Costura solidaria desde Almonacid del Marquesado

No están en la primera línea de combate pero desde la retaguardia un grupo de mujeres de Almonacid del Marquesado demuestra cada día la importancia de colaborar unidos para salvar vidas y vencer a la Covid-19.
Son poco más de una quincena pero de sus incansables manos han salido ya cerca de 11.000 mascarillas que se han distribuido por toda la provincia, además de otros puntos de la región, especialmente entre el personal de centros sociosanitarios como residencias de mayores pero también entre las fuerzas de seguridad y servicios públicos y, por supuesto, entre sus vecinos.
“Hace más de un mes que empezamos y durante 15 días nos pedían tanto de todas partes que no dejábamos de coser hasta las 10 de la noche”, señala Celeste, una de las impulsoras de esta iniciativa que no parará “mientras nos sigan solicitando ayuda y tengamos tela para hacer el material”.
Son las otras heroínas de esta guerra contra la pandemia. Están en la retaguardia pero su labor es fundamental. Sin su colaboración, sin la colaboración de tanta gente anónima que de forma altruista se ha volcado para paliar el desabastecimiento de material de protección “no sé como podríamos salir de esta. Se está haciendo un trabajo impresionante en España”, señala Cristina, una de las voluntarias de Almoncid del Marquesado.
Cristina tiene 51 años y, al menos, hace 25 que dejó de trabajar en la industria textil pero con el estado de alarma desempolvó su máquina de coser y no dudó en ponerse manos a la obra para contribuir a la lucha contra la COVID-19.

Como ella, otras mujeres que en su día formaban parte de los talleres y cooperativas de textil, que tanta importancia tuvieron en la década de los 80 en esta localidad, han devuelto a la vida a sus máquinas industriales para realizar mascarillas, batas, gorros o patucos con el tejido de polipropileno que les proporciona el ayuntamiento de la localidad.
“Algunas, como yo, estamos en nuestra casa pero hay otras que están trabajando y cuando tienen un hueco se ponen a coser; eso tiene mucho mérito”, señala esta mujer que reconoce que después de tanto tiempo apartada de la producción textil recuperar la actividad para ayudar a frenar los contagios por infección de coronavirus es “una gran satisfacción y un orgullo”, al igual que lo es para el resto de mujeres que forman parte de este grupo, y también para el pueblo en general, puesto que todos en mayor o menor medida colaboran para que las costureras puedan cumplir con su objetivo.
“Estamos muy contentas y hablo por todas las mujeres del pueblo. Poder hacer cosas por los demás es muy importante y te llena de emoción”, dice.
Los tiempos no son fáciles para nadie. Aún así, Cristina destaca la gran solidaridad que cada día demuestra este pequeño municipio de poco más de 400 habitantes.
“Almonacid del Marquesado es de los pueblos que cuando pasa algo todo el mundo se vuelca”, señala orgullosa. No es el único municipio en el que se realizan mascarillas y otros elementos de protección personal. Se hacen por toda la geografía del país aunque en este caso la actividad es frenética y además de la voluntad, el ánimo y las ganas de este grupo de mujeres, también influye la herencia de haber sido un pueblo en el que los talleres de textil tuvieron mucha fuerza.

“Aquí todas las mujeres mayores de 40 años saben coser”, apostilla Cristina, quien espera que cuanto todo esto pase se reconsidere la importancia de producir en proximidad.
“En Almonacid del Marquesado había dos grandes talleres de textil y en los pueblos cercanos también pero al final se tuvieron que cerrar porque al hacer las prendas fuera la competencia nos dejó precios muy baratos y no éramos capaces de tirar para adelante. Tendríamos que aprender de lo que está pasando y ver que podría estar mucha gente trabajando y además tendríamos acceso a los productos que tanta falta nos están haciendo ahora”.
Que la industria textil pueda volver a tejer una red nacional que además de generar empleo en el medio rural evite el colapso que ha generado depender de China en la producción es algo en lo que también pone el acento el alcalde de la localidad, Álvaro Martínez Chana.
El también presidente de la Diputación Provincial de Cuenca recuerda que en Almonacid del Marquesado hace treinta años los talleres de textil daban trabajo a más de 100 personas. Un empleo fundamentalmente femenino que consiguió fijar población. De hecho, señala que este municipio no sufre de una forma tan acentuada la despoblación gracias a aquel remanente, que aún persiste.
No es mucha la actividad que se mantiene pero es importante. En la actualidad hay dos pequeños talleres, uno consolidado en el sector de la manufacturación artesana de bolsos que desde este pueblo llegan a todo el mundo; el otro, abriéndose camino en el mercado de ropa infantil.
Para Martínez Chana lo deseable es que esta crisis sirva para que nos demos cuenta de la importancia que tiene ese tejido industrial “que hemos dejado de lado durante los últimos años y que ahora se torna tan imprescindible”.
“Creo que es una lección que tenemos que aprender y ojalá que al igual que en Almonacid, en muchos pueblos pudiera haber iniciativas empresariales en este ámbito que pongan en valor la producción nacional. Esperamos que todo esto sirva para reflotar los talleres que la globalización y la deslocalización obligaron a cerrar, porque es una fórmula para mantener vivo el pueblo y parte de la comarca”.

El oficio desde luego no se ha olvidado, y así lo han dejado claro las mujeres almonaceñas. Su destreza y contar con maquinaria especializada para cortar y coser, además del conocimiento de patronaje ha permitido que desde este pequeño municipio hayan salido cerca de 11.000 mascarillas, que junto a otros materiales protección entregan de forma totalmente gratuita a todo el que lo necesita.
La generosidad de estas mujeres las ha llevado a trabajar “mañana, tarde y noche” para atender los encargos que no paran de recibir, y por ello el primer edil ha querido aprovechar la ocasión para agradecer públicamente el esfuerzo altruista que están realizado.
“Como alcalde de Almonacid del Marquesado estoy muy orgulloso del trabajo que están haciendo muchas mujeres en el pueblo, no solo para ayudar a los vecinos sino a toda la provincia”.
La mejora en el abastecimiento de mascarillas empezó a bajar el ritmo de producción aunque sigue siendo muy alto. Además, tras el anuncio de que desde este domingo los niños pueden salir a la calle ha llevado a un aumento en la confección de mascarillas infantiles, que ahora mismo son las más difíciles de encontrar.
Así lo señala Celeste, una de las mujeres que junto a sus compañeras de trabajo puso en marcha la confección solidaria cuando debido a la pandemia la anulación de pedidos les llevó al cierre del taller donde se dedican a la creación de bolsos.

Su actividad para la famosa marca bolsos Zubi se ha interrumpido pero no su trabajo en la costura. Cada día, protegidas con guantes, gorros, batas y mascarillas, las cinco mujeres que trabajan en este taller acuden de forma altruista al que durante el estado de alarma se ha convertido en el centro de operaciones de un proyecto en el que se ha volcado el pueblo, con su ayuntamiento a la cabeza.
Y es que según cuenta empezaron a hacer mascarillas con los manteles que les donó un establecimiento de Montalbo. Después de esa aportación, los rollos de tela y la goma los compra el Ayuntamiento de Almonacid, desde donde se encargan también de repartir las mascarillas por el pueblo o de llevarlas a otros puntos, como a la capital provincial, si bien el alcalde destaca que, además de la Guardia Civil, hay muchas personas anónimas que se están encargando de llevar el material donde se necesita.
“Hemos mandado mascarillas, batas y gorros a muchos pueblos, además de los de esta comarca también se han ido a Pozo Rubio, Horcajo Santiago, Mota del Cuervo o Corral de Almaguer, en Toledo. Incluso un señor de la Coruña que nos vio por Facebook nos pidió que si por favor le podíamos mandar”, destaca Celeste, quien apunta que trabajan un material impermeable que no es el homologado pero está aceptado.
Celeste se encarga del patronaje y maneja la cortadora vertical y las tijeras eléctricas de textil con las que desde el taller prepara las piezas que, además de en el taller, se distribuyen entre la red solidaria de mujeres almonaceñas, cuyas máquinas industriales echan humo en estos días de pandemia en los que se necesitan todas las manos posibles para vencer a la Covid-19.
