Valle de Altomira, una nueva “ventana” al Neolítico y el Calcolítico
Varios años de trabajos y de investigaciones en Valle de Altomira, bajo la dirección del arqueólogo conquense, Santiago David Domínguez Solera, han venido a constatar la relevancia de esta zona de La Alcarria conquense para conocer el Neolítico y el Calcolítico de esta parte de la Península Ibérica.
Las excavaciones en un abrigo rocoso del Barranco de los Degollados, en lo alto de la Sierra de Altomira en Mazarulleque, y las numerosas prospecciones arqueológicas por todo Valle de Altomira, desde Garcinarro y Mazarulleque hasta Jabalera, acometidas entre los años 2018 y 2019 con financiación del Ayuntamiento, han mostrado la extraordinaria riqueza de esta zona de la provincia, que “la convierten en una auténtica ventana en la que se puede ver claramente cómo vivían los humanos hace 8.000 años, cuando se trataban de poblaciones nómadas y seminómadas, antes de la instauración de los poblados fortificados”, explica Domínguez Solera.
No en vano, además de que las excavaciones hayan confirmado la ocupación del citado abrigo rocoso del Barranco de los Degollados desde el Neolítico hasta la actualidad, las numerosas prospecciones en el farallón rocoso de enfrente de la Sierra de Altomira han sacado a la luz un “megayacimiento lineal” de varios kilómetros, con miles de fragmentos de lítica, cerámica y restos de animales del Neolítico y el Calcolítico.
Aunque, tal y como detalla el arqueólogo director de los trabajos, “no es que se trate de una megalópolis, sino de una zona recurrente en la que los poblados nómadas y seminómadas montaron periódicamente sus campamentos estacionales durante 4.000 años”. En su opinón, “es lo único que puede explicar la existencia de cientos de asentamientos y tanto material del Neolítico, Calcolítico y Edad de Bronce a lo largo de una franja de entre siete y diez kilómetros, desde Mazarulleque a Jabalera”.
De hecho, en estos trabajos se han encontrado miles de restos arqueológicos, entre industria lítica (puntas de flecha, hojas de cuchillo, dientes de hoz, etc.), cerámica y restos de animales, si bien solo se han recuperado en torno a un millar para esta investigación, por lo que, tal y como subraya Domínguez, aún hay mucho trabajo por hacer en esta zona, que, a su juicio, puede ofrecer una instantánea bastante acertada de la forma de vida hace 8.000 años.

En concreto, en las excavaciones en el abrigo rocoso del Barranco de los Degollados se han recuperado medio millar de restos, entre microlitos, fragmentos de cerámica a mano y restos de fauna, que demuestran su ocupación en el Neolítico, así como tachuelas de sandalias romanas y puntas de flecha musulmanas, que constatan su posterior ocupación a lo largo del tiempo como “refugio de pastores”. De ahí que, en palabras del director de las excavaciones, todo lo hallado pruebe que este abrigo rocoso fue “un punto nómada en el paisaje durante miles de años, no un lugar donde vivían”.
Paralelamente, fuera del abrigo, en la parte alta de ese punto, también se han descubierto indicios de que ahí hubo un pequeño castro de la Edad de Bronce. Eso no quiere decir, según aclara, que el asentamiento nómada evolucionara a un castro, sino que “simplemente en ese punto se instaló un poblado”.
FARALLÓN ROCOSO
Pero si el abrigo rocoso y su ocupación es llamativo, lo es más, a su juicio, el entorno en el que se encuentra ubicado, muy cerca de un farallón rocoso –frente a la Sierra de Altomira–, donde las prospecciones acometidas han permitido localizar más de un centenar de asentamientos nómadas y seminómadas, con “muchísima industria lítica, huesos y cerámicas, incluso campaniformes, como cuencos decorados propios del Calcolítico”.
En estos trabajos de investigación, también se ha estudiado la Peña Alta (Garcinarro), un punto al que se le atribuye algún carácter o significado ritual por tratarse de una peña natural con detalles junto a un pozo con restos cerámicos en el fondo, así como un asentamiento nómada en la parte alta del cerro de las cuevas de Jabalera, donde también han localizado material lítico del Neolítico y el Calcolítico.
Una investigación arqueológica que se enmarca dentro del proyecto de mayor envergadura titulado ‘Más allá del Verdelpino’, que se centra en los grupos de cazadores-recolectores Homo Sapiens, desde el Paleolítico Superior hasta el inicio de la sedenterización, territorialización y la génesis de los primeros poblados amurallados o castros en la Edad del Bronce. Y es que la riqueza arqueológica de esta zona de La Alcarria Conquense es más que notable y a los muchos restos del Paleolítico Inferior y Medio descubiertos hace ya tiempo, se suman ahora los del Neolítico y el Calcolítico.
