La competencia china y la falta de apoyos ponen en jaque al sector del mimbre
El respaldo que podría suponer para el sector obtener una denominación de origen, posible solución

21/09/2016 - Cruz Ruiz/G.D
Los productores de mimbre de la provincia alertan de que el destacado paisaje alcarreño de Cuenca, con sus mimbreras de un rojo intenso que según la época del año cambia de tonalidad, podría llegar, incluso, a desaparecer de aquí a los próximos diez o veinte años por la falta de relevo generacional que llevan tiempo observando como consecuencia de las dificultades del sector para ser rentable.
La situación es especialmente crítica en una provincia como Cuenca, donde se produce alrededor del 90 por ciento del mimbre que se siembra en todo el país, concretamente, entre las zonas de la Serranía Alta y La Alcarria conquense.
Localidades como Albalate de las Nogueras, Villaconejos de Trabaque, Fuertescusa, Vadillos, Priego, Beteta o Cañamares tienen un largo historial de agricultores dedicados a la siembra de este producto, siendo la última localidad la que mantiene un mayor número de hectáreas cultivadas.
Sin embargo, el número de empresas que se dedican a esta labor no ha hecho sino menguar, quedando en la actualidad en torno a unas cuarenta, muchas de las cuales, según denuncia además uno de estos productores, no están dadas de alta legalmente como tales, realizando su labor “en la economía sumergida”.
En Villaconejos, por ejemplo, hoy apenas se cultiva en torno al 10/15 por ciento de lo que se cultivaba hace 25 años. Y la tendencia es que la reducción continúe. “La gente joven se va de los pueblos y solo quedan los mayores, que ya no tenemos ganas de emprender nada”, advierte el artesano del mimbre José Luis Encijo.
Sucede además que, en una población clave como Cañamares, donde más se produce entre otras cosas porque sus fincas “son pequeñas y no valen para otro cultivo”, solo cinco de los productores que operan en la actualidad tienen menos de cincuenta años, según explican productores asentados en esta localidad alcarreña.
COMPETENCIA ASIÁTICA
La competencia internacional con productos de menor calidad como el ratán, proveniente del gigante asiático, o la médula chilena aumentan la dificultad para hacerse un hueco en el mercado a un producto que resulta así muy poco atractivo para las nuevas generaciones. “Los asiáticos son productos de baja calidad pero ofertados a muy bajo precio”, advierte un empresario conquense, que asegura que esto es algo contra lo que ellos no pueden competir y que resta posibilidades de generación de empleo en el sector.
A esta competencia hay que añadir el hecho de que los productores de la provincia hayan tenido que modificar sus estrategias de cultivo para conseguir un mimbre de una calidad excelente, que resulte competitivo en el mercado internacional. Unas nuevas estrategias que no han hecho sino aumentar los gastos debido a que, entre otras cosas, conllevan el uso de fungicidas muy costosos.
Esto último no se ha traducido además en un aumento del precio del producto en el mercado, lo que reduce el margen de beneficio.
Abel Vindel, agricultor de Cañamares que produce entre 180.000 y 200.000 kilos de mimbre al año, explica que esta situación está de hecho obligando a algunos productores a abandonar la siembra. “Ya son mayores y si no sacan beneficio, no les merece la pena”.
En su caso, asegura seguir obteniendo beneficios gracias a las exportaciones. “De todo lo producido, el 90 por ciento se va a Centroeuropa, Marruecos o, puntualmente, México”. Una tónica que se repite en la mayoría de productores de mimbre, que apenas dedican una producción residual a la artesanía.
PETICIÓN DE AYUDA
En este contexto, al sector le vendría bien el respaldo que podría suponer obtener una denominación de origen para el producto, lo cual ayudaría a preservar la marca y fomentar su cuidado y conservación. Pero no hay movimientos en esta dirección. “Son muchos papeleos y nadie se pone de acuerdo”, declaran los agricultores de la zona, que confiesan haber intentado crear una asociación de agricultores del mimbre para obtener el certificado, pero finalmente no pudo conseguirse el objetivo.
Según explican, el cultivo del mimbre en la zona de La Alcarria conquense y la Serranía Alta destaca por concentrarse en pequeñas parcelas que pertenecen a muchos agricultores distintos, una división del terreno que hace que los pequeños productores no puedan permitirse, o “no vean la necesidad”, de hacer frente a los pagos y presentación de documentación que se necesitan para obtener la certificación de Denominación de Origen.
Por otro lado, los productores se quejan de que las instituciones no han puesto empeño en fomentar y dar a conocer el mimbre de la provincia, al contrario de lo que ocurre con otros productos como los ajos o el vino. “Somos conscientes de que nuestra producción es mucho menor, pero es un producto casi único en España y debería cuidarse más”, comenta uno de los agricultores de Cañamares.
Esta falta de atención se ve reflejada tanto en la ausencia de medidas para controlar la importación de mimbre asiático como en la inexistencia de ayudas para este cultivo, lo que, según los productores de la zona, “desanima a los nuevos agricultores”, que optan por arrancar sus parcelas dedicadas al mimbre y cultivar productos que sí reciben ayudas, ya sean europeas o estatales, como el maíz.
ADELANTOS TÉCNICOS
Pese a tantas adversidades, también hay algún espacio para el optimismo. Así, algunos productores de la zona confían en que los adelantos en la maquinaria dedicada al cultivo, extracción y preparación del mimbre mejoren la situación y haga más atractiva para los nuevos agricultores la opción de sembrar mimbre, que tradicionalmente ha exigido un trabajo manual muy duro.
SOLO DOS NEGOCIOS RESISTEN EN CUENCA FABRICANDO PRODUCTOS DE MIMBRE
En Cuenca ya no quedan prácticamente empresas dedicadas a la transformación del mimbre en productos de consumo. Las únicas excepciones: Mimbres Riberas del Escabas, compañía de Cañamares centrada principalmente en el vallado de ocultación para urbanizaciones y, manteniendo la tradición más clásica, el Taller Artesano de Mimbre que regentan desde hace cuarenta años José Luis Encijo Cava y María del Pilar Pérez Crespo en Villaconejos de Trabaque.
“Nosotros hacemos vallas, amplios rollos de varios metros cuadrados que se utilizan en muchas urbanizaciones y chalets para proteger la privacidad, pero nada de cestos y muebles, porque para eso ya no hay demanda”, señalan en Mimbres Riberas Escabas.
José Luis Encijo, por su parte, cree que su taller resiste gracias sobre todo a encargos personalizados, con clientes de toda la vida pero también nuevos que demandan productos como sillas o sofás para sus chalets.
De estos productos, Encijo destaca su “elegancia y confort. Son más cómodos. Los hacemos adaptados a la anatomía exacta del cuerpo, y ventilados, más airosos. No se pegan al cuerpo como el plástico y su origen es natural, no derivan del petróleo”.
Además, conforme a lo que podría pensarse, asegura que el mimbre es un material muy resistente. “Es una fibra de un arbusto que se descorteza y gana mucha consistencia al trenzarlo”, explica.
CAÍDA DE LA PRODUCCIÓN
La situación actual nada tiene que ver con la de hace veinte años, cuando según recuerda Encijo había unos ochenta artesanos que trabajaban el mimbre de un modo tradicional en la provincia. “Acabaron buscándose otra actividad para ganarse la vida, y ni han vuelto ni pueden volver porque ya no hay mercado. Los hábitos de consumo han cambiado. Antiguamente había en marcha dos talleres, uno en Priego y otro aquí, solo para hacer cestas para transportar el pan, pero ahora esas cestas, como tantas otras cosas, se hacen de plástico, lo mismo que para hacer la compra ahora todo el mundo va con su carro o sus bolsas de plástico”, señala.
La gran competencia la tienen, así, en el plástico, mucho más económico. Y a ello hay que añadir los productos de mimbre elaborados en China, que también presentan un mejor precio aunque a costa bien de la calidad, bien de la explotación de trabajadores en el continente asiático. “Lo que pasa es que hay gente que no entiende o no quiere entender, y no mira otra cosa que el precio”, lamenta este artesano cuyos productos, al desaparecer también los puntos de venta de mimbre, apenas se pueden encontrar en tiendas físicas salvo excepciones como la gasolinera de Priego o Muebles Palenciano, en la carretera de Alcázar.
SOLO PARA NOSTÁLGICOS
Curiosamente, en este momento tan complicado para el mimbre el mercado medieval celebrado el pasado fin de semana en el Casco Antiguo de la capital dentro del proyecto Cuenca Histórica contó con la presencia de un puesto dedicado a materiales hechos con este cultivo donde el artesano murciano Antonio Narváez exhibía una gran variedad de productos de cosecha propia, muchos de ellos con material recogido en la provincia como cestos, sillas, baúles o garrafones.
Pero este productor lamentaba a Las Noticias que “aunque en el pasado todo el mundo tenía en su casa cosas de mimbre, esparto o caña, ahora se ha quedado solo para gente nostálgica”. A su entender, “el plástico vino con sus componentes contaminantes y arrasó con todas las fibras naturales”.
Pese a ello, Narváez no está dispuesto a tirar la toalla y, al menos, destaca su demanda en el medio rural y en la decoración de casas de campo, cortijos o caseríos, sobre todo en zonas como Galicia, País Vasco y Cataluña. “En esas comunidades sigue habiendo escuelas que enseñan a trabajar con el mimbre, que conservan esta identidad y siguen con sus costumbres, sus cosas antiguas”.
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