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Los trastornos de ansiedad y depresivos aumentan un 30% tras la pandemia

El Área de Salud de Cuenca registró durante el año 2021 un total de 27.118 consultas en Psiquiatría y Psicología, de las cuales 4.126 eran primeras visitas
Los trastornos de ansiedad y depresivos aumentan un 30% tras la pandemia
En la imagen el psiquiatra Román Solano. Foto: Lola Pi
09/02/2022 - Dolo Cambronero

La pandemia ha tenido un impacto indudable en la salud mental de la ciudadanía. En el caso del Área de Salud de Cuenca, los trastornos de ansiedad y los depresivos han aumentado un 30% desde que la Covid-19 irrumpió en 2020 en nuestras vidas mientras que los de estrés han crecido entre un 20% y un 30%, según precisa Román Solano Ruipérez, jefe de sección de Psiquiatría. 

“La pandemia ha sido devastadora para todos pero para las personas que ya sufrían un trastorno psicológico o psiquiátrico previo ha sido mucho más severa y ha reagudizado o empeorado el trastorno que tenían de base”, explica este psiquiatra.

Psiquiatría cerró 2021 con 2.174 primeras visitas y 13.287 consultas sucesivas en el área de Psiquiatría, a las que habría que sumar otras 1.952 y 9.705, respectivamente, en el ámbito de Psicología. 

Estas cifras incluyen las consultas de todo el Área de Salud, que abarca el Centro de Especialidades de Cuenca (CECU) –ubicado en el edificio anexo al centro sanitario IV-, más los centros de especialidades de Tarancón y de Motilla del Palancar –a estos dos últimos se desplaza personal del primero periódicamente–. 

En concreto, en el CECU, Psiquiatría engloba las consultas externas del programa general de adultos (para dolencias como la depresión y la ansiedad), la atención exclusivamente con especialistas a los trastornos mentales graves como esquizofrenia y trastorno bipolar, la unidad de conductas adictivas, la unidad de trastornos de conducta alimentaria, la unidad transgénero –referencia en Castilla-La Mancha para el apoyo a estas personas– y la Unidad de Psiquiatría Infanto-juvenil. 

Paralelamente, el hospital Virgen de la Luz cuenta con una unidad de ingresos, con urgencias 24 horas y con un servicio de interconsultas –cuando alguien está ingresado en, por ejemplo, Traumatología y el médico que lo atiende considera que necesita la ayuda de un psiquiatra porque está deprimido o tiene un trastorno de ansiedad, les avisa–.

Y en tercer lugar estaría la unidad de media estancia, donde hay 24 pacientes ingresados. “No es como un ingreso en el hospital por reagudización de la enfermedad donde se está siete, diez, quince días... En esta unidad, los pacientes están varios meses con un tipo de tratamiento distinto y con unos objetivos diferentes a los del ingreso en el Virgen de la Luz”, explica el responsable.

En total, se cuenta con doce psicólogos y doce psiquiatras repartidos por el CECU, el hospital y la unidad de estancias medias. 

Psiquiatría registró 27.118 consultas en todo el área de salud, que engloba los centros de especialidades de Cuenca, Tarancón y Motilla.

SÍNTOMAS

Pero ¿cuáles son los síntomas para diferenciar un bajón en el ánimo de este tipo de trastornos. En el caso de un episodio depresivo mayor, los signos son: un bajo estado de ánimo “la mayor parte del día y la mayor parte de los días”, incapacidad para experimentar placer por cosas que antes despertaban nuestro interés, falta de atención y concentración, cansancio, dificultad para tomar decisiones y se  alteran el patrón del sueño –o se duerme poco o demasiado– y el alimentario –lo habitual es comer poco pero también hay casos en los que ocurre lo contrario–. Además, hay sentimientos de culpa excesivos y aparecen las cogniciones depresivas, “una forma de pensar velada por la tristeza que se está experimentando y que consiste en pensar que si algo puede salir mal, va a salir mal”. “Unos síntomas aislados no significan que haya un trastorno psicológico o psiquiátrico. Tiene que haber un compendio de ellos y la persona tiene que presentarlos durante un periodo no inferior a dos semanas. Todos podemos tener días malos pero el criterio de la temporalidad es determinante. Y, además, con el transcurso del tiempo, en lugar de mejorar, los síntomas empeoran”, detalla este profesional.

En el caso de los trastornos de ansiedad, priman las dificultades para conciliar y mantener el sueño, la irritabilidad e hiperexcitabilidad y no parar de darle vueltas a todo. También hay síntomas físicos como sudores, palpitaciones, opresión precordial y temblor en las manos. “Se está cansado y el estado de ánimo se afecta pero no de una forma tan intensa como en un episodio depresivo”, puntualiza. Tanto la ansiedad como la depresión afectan más al sexo femenino.   

Los retos en salud mental: proteger al cuidador y más psicoinformación
Los trastornos de ansiedad y depresivos aumentan un 30% tras la pandemia

Muchos tabúes rodean a la salud mental. No obstante, Román Solano, jefe de sección de Psiquiatría, considera que los prejuicios acerca de acudir a un profesional por trastornos de ansiedad y depresión se han reducido. Para este profesional, “no hay tanto tabú sino desconocimiento” de estas dolencias.

“El entorno del paciente deprimido no acaba de entender bien lo que le está pasando. Y de ahí viene lo del ‘anímate, tienes que poner de tu parte’. Cuando alguien está muy deprimido, no puede animarse, su propia enfermedad se lo impide. Es como decirle a una persona que tiene neumonía: ‘Venga, ponle fuerza al asunto para que te baje la fiebre. Nadie diríamos eso. Diríamos que hay que poner antibiótico y antitérmicos y esperar a que el tratamiento funcione. Quizás ese paciente sí que tendrá que hacer una serie de ejercicios respiratorios una vez que se haya resuelto su problema neumológico para terminar de recuperarse. Pues esto es lo mismo. Cuando una persona deprimida mejora ya se pueden hacer otro tipo de intervenciones pero no al principio “, explica.

Sobre los trastornos mentales graves, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, sí considera que hay un “estigma grave contra el que hay que luchar” y que “habría que intervenir para mejorar la calidad de vida de estos pacientes”. 

El responsable hace hincapié en que la salud mental no es solo un problema del afectado y del profesional que lo trata sino también de su entorno. “Cuando alguien está deprimido o tiene un trastorno de ansiedad o uno mental grave, no solo sufre el paciente sino también la familia y los cuidadores. Desde el punto de vista social y profesional, deberíamos intentar también proteger al cuidador”, señala.

En relación con la salud mental de la infancia y la adolescencia, este profesional también considera que hace falta más “psicoeducación”. Para el profesional, la tendencia social es intentar que no reciban tanta información sobre la pandemia para que no estén tan agobiados. “Eso no se puede hacer porque la van a recibir de todas formas y por todas partes”, reflexiona. Por ello, considera más adecuado que las familias hablen con los niños y adolescentes sobre la situación sanitaria para desmitificar y evitar que “ellos solos se hagan una idea equivocada”. “Hay que adaptarles la información. Eso mejoraría la ansiedad y el estrés que están sufriendo muchos de ellos”, indica. De hecho, señala que ha aumentado la demanda en la Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil y han reforzado el personal, pasando de un psiquiatra a dos y de dos psicólogos a tres. 

El incremento de pacientes se ha notado en el área de Psiquiatría en general. “Con el aluvión que tenemos, se han disparado algo las listas de espera pero solo un poco en comparación con otros hospitales de Castilla-La Mancha”, asegura. Pone como ejemplo que si se pide cita ahora en el centro de especialidades en Psiquiatría se le daría para el 25 de febrero.