Aumenta la demanda de mimbre conquense frente al importado

La recolección de mimbre en la provincia de Cuenca ya ha comenzado, se extenderá hasta el próximo mes de marzo y, de momento, las previsiones son positivas. Este año, la cosecha rondará los 1,4 millones de kilos en el conjunto de la provincia, una cifra similar a la de 2022, en la que la cosecha se redujo como consecuencia de los daños producidos por el granizo. En esta ocasion la merma viene determinada por la acción de los ciervos y la acusada subida de temperaturas de los últimos doce meses.
Eso sí, el mimbre conquense será de muy buena calidad en esta campaña en la que la subida de costes en el transporte desde China ha hecho que la demanda del producto importado baje, en beneficio de los agricultores conquenses que han visto multiplicada la demanda de este producto.
Y es que, tal y como indica Carlos Javier Moriana, propietario de varias plantaciones de mimbre en Cañada del Hoyo, Villalba de la Sierra, Villar de Olaya, Mariana y Valdemoro de la Sierra, “antes el cien por cien de la cosecha iba a parar al extranjero, a países como Alemania, Francia, Italia o Inglaterra” pero, este año, las previsiones apuntan a que “el 60 por ciento se venderá a nivel nacional”.
De hecho, señala que los artesanos de la zona de Jaén y Albacete han vuelto a escoger el mimbre conquense para elaborar, principalmente, cestas de navidad, de setas y recipientes para reposar el pan artesano.
Un cambio de tendencia que lleva a Moriana a hacer un balance positivo de la campaña, aunque “todavía habrá que esperar hasta el mes de mayo para confirmarlo”, apunta. Y es que, en este sector los precios son muy variables por lo que nada es seguro todavía.
Por ahora, el precio del mimbre verde ronda los 20 céntimos por kilo, mientras que ya cortado y a punto de carga llegará a los 30 céntimos. El blanco, por otro lado, estima que se venderá a unos 2,5 euros por kilos, pero el empleado para vallas no superará los 80 céntimos. “El precio es una rueda y nunca se sabe”, apostilla.
“Ahora que hay demanda no hay artesanos porque el oficio se ha ido perdiendo poco a poco”
La rentabilidad del cultivo es una de las preocupaciones de los mimbreros, aunque en los últimos años también es un gran problema la falta de relevo generacional, ya no solo para cuidar las plantaciones sino para labores de artesanía. “Ahora que hay demanda no hay artesanos porque el oficio se ha ido perdiendo poco a poco porque en los últimos años casi todo se compraba a países asiáticos como China por abaratar costes”, explica Moriana.
Otro de los problemas es la cobertura del seguro que, por ejemplo, contempla daños por pedrisco pero no por heladas y “ambos afectan”, recalca Carlos Javier Moriana, quien en este punto dice echar de menos subvenciones para los productores.
Asimismo, considera necesaria la redacción de una guía común a todos los productores de mimbre en el que se indiquen por ejemplo los herbicidas que deben usarse porque “falta información”, apunta.
Cada año los que se dedican al mimbre se reinventan para mentener su actividad. Hace tiempo se incorporaron máquinas de cortar y pelar mimbre pero hay zonas como la de Cañamares en las que no se pueden usar por lo que todo el trabajo se hace a mano. Y es que, “en Cañamares las plantas son muy antiguas, las cepas han crecido mucho y no están al nivel del suelo por lo que no pueden cosecharse desde un tractor”, señala Moriana.
Con todo, el 2023 será un buen año para el mimbre conquense que, en esta ocasión, en lugar de competir con China pasará a hacerlo con Salamanca, la otra provincia de España en la que se cultiva pero las previsiones siguen siendo igualmente buenas para las diez familias que continúan dedicándose a esta actividad en zonas como Beteta, Villaconejos de Trabaque, Cañamares y Alcantud.