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El Molino del Blanco, museo y mesón en Carrascosa de Haro
Molino del Blanco.

El Molino del Blanco, museo y mesón en Carrascosa de Haro

22/11/2021 - Miguel Romero

Nuestra provincia de Cuenca, sea la Serranía, la Alcarria o La Mancha, siempre te sorprende en paisajes, caseríos, actividades o hechos donde la economía, la tradición o la historia han definido su sello.

Y eso sucede cuando dejas la carretera que te comunica La Almarcha y Belmonte, y cercano al término de Villaescusa de Haro, el cauce del río Záncara te sorprende con parajes de cultivo, montes redondos y un núcleo aislado que conforma un antiguo molino de agua, ahora restaurado por la familia que lo regenta para servir de Museo y a la vez, Venta de comidas. Un molino de agua y también llamado molino de caz o azud y aceña, de origen la mayoría en tiempos islámicos, forman un conjunto de ingenios, construcciones y máquinas hidráulicas que desde tiempos inmemoriales aprovechan la fuerza motriz natural del agua de los ríos. Este es un ejemplo de ese modelo esencial que lo compone un par de ruedas o turbinas desencadenando un doble proceso mecánico de traslación y fuerza. El agua entra por un caz cuya compuerta de palos verticales intentará impedir la llegada de arbustos u objetos que puedan introducirse en el canal artificial con bocas de entrada, en este caso, tres que permiten la llegada del agua y en caída libre provocará esa fuerza motriz necesaria para mover los ingenios que muelan el grano.

Es curioso como al observar el edificio que lo contiene, distribuido en dos plantas, la de arriba con acceso de escalera exterior, te conduce al granero donde se eleva el grano en costales a mano y desde allí, lugar seco, se coloca en continentes para que por un conducto caigan a un par de tolvas que lo llevarán a la rueda que generará la molienda.

Sus actuales propietarios son herederos de la familia Izquierdo, molineros desde el siglo XIX, Alberto y Rosa, quienes ahora regentan este molino hecho Museo y a su lado, un Restaurante Mesón para que el viajero pueda disponer de lugar para comer a la vez que podrá disfrutar de un recorrido didáctico interesante.

El caudal del río Záncara discurre por su lado, bajo un puente mal restaurado que impide ver el primitivo puente medieval, posiblemente sobre un romano, que ahora no hace más que dibujar un simple paso de camino hacia el pueblo de Carrascosa de Haro, al que pertenece en jurisdicción territorial.

El castillo de Haro, a unas leguas de allí, ocupó en tiempos históricos, el centro de todo un Señorío y en esa elevación que ahora dormita, fue poderoso en tiempos de Baja Edad Media, albergando un concejo de numerosas poblaciones y extensos dominios. Una de ellas, Carrascosa, que pobló lugar de carrascas, de ahí algún que otro topónimo como el paraje de “Carrascas Altas” y en su término los despoblados y caseríos de Casa de Cartama, el citado Molino del Blanco y las cuevas de Pozo Galindo. Un poco después, ya en el siglo XIV, es el maestre don Fadrique en 1387 la hace villa independiente de Haro hasta que luego conformase concejo con otras de la comarca.

Aunque no tiene mucha más historia que la de la propia zona alberga, es un lugar agradable, de caserío cuidado y buena gente para compartir hospitalidad. En esa dependencia de la Orden de Santiago, primero de la toledana Ocaña y luego de Uclés creció en economía lanera y cultivo de sus buenos terrenos. También, cuando los ganados de estos lugares eran importantes y cruzaba Cañada trashumante por su término, sus litigios con el de Villena, su dependencia del Arciprestazgo de Belmonte y si cabe su relación con Villaescusa, cabecera en tiempos de los Ramírez de Fuenleal, generaron situaciones difíciles.

Este lugar advoca a la Asunción en una iglesia no muy  digna de resaltar en construcción que nació en aquellos tiempos del XVI bajo el patronazgo de Nuestra Señora del Remedio. Su torre es digna con esos esquinales, pero el resto es edificio de pobres materiales y en algún caso, descarnados. Los tres cuerpos de su torre y los pináculos de bolas y flecha piramidal quieren significar algo más de solera constructiva por aquellos maestros constructores, posiblemente los mismos que hicieran la bella iglesia del Salvador de Cuenca capital.

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