DIPUTACIÓN CUENCA CIRCUITOS
Es noticia en Cuenca: Nuevo hospital de Cuenca Cruz Roja Cuenca Cuenca Lee 2025 AECC Cuenca

Carlos Inda: “Los grandes artistas son los que se llevan las cornadas”

Este pintor de San Sebastián, discípulo de Bonifacio y uno de cuyos abuelos era de Carrascosa del Campo, expone por primera vez en Cuenca, en la Posada de San José
Carlos Inda: “Los grandes artistas son los que se llevan las cornadas”
07/11/2017 - Gorka Díez

La Posada de San José acoge hasta el 20 de noviembre la primera exposición individual de Carlos Inda (San Sebastián, 1954) en Cuenca, una veintena de pinturas abstractas de reciente creación incuida en el ciclo Días de Arte Conquense. “Exponer en Cuenca era una ilusión que ha tenido toda mi vida”, cuenta este nieto de conquense y gran amigo del también donostiarra, y afincado durante años en Cuenca, Bonifacio Alfonso (San Sebastián, 1933- 2011), al que considera su maestro. La huella de uno de los creadores de las vidrieras de la Catedral está, de hecho, muy presente en algunas de las obras que se pueden ver en la Posada de San José, “un sitio tan emblemático en el que todavía me hace mucha más ilusión exponer”, destaca.

¿Qué va a ver el público que se acerque a tu exposición?

Una veintena de obras, distintas pero que guardan una correlación, en las que parto del expresionismo abstracto, al que tras una época en otros movimientos volví hace cinco años después de que muriera Bonifacio, que poco antes de morir me dijo que el abstracto es lo que me pegaba. Bonofiacio ha sido como mi padre, mi maestro. Los dos hemos mamado del grupo CoBrA, de Matta, de Saura, de Alechinsky… Y yo a su vez de Bonifacio, que era más mayor que yo.

Supongo que te vendría bien probar otras cosas para volver, con más fuerza o nuevas ideas, el expresionismo abstracto…

Sí, hice las series ‘Palimpsesto’, ‘Procesos y azares’, ‘Bosques’… Cosas que se me ocurrían en el momento. También tuve una época dedicado a pintar oyendo música, a Bach y a Miles Davis, de los que sacaba muchas cosas. Pero al final he terminado otra vez en el expresionismo abstracto.

El abstracto estuvo en boga en los sesenta y setenta del pasado siglo, pero, ¿no corre el riesgo de pasarse de moda?

Yo creo que no pasa de moda porque, algunas veces lo hablaba con Boni, dentro de los movimientos de la pintura abstracta, siempre se renueva y hay algún cambio. Desde Alechinsky hasta nuestros días ha habido una evolución.

Hay mucha gente que dice que no le gusta el arte abstracto porque no lo entiende, si es que hay algo que entender…

Yo cuando me dan una sopa de pescado riquísima, no entiendo, pero sé que está buenísima. Sí que es verdad que si además entiendes tienes más referencias para reflexionar. Y entonces eres más libre. Pero lo fundamental en el arte, primero, es que te entre. Si luego encima te gusta y tienes interés te puedes preocupar de enterarte un poco del porqué de los motivos, de la forma… Aunque lo de entenderlo es más importante para los críticos o los periodistas. Por ejemplo, puedes entender la historia de por qué El Greco pintaba así, pero lo importante es que si lo ves te quedas atontado: que te entra por los ojos.

"Lo fundamental en el arte, primero, es que te entre. Si luego encima te gusta y tienes interés te puedes preocupar de enterarte un poco del porqué de los motivos, de la forma… Aunque lo de entenderlo es más importante para los críticos o los periodistas"

En tu caso no sé si el hecho de ser autodidacta te hace expresarte más libremente o tampoco, porque a fin de cuentas con el tiempo ya has ido adquiriendo muchos conocimientos y formación…

Autodidacta he sido pero he trabajado, durante años además, con grandes artistas vascos, como Rafael Ruiz Balerdi, y dado clases por toda Euskadi con ellos, también en Arteleku… Lo que no he hecho ha sido estudiar Bellas Artes.

Volviendo a Bonifacio, de cuyo fallecimiento se cumplirán seis años en diciembre, ¿a lo mejor está un poco olvidado?

Yo creo que Bonifacio ha sido muy desconocido en su pueblo, San Sebastián. A mí me decía: “yo aquí soy el hijo de la portera”. Solo era reconocido por los grandes artistas, como Jorge Oteiza o Chillida. Fíjate que al morir le hicieron una exposición en el mejor museo que hay en Donosti (el Kursaal), y toda la gente se preguntaba dónde estaba este hombre, si se había muerto. Y ahora todo el mundo lo tiene como Bonifacio. En Cuenca en cambio yo creo que siempre ha sido querido y reconocido. Antonio Saura, Zóbel, Gustavo Torner… Todos le han considerado. Y ha estado en los museos más importantes de Cuenca. Estos días he estado en el museo de Antonio Pérez y allí está su obra muy bien puesta.

Decía Bonifacio que la pintura da más cornadas que un toro, pero entiendo que exageraba, que él vivió de ella y tú lo haces también desde los 30 años…

Lo que pasa es que Bonifacio era tan humano que, aunque a él le iba bien, sabía que a muchos artistas la pintura le daba muchas cornadas. Muchos artistas de los que no se habla son los que se llevan las cornadas. Y yo creo que son los grandes artistas, porque no siendo reconocidos aman la pintura e intentan sobrevivir con ella a duras penas. Yo conozco muchísimos artistas así. Ahora mismo tengo unos alumnos cojonudos, buenísimos, pero ya les he dicho que, aunque sean muy buenos, van a sufrir mucho. Tienen que entrar en gracia, que es como que les toque la lotería.

"Muchos artistas de los que no se habla son los que se llevan las cornadas. Y yo creo que son los grandes artistas, porque no siendo reconocidos aman la pintura e intentan sobrevivir con ella a duras penas"

En tu caso sí que vives de la pintura...

Sí, pero también buscando mucho, dando clases.. Y es muy difícil, sobre todo en esta temporada. Antes era más fácil, las galerías se movían más. Ahora no te creas que se vende mucho, la cosa está mal. Pero hay que tirar para adelante.

¿Y tienes nuevos proyectos entre manos?

Eso siempre. Yo me moriré pintando.

¿Cuál es tu relación con Cuenca? Porque tu abuelo era de aquí…

Es una historia muy bonita. En 1979 mi padre me tenía totalmente prohibido visitar a mi abuelo, porque se marchó de San Sebastián, donde estaba casado con mi abuela, porque había conocido a alguien y antiguamente estas cosas se veían mal. Volvió a Cuenca porque era de Carrascosa del Campo y yo le dije a mi padre que, aunque hubiera sido un canalla, que no lo fue, me iba a ver a mi abuelo. Vine con un amigo a verle a Olmedilla del Campo, donde vivía entonces. Miré y le dije “abuelo”. Me preguntó que quién era y le dije que el hijo de su hija Carmen. “¡Ay, Carmencita!”, dijo, más feliz que la leche. Lo pasamos fantásticamente bien. Y menos mal que vine porque al año siguiente murió. Después nos venimos a la Plaza Mayor de Cuenca. Y Bonifacio, que era el primo carnal de mi primera mujer, y me conocía por fotos, me dijo: “¿Tú no me vas a saludar, o qué?” Le dije que ya sabía que era Bonifacio, pero que era muy tímido. Así que conocí a mi abuelo y a Bonifacio el mismo día. Y desde entonces para mí Cuenca ha sido mi segunda casa: primero Donosti y luego Cuenca.

¿Y vienes mucho por Cuenca?

Antiguamente sí que venía temporadas largas. Cuando vivía Boni, como quería aprender grabado y él tenía el estudio en la calle Trabuco, estuve varios meses y fines de semana. Aunque ahora llevaba una temporada que no venía. Desde que murió Boni lo he hecho solo alguna vez para ver a Flores (exmujer de Bonifacio).