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Desarrollo sostenible contra la despoblación

Basado en la permacultura o cultura permanente, que engloba disciplinas como la agricultura biodinámica, agricultura biointensiva, micología, gestión de residuos y de recursos hídricos
Desarrollo sostenible contra la despoblación
21/01/2017 - M.JIMÉNEZ
Un ‘set’ de ténicas de diseño  aplicado a la agricultura, basado en la permacultura o cultura permanente, que engloba disciplinas como la agricultura biodinámica, agricultura biointensiva, micología, gestión de residuos y de recursos hídricos  y aboga por el uso de especies autóctonas y por trabajar “con” la naturaleza y no “contra” la naturaleza. 

Esa es la propuesta de Enrique Llanes, un antropólogo coruñés de 35 años, y su pareja, la ambientóloga madrileña Helena Sánchez,  quienes hace apenas medio año decidieron hacer las maletas y trasladar su residencia desde Canadá a Barajas de Melo, en La Alcarria conquense.

Su intención era implantar este innovador sistema agroalimentario, novedoso en España pero muy extendido en Canadá o EE.UU., y demostrar que existe un modelo agrícola “local y altamente productivo”, según explica Llanes. La idea es no centrarse en cultivar la planta, sino el suelo, como el ser vivo “más grande de todo el planeta”. 

En él, subraya Llanes, existen cientos de miles de microorganismos que hacen el mismo trabajo que los insumos químicos pero solo “si sabes alimentarlos”, entre otros elementos, con colonias de bacterias como rizhobium, que da nombre a su proyecto y se fijan al terreno como ellos mismos a esta tierra. 

 El resultado, una agricultura con “cero desechos”, ya que todo lo que utilizan “vuelve al suelo de una manera u otra” . 
Cultivan entre quince y veinte productos de forma simultánea entre vegetales, hongos, brotes, frutos o frutos secos. Todos, modelos de plantación “kilómetro cero”, dado que, entre el punto de producción y el de consumo existe una distancia máxima de 100 kilómetros.    

La mayor parte de su producción tiene su mercado potencial en Madrid, que se encuentra justo “al límite” de esa distancia. 
De forma aún “tímida” están surgiendo consumidores en la comarca de Tarancón, por lo que el reto, en este sentido, es ampliar la presencia en dicha zona. 

En este punto, apunta Llanes, Castilla-La Mancha cuenta con la dificultad añadida de su gran extensión y su despoblación, con unos núcleos pequeños y dispersos, lo que, logísticamente, representa todo un reto.

Enrique y Helena trabajan con un perfil de consumidor más responsable y concienciado con la situación actual de nuestra agricultura y nuestro entorno. El objetivo es que se conviertan en “accionistas” del proyecto y que estén dispuestos a “compartir”, desde el inicio de la campaña, el “riesgo” que implican prácticas como prescindir del uso de pesticidas y fertilizantes y el compromiso adquirido con el restablecimiento del medio ambiente. 

 Una filosofía muy extendida entre los canadienses, dispuestos a pagar por adelantado hasta seis meses para recibir sus cestas semanales o quincenales de siete u ocho productos. 

En España no existe esta “cultura”, que están tratando de “crear” con su presencia en mercados agroecológicos como el de Tarancón. 
Y es que, gran parte de esta iniciativa se dedica a la educación a través de talleres escolares y para padres o mediante la gestión de huertos urbanos.

“No queremos que nos subvencionen”, advierte, aclarando que sí espera colaboración porque, como impulsores del mismo, consideran que Rizhobium es un proyecto de interés comunitario y general, y no solo suyo en particular. 

El hecho de que sea un modelo desconocido en España puede suponer, a priori, una ventaja, pero ello implica un “enorme reto”, dado que, al intentar exponerlo al funcionario de turno “no sabe de lo que estás hablando, no tiene información”. Y es que señala queresulta muy difícil explicar en una institución que no cuenta con “modelos, códigos, ni un referente” que existe otra forma de entender la agricultura que no es la agricultura industrial subvencionada, tal y como tradicionalmente ha sido entendida en países como España. 

A su juicio, junto a Helena, él representa un claro ejemplo de fijación de población joven que recala en un pequeño municipio de una comarca gravemente despoblada  como la de La Alcarria, que ha pasado de contar con una población de 14.098 habitantes en el año 1991 a 9.760 en 2015. 

Una zona que, defiende Llanes, necesita jóvenes como ellos, que estén abiertos a cambiar por completo su vida y se arriesguen a apostar por una actividad económica que, además, supone una posibilidad de generar nuevos puestos de trabajo. 

Con estas premisas y con el convencimiento de que lo suyo no es una utopía, Enrique y Helena presentaron su trabajo a representantes de diferentes administraciones y entidades en el marco de las jornadas sobre fomento de la población rural que se desarrollaron el pasado mes de diciembre en Barajas de Melo. 

Desde entonces, se encuentran en una situación de espera entanto la idea va calando en la administración. Cuentan con el aval de que existen “pruebas, estudios, tesis universitarias” que demuestran que ya se ha aplicado en otras regiones de forma exitosa. 

Mientras llega el día en que esas explicaciones no tengan ya que ser necesarias, Enrique y Helena continuarán “peleando” con las instituciones para que estas le den una oportunidad a este nuevo paradigma o, al menos, se muestren dispuestas a experimentar con esta forma de entender la producción agrícola. 

En este sentido, han captado la atención de la estrategia de Inversión Territorial Integrada del Gobierno regional. 
Ambos comparten el mismo objetivo: evitar que provincias como la de Cuenca sigan languideciendo mientras su población hace las maletas para emprender el camino en sentido contrario al que hace casi ocho meses decidieron iniciar Enrique y Helena para darle una nueva vida a un pueblo como Barajas de Melo.

UN MOLINO RECONVERTIDO EN AULA DE LA NATURALEZA
Tras sopesar diferentes alternativas en otras tantas Comunidades Autónomas,  que cuentan con un  registro de proyectos como el que presentan, Enrique y Helena dejaron su anterior vida, plagada de experiencias en distintos puntos del orbe, para trasladarse a Barajas de Melo. 

Desde mayo del pasado año viven en el conocido como ‘Molino de los pobres’, un molino hidráulico con más de quinientos años de historia ubicado en una finca de 6.000 metros cuadrados. 

Después de dos meses de trabajos para hacerlo “habitable”, el siguiente paso será habilitarlo como aula de la naturaleza destinada a tareas de difusión para público infantil y adulto. 

Antes de poder abrir sus puertas, necesitan una ayuda destinada a retejar parte del edificio, así como a recanalizar las aguas que recogen del techo o, en su conjunto,  para poder recuperar el edificio como monumento histórico. 

A partir de ahí, sueñan con sacar adelante un voluntariado internacional de prácticas de permacultura al estilo del que ambos pudieron disfrutar en Chile y que contribuiría a reactivar la economía local, gracias al trabajo de los voluntarios que quisieran aplicar los conocimientos adquiridos sobre esta materia en cualquier parte del mundo. 

Todo ello como parte de ese modelo de desarrollo rural basado en la agroecología y que, reiteran, es “bastante nuevo” en una sociedad como la española. 

Su plan de difusión contempla también el Día del Tilo, para esta primavera, así como cine de verano o talleres informativos comunitarios. No obstante, para ver materializados todos estos planes necesitan, fundamentalmente, “estabilidad”. 

Desde el principio, según Enrique, han contado con la colaboración del Ayuntamiento de Barajas de Melo, cuyo equipo de Gobierno se ha mostrado “muy receptivo”, al menos, a tener en consideración, como una opción plausible, la nueva realidad que plantean estos dos jóvenes. 

Unos jóvenes que creen posible en Barajas de Melo el impulso de una comunidad que tenga la posibilidad de ganarse la vida “de una manera decente” y que, al mismo tiempo, responda a las necesidades más básicas de su población. 

Y es que, instalar un campo de fútbol “está muy bien, pero si no hay jóvenes en el pueblo no damos ni para dos equipos”, concluye. 
De momento, ese equipo ya cuenta con dos jugadores empeñados en seguir demostrando que su propuesta no es un juego, pues de ella puede depender el futuro de provincias como la de Cuenca.