La producción de mimbre en la provincia se reduce un 10% este año

19/02/2017 - M.JIMÉNEZ
La campaña de recolección del mimbre está en plena fase de corta, que se prolonga desde noviembre hasta abril en zonas como Cañamares, principal productor nacional, y cuya huerta, de entre 80 y 90 hectáreas de superficie, rendirá este año un 10% menos que el año pasado, según la estimación de los productores.
Con todo, a pesar de las heladas, esta huerta producirá alrededor de dos millones de kilos, “en la media y en los márgenes” de campañas anteriores.
Una vez cortado, el mimbre es clasificado por medidas y, tras ser seco y deshidratado, se puede utilizar, al natural, para cerramientos. Si el destino es la cestería, habrá que descortezarlo, ya como mimbre blanco o buff, entre los meses de mayo y junio.
Este año se espera una “calidad excelente”, aunque su relación con el precio “sale muy mal”, dado que está “muy por debajo del coste de producción”, entre sesenta y setenta céntimos kilo en seco y, siendo optimistas, están “trabajando a coste”.
Y es que la producción de mimbre es mucho más costosa en Cuenca que en otras zonas productoras como China, donde los trabajadores están “esclavizados”, esclavitud en la que, consideran, “aunque no se dé cuenta”, el Gobierno de España “colabora trayendo producto chino”.
El sector se queja de unos “gobiernos incompetentes” en cuanto a regulación, puesto que “permiten” la comercialización de “todo el mimbre chino que se quiere”, mientras el nacional, “muchas veces se queda sin vender”.
A ello se une el que, en ocasiones, el procedente de China se etiqueta como producto nacional, circunstancia contra la que no se puede luchar “de ninguna manera”. En este sentido, lamentan que, si las autoridades, que son quienes deben “sancionar” esta práctica, “están de brazos cruzados”, no hay forma de “solucionarlo”.
A los productores no les interesa, dicen, un negocio que dependa de ayudas, sino uno “que se pueda defender”, por lo que no se muestran contrarios al producto asiático, pero exigen que se etiquete “correctamente” porque, de lo contrario, “estamos engañando al cliente”.
La única alternativa que les queda es venderlo al mismo precio que la competencia, porque, además, el cliente “no entiende de calidades ni se fija en si es asiático o nacional”.
La diferencia la vuelve a marcar la calidad, ya que un mimbre nacional colocado en exteriores puede durar entre cinco y ocho años en función del clima, mientras que un producto asiático “dura un año, no dura más”.
Una calidad que, subrayan, podría preservarse bajo alguna figura de protección, pero “nadie se ha movido” por el futuro de un sector que “cada vez va a menos” y cuyos productores, desengañados, “tienen menos ganas de trabajar y abandonen”.
Así, aunque en Cañamares la huerta “no permite otro cultivo que sea rentable”, el mimbre “prácticamente ha desaparecido” de municipios como Villaconejos, donde podrían recolectarse entre seis y siete millones de kilos y en la actualidad “no se estará recolectando ni medio millón”.
Unas zonas que, afirman, podrían estar dando trabajo a unas mil personas más con la cantidad de mimbre que se producía antaño. Ahora, con escasez de mimbre en España y Europa, “a lo mejor incluso se están quedando despobladas” a consecuencia de la competencia asiática, contra la que es “complicadísimo luchar”.
No obstante, subrayan, cuando los asiáticos traen el producto más barato, “algo tiene que haber detrás”.
EL FUTURO PODRÍA ESTAR EN LA EXPORTACIÓN
La complicada situación que rodea al sector productor del mimbre en España obligó a empresas como la cañamarera Mimbres Vindel a abrirse al extranjero.
Según cuenta Abel Vindel, uno de sus responsables, la compañía comenzó a exportar hace cuatro o cinco años y cada año venden más fuera. Casi el 100% del mimbre buff y el negro, muy demandado para hacer cenefas, salen de nuestras fronteras, así como el 95% del mimbre blanco. Venden a otros países prácticamente toda la producción, excepto “un poco” que reservan para cerramientos. Al cliente nacional “de toda la vida” solo reservan el 10% de una producción que, con una cosecha más corta, este año rondará los 200.000 kilos a una rentabilidad de 10 o 12.000 kilos por hectárea, que se ve afectada también por las frías noches de primavera.
A su juicio, el mercado nacional está “parado” en el sector de la artesanía, al que se dedica Mimbres Vindel, ya que está muy influido también por la economía china, lo que les obligó a abrir mercados en Alemania, Bélgica, Italia o Francia porque en España no vendían “prácticamente nada”.
Actualmente sus mayores compradores están en América del Norte y centroeuropa; clientes exigentes en torno a un proceso que en dichos países “está muy controlado”.
En cuanto al etiquetado, el cliente manda por email hasta cómo tienen que ser las etiquetas, y piden certificado de origen, que que solicitan en la Cámara de Comercio. Quieren asegurarse de que compran mimbre español porque, de lo contrario, lo comprarían directamente en otros destinos.
El proceso también es “diferente”, ya que el producto está mejor seleccionado, mejor empaquetado, con todas las gavillas pesadas como quiere el cliente, seleccionando sus medidas al inicio y en el momento de quitar la corteza y en el almacén se da un “último repaso”. Asimismo, a su materia prima le ponen “tres veces insecticida” para acabar con un insecto que corta la guía y se ramifica, dejando las gavillas inservibles.
“Pagan más, siempre por adelantado”, asevera, para agregar que los clientes internacionales “también te exigen más, una categoría de primera”.
Y es que, admite, “si quieres sacar algo más, tienes que venderlo fuera”, decisión que comporta “más riesgo, más papeleo, pagar más transporte”. Una vez fuera, las empresas del sector se ven obligadas competir con el mimbre polaco o chileno, pero también con la oferta de otras fibras vegetales. “La exportación es otro mundo”, resuelve.
Lo más leido en "Provincia"
Rubén M. Checa - 19/06/2025
Las Noticias - 06/06/2025
P.M. - 09/06/2025
Paula Montero - 03/06/2025
Eduardo M. Crespo - 13/06/2025