de un vidrio estereoscópico al colodión húmedo con una panorámica de Cuenca realizada en 1857 por algún fotógrafo de la casa francesa Ferrier&Soulier. 

De vinilos, tienen el único LP del grupo toledano Subterráneo que lleva de título ‘Toledo’, “que por cierto compramos en una tienda de discos que hubo en Cuenca hace años, creo recordar que se llamaba Hidra”, recuerda Paco. 
Lo suyo es un coleccionismo sentimental.

DÓNDE GUARDAR
El espacio es el tema que más agobia a los coleccionistas. ¿Dónde meter tanto objeto? Laura precisa que “es cuestión de organizarse y de colocar los objetos en álbumes, cajas, carpetas o armarios. Cualquier rincón es bueno para alojar algo. En el pasillo tenemos por ejemplo una reja de vaya usted a saber de qué o de dónde. A veces da miedo abrir los armarios”.

Además, no se trata de guardar por guardar.  “Quien acumula obsesivamente, sin orden ni sentido no es un coleccionista, es otra cosa. Quien acumula objetos para luego venderlos es un comerciante. Quien acumula objetos por acumular es una enfermedad. El coleccionista lo hace con tranquilidad, criterio, con orden, catalogando y estudiando el objeto y todas sus posibilidades como dónde se fabricó, que técnica y materiales se emplearon, quién, cuantos ejemplares, si se hizo por entregas, como evoluciona el producto a lo largo de los años, etc”, matizan ambos. Y sobre todo, dicen, se colecciona para divulgar. En este sentido, están muy orgullosos de los dos libros editados por la Diputación de Cuenca sobre postales y fotografía estereoscópica. Hoy en día les resulta difícil cuantificar su extensa colección pero ronda las 70.000 postales y los 21.000 calendarios. “El número está bien, pero más lo es la calidad y el estado en que se encuentren los objetos”, subraya Paco.

Para estos grandes coleccionistas nunca es suficiente, nunca se tiene todo de todo. Lo último en incorporarse a su colección ha sido un conjunto de botellas de gaseosa y sifones embotellados en Cuenca que adquirieron en un pueblo de la mancha ciudadrealeña. Lo más gratificante para ellos es “que vas coleccionando trocitos de historia, de la de los objetos y de la tuya propia”.