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Agua

Desmontando el estigma de sobreexplotación en la cuenca del Guadiana

El hidrogeólogo, Francisco Turrión, mantiene que los problemas en los humedales se deben a la pérdida de presión de las surgencias por bombeos puntuales en sus cercanías, no a la escasez de recursos
19/11/2018 - C.I.P.

Si se observa la evolución de los niveles piezométricos de la Cuenca del Guadiana en La Mancha, con los datos oficiales del propio Ministerio, la situación de los acuíferos es de estabilidad y en equilibrio en los últimos 20 años. Es decir, "las extracciones son menores que la recarga que recibe el acuífero y, por tanto, se puede compatibilizar un mayor uso de forma sostenible y a la vez proteger los ecosistemas asociados”.

Así se expresaba en Las Pedroñeras, el hidrogeólogo Francisco Turrión, durante una charla que forma parte de las actividades que Cooperativas Agroalimentarias de Castilla-La Mancha y Cooopaman están realizando para dar a conocer la verdad sobre los acuíferos y las aguas subterráneas de esta cuenca que desde hace años tienen colgada la etiqueta de sobreexplotación, si bien no hay un estudio hidrológico que lo determine. Más bien hay muchas evidencias avaladas con estudios científicos de que ese estigma no se ajusta a la realidad.

Por todo ello, desde Cooperativas Agroalimentarias de Castilla-La Mancha están solicitando "que se revise toda la información hidrogeológica de la cuenca del Guadiana, que se modifique el sistema de gestión de los recursos, y que se acabe con la visión errónea de la sobreexplotación, porque no es cierta”, señala el vicepresidente y portavoz de la Comisión del Agua de la entidad, Julio Bacete.

Para Turrión, hidrogeólogo de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), galardonado en el Día Mundial del Agua de Castilla-La Mancha 2018, en la categoría ‘Investigación e Innovación’, la respuesta a la pregunta sobre si los acuíferos del Guadiana están sobreexplotados en Castilla-La Mancha es un rotundo “no”. Esa, dice, es la primera apreciación cuando se estudian los datos oficiales de la red piezométrica.

¿Qué pasa entonces? En su opinión hay un error de concepto. Y es que, es verdad que los Ojos del Guadiana se han secado en determinados momentos pero también que han vuelto a manar al igual que las Tablas de Daimiel. Por tanto, dice que la situación de los humedales no se debe a una situación de sobreexplotación del acuífero en general sino a que en esos entornos ha habido o hay pozos que al bombear quitan la presión de las surgencias del agua. “Si alejamos esos pozos o no bombeamos cerca esos nacimientos lo que vemos es que el agua vuelven a surgir, que los Ojos del Guadiana vuelven a manar y que las Tablas de Daimiel vuelven a tener agua”.

Y esto no es solo una teoría, sino un caso práctico. Y es que el experto ha podido comprobar en Murcia, en la Cuenca del Segura, que la fuente termal de Somogil (Moratalla) se secaba porque tenía un pozo encima. “La gente pensaba que era el cambio climático o que el acuífero estaba sobreexplotado. Bastó cerrar ese pozo, sustituirlo por otro a cinco kilómetros y la fuente ha vuelto a nacer, y así lleva 10 años”.

Por tanto, incide en que la ‘supuesta sobreexplotación’ de la cuenca del Guadiana no es sino algo puntual que ocurre cerca de las surgencias de agua. Y eso cambia mucho la situación en la que se encuentran los regantes de las masas de agua subterránea (MASb) de la cuenca en su demarcación de Castilla-La Mancha, todas declaradas en riesgo de no alcanzar el buen estado cuantitativo y químico, lo que viene a ser lo mismo que sobreexplotadas desde el punto de vista de la restricción que se hace en el uso de los recursos.

La diferencia al tratarse de un problema local y puntual es que “podemos compatibilizar el uso sostenible de las aguas subterráneas y a la vez tomar medidas en los ecosistemas asociados a los humedales para que no se sequen”.

En definitiva, a juicio de Turrión, la planificación hidrológica “es muy mejorable” y habría que empezar por tener un mayor conocimiento de las masas de agua subterráneas.

Entre otras cosas, destaca que la instrucción de planificación hidrológica dice que hay que estudiar y calcular los almacenamientos superficiales y subterráneos, y esto es algo que en la cuenca del Guadiana no está hecho, como tampoco las transferencias laterales. Por tanto, "si no sabemos el agua almacenada que tiene el acuífero no podemos decir si está o no sobreexplotado, tenemos que saber cuanta agua entra y cuanta sale lateralmente”.

En este punto, señala que el Plan Hidrológico del Júcar ha determinado que mediante un programa matemático las trasferencias laterales de todos sus acuíferos. Así, dice, que ha definido un concepto que se llama 'recurso renovable zonal 'que es ese agua que se transmite, y que "en las fichas de caracterización de las masas de agua del Guadiana en La Mancha aparece en formato de casillas vacías".

Pero es que además, Francisco Turrión relata que el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) ha definido acuíferos superiores e inferiores y, sin embargo, en el Plan Hidrológico se ha definido un solo acuífero en toda la vertical del terreno. "Cosa que no pasa, por ejemplo en la cuenca del Duero, en Valladolid”. Y es que cuenta que a la hora de solicitar permisos para hacer un pozo las condiciones varían en función de si se hace arriba o abajo.

En definitiva, todos estos aspectos lo que dicen es que hay mucho camino por delante para avanzar en el conocimiento de las masas subterráneas de la cuenca del Guadiana.

Además, Turrión, llama la atención sobre la necesidad de que quien certifique que un acuífero está en mal estado cuantitativo o que está sobreexplotado sea un especialista en hidrogeología “porque sabe donde hay que medir esos puntos representativos cuando hay acuíferos diferentes en la vertical, y no mezclar churras con merinas en todo esto"..

Como ejemplo citaba que "al igual que entendemos bien que en los hospitales hay diferentes especialistas, y no es lo mismo que te opere del corazón un oculista que un cardiólogo, a la hora de determinar si un acuífero podemos sacarle un poco más de agua o no, debemos exigir que quienes lo hagan sean profesionales expertos en hidrogeología, porque no estamos jugando mucho. Nos estamos jugando el futuro de Castilla-La Mancha, su desarrollo, si el despoblamiento va a seguir así o si podemos hacer un uso sostenible respetando los ecosistemas fluviales asociados, y a la vez fomentando una agricultura de bajo consumo de agua que beneficie a una pluralidad de ciudadanos y sectores para fomentar esa economía sostenible”, concluye.