Cuenca se une a la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica

Esa es también una de las máximas que se ha fijado la recién constituída sección territorial de Cuenca de la  Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica, que abarcaría el 80% de la provincia de Cuenca y en la que, además de La Gavilla Verde, tienen representación las asociaciones Tierras de Moya y la Asociación de Mujeres Castellano-Manchegas y cuenta con el respaldo de agentes sociales del Campichuelo o la Serranía Media.

En su conjunto, se trata de un territorio de unos 200.000 habitantes y cuya densidad de población no supera los 8 habitantes por kilómetro cuadrado, siendo inferior a los dos habitantes por kilómetro cuadrado en algunos lugares. 

Como ejemplo, Baeza pone a Las Higueruelas, aldea que hoy cuenta con una decena de residentes, aunque en los años 50 llegó a tener 300, y que quedó vacía entre las décadas de los 60 y los 70 porque no había ni siquiera camino de acceso, ni luz, ni agua potable. 

   Tras reconocer el esfuerzo que, durante las últimas tres décadas, han realizado Ayuntamiento de Santa Cruz de Moya, Diputación y Junta de Comunidades para dotar a este núcleo de todos los servicios, Baeza ha espetado que la administración “tiene una deuda histórica con esa población y con este territorio”, donde “no llegó el ferrocarril y las carreteras llegaron tarde, al igual que la telefonía”. 

En su radiografía de esta zona, Baeza alude también a la “desproporción” existente entre el colectivo de  jóvenes menores de 18 años, que supone el 17% del total, y el de mayores de 65 años, que representa el 40%. 

Entre sus principales problemas destaca deficiencias en las infraestructutas viarias que comunican poblaciones muy distantes entre sí, así como en el transporte público o en la implantación de la telefonía e Internet. 

Con todo, uno de los principales hándicaps que encuentra Baeza en la Serranía Celtibérica es que sus gentes “no ven más allá, no tienen un pensamiento positivo de que se puede avanzar, son conformistas y negativas”. 

Frente a ellos, personas inquietas como Teodoro, integrantes de un movimiento de “resistencia” frente a la globalización que, no obstante, la asociación “aprovecha” para compartir “de manera solidaria” proyectos de dinamización que han funcionado en otras partes aquejadas por la misma problemática. 

Y ello sin desdeñar “en ningún caso” la necesaria colaboración con las diferentes administraciones y agentes sociales que ya vienen impulsando iniciativas para luchar contra la despoblación, ya que, a su juicio, no se puede trabajar de espaldas al resto de organismos que también “se deben al territorio”.

En este sentido, anima a implementar una fórmula de “trabajo cooperativo” para “responder a las necesidades reales” de estas poblaciones. 

Al igual que él, también José Gorgues, presidente de La Gavilla Verde, se muestra totalmente “convencido de que la vida rural hace falta mantenerla y es muy importante”. “Tenemos que intentar mantener lo que hay y a ver si somos capaces de mejorarlo”, sostiene, defendiendo la necesidad de que toda la sociedad se conciencie”. 

Hacer algo para que nuestros pueblos no se queden vacíos es una de las obsesiones de José Gorgues. Una tarea, asevera, “muy difícil”, pero en la que tienen como aliada a la Asociación para el Desarrollo de la Serranía Celtibérica, a la que La Gavilla Verde se ha unido “sin pretensión de ningún tipo, solo ayudar a que estos pueblos se recuperen de la tendencia de despoblación que sufren”. 

   “La filosofía debe ser ir todos hacia el mismo objetivo, sin personalismos y sin deseos de nada más”, resuelve. 

   A continuación, también aprovecha para dejar claro que esta Asociación no es “un partido político, ni políticos que queramos llegar al poder ni apoyarnos en estas cosas”.