Adiós a Luis Alfonso Garcés, el torero conquense “de Madrid”

“Me fui en silencio porque yo nunca me había retirado”, decía Luis Alfonso Garcés en una entrevista a “Taurodelta” al cumplirse los 50 años de su alternativa en la Monumental de Las Ventas, la plaza de sus éxitos. Y en silencio se nos ha ido para siempre el matador de toros conquense nacido en Pozorrubio de Santiago el 11 de febrero de 1939. Tenía 83 años y falleció el pasado 7 de octubre.
Luis Alfonso Garcés Calero era uno de los toreros conquenses menos conocidos de la afición, pues sólo en una ocasión actuó en la plaza de Cuenca como novillero, en 1959, cuando se encontraba en su mejor momento, camino de una alternativa que tuvo su mejor marco en la plaza de Madrid, en la corrida de la Prensa de 1960, con toda su resonancia informativa.
Luis Alfonso Garcés, que llegó a liderar el escalafón novilleril entre 1958 y 1959, alcanzó brillo en la primera plaza del mundo y se marchó en silencio seis años después tras haber toreado unas treinta corridas, sorteando no pocas zancadillas. El 10 de julio de 1960 tomó la alternativa en Las Ventas con todos los pronunciamientos taurinos a su favor: lo hacía en la tradicional corrida de la Prensa, con un lleno de “no hay billetes”, a pesar de ser televisada , y con la presencia en el “palco real” de los Jefes de Estado de España (Franco) y de la República Argentina (presidente Frondizi). El padrino de la alternativa fue nada menos que Manolo Vázquez y el testigo el toledano Gregorio Sánchez, que era otra de las figuras del momento.
Luis Alfonso Garcés nació en Pozorrubio de Santiago y desde muy pronto sintió afición taurina, pues su padre, que era médico, se trasladó a Madrid, residiendo cerca del coso taurino de Las Ventas. A los 16 años vistió su primer traje de luces en Talamanca del Jarama, el 8 de mayo de 1955, alternando con Luis Grimaldos, y tras dos años actuando en novilladas sin caballos debutó con picadores en Vista Alegre, el 2 de marzo de 1958, con novillos de José Luis Osborne. La plaza casi se llenó y Garcés dio la vuelta al ruedo y fue aplaudido, actuando cinco tardes más en la “chata” de Carabanchel,

MADRID, “SU PLAZA”
Madrid iba a ser la universidad del toreo para el fino torero de Pozorrubio de Santiago, quien desde el primer momento tuvo el apoyo de sus paisanos que se le seguían a todas las plazas, pero sobre todo en sus comparecencias madrileñas, que en 1958 fueron cuatro casi seguidas. Luis Alfonso Garcés se presentó en la Monumental de Las Ventas el 10 de agosto. En su debut novilleril en la primera plaza del mundo le acompañaron en el paseíllo Chicuelo III y el venezolano Sergio Flores, con reses de Sánchez Arjona. Garcés fue aplaudido en el tercero y cortó una oreja en el sexto tras una variada faena que refrendó de gran estocada. Cortó una oreja y cuentan las crónicas que sus paisanos de Pozorrubio de Santiago se lo llevaron a hombros por las calles cercanas portando pancartas y botas de vino.
Luis Alfonso volvió a Las Ventas siete días después, el 17 de agosto, formando terna con el portugués Armando Soares y el segoviano Andrés Hernando, con novillos imponentes del ganadero portugués Infante de Cámara. El de Pozorrubio quería demostrar que la oreja de la semana anterior no era un regalo de sus paisanos como había recogido la prensa. Poco pudo hacer en el tercero, que no dio juego, pero en el sexto, Garcés sacó una faena de brío, calidad y torería, en la que no faltó un serio revolcón, y tras la buena estocada se le concedieron las dos orejas. Luis Alfonso fue sacado en hombros por la puerta grande camino de la Calle de Alcalá. Su destino estaba en Las Ventas, plaza en la que repitió el 18 de septiembre, cortando ¡tres orejas! Ese año no pudo actuar en Cuenca debido a que la plaza fue “clausurada” para la feria debido a que ofrecía “peligro de hundimiento”.
Tras la temporada triunfal de 1958, Luis Alfonso Garcés inició la campaña de 1959 con nuevos bríos, en las mejores plazas de España y Francia, empezando por Madrid y Valencia. En Cuenca se le espera con los brazos abiertos, pues la afición deseaba verle en duelo con los hermanos Sánchez Jiménez, Recuenco, Tomillo…
El 31 de mayo de 1959, en vísperas de la Virgen de la Luz, la plaza fue reabierta, tras las obras de consolidación. La afición quería ver a Luis Alfonso Garcés, pero no hubo acuerdo con la empresa. Sería en la feria de San Julián cuando el de Pozorrubio hiciese su presentación en su tierra, alternando con Andrés Hernando y Alfonso Ordóñez, el día 4 de septiembre, con novillos de Eugenio Marín Marcos. El empresario Juanito Martínez le había contratado a regañadientes.
La plaza casi se llenó, pero quizá se hubiese acabado el papel si hubiese actuado el paisano Jesús Sánchez Jiménez, como así se esperaba. En su presentación en Cuenca, Luis Alfonso Garcés gustó a la afición frente a los novillos de Eugenio Marín Marcos, sobre todo en el segundo de la tarde, al cual le dio un curso de buen toreo con la muleta, al son del pasodoble “Garcés” que ese día se estrenaba. El público vibró con su toreo y sobre todo sus paisanos de Pozorrubio en el tendido del “2”. Al acabar la faena se le concedieron las dos orejas y el rabo. En el quinto poco pudo hacer ante un novillo de incierta embestida, siendo su labor silenciada.
El pasodoble estrenado esa tarde lo compuso Rufino Martínez Ramiro, que lo tituló “Garcés”, porque ya existía otro con el nombre completo. Esta es la letra:
Luis Alfonso Garcés / el gran torero que triunfa / en toda España, / por su arte y valor,
entusiasmado el público te aclama.
Con capa y muleta / todos sus lances promueven el “olé”, / por eso eres el mejor
entre todos los maestros / Luis Alfonso Garcés”.
Sin embargo, sería la única actuación en Cuenca de Luis Alfonso Garcés vestido de luces, pues para el 1 de junio de 1960 iba a estar anunciado en una novillada junto a Tomás y Jesús Sánchez Jiménez, pero no se llegó a un acuerdo con la empresa y en su lugar actuó el parrillano Tomillo. Garcés sólo actuaría en un par de festivales benéficos a beneficio de la U.B. Conquense y de la A.D. San José Obrero.
El propio Garcés contaba en una entrevista en la revista “Taurodelta”, que tras una buena actuación en Las Ventas con toros de Salvador Guardiola, “estuve cuatro años sin ir a Madrid. En esa época era empresario Juanito Martínez con quien no tenía buena relación. La cosa venía de atrás, de cuando montó una novillada en Cuenca y le pedimos un dinero fuerte porque tenía máximo cartel. Él aceptó de mala gana y no lo olvidó nunca, y cuando pudo me cerró el paso”.
LA ALTERNATIVA
En figura de los novilleros, Luis Alfonso Garcés dio el gran paso de tomar la alternativa en “su plaza” de Las Ventas –donde había actuado nueve tardes, una de ellas en la feria de San Isidro-- el 10 de julio de 1960, con la plaza a reventar en la corrida de la Prensa. Manolo Vázquez le cedió los trastos en presencia de Gregorio Sánchez y Garcés lidió su primer toro, que atendía por “Menudito”, de 541 kilos, del hierro de Alipio Pérez T. Sanchón. Su faena fue aplaudida y en el sexto dio la vuelta al ruedo. Por delante actuó el rejoneador Salvador Guardiola. Destacaba en una barrera la actriz Marlene Dietrich, muy ovacionada.
El gran momento que vivió como novillero Luis Alfonso Garcés, actuando en las más importantes plazas (Sevilla, Barcelona --incluso en la plaza de Las Arenas--, Zaragoza y plazas francesas, además de Madrid, no lo tuvo luego como matador de toros, encontrando muchos problemas para vestirse de luces. Su mayor número de paseíllos fue en 1962, con trece corridas, y hasta 1966 sumaría unos treinta festejos aproximadamente.
Su última actuación en Las Ventas fue el 28 de agosto de 1966, con toros de “Charco Blanco”, actuando con Jesús Delgado “El Estudiante” y José González Copano. No había toreado en toda la temporada. Fue una corrida dura en la que sus dos compañeros fueron cogidos y Luis Alfonso Garcés tuvo que lidiar cuatro alimañas, escuchando los tres avisos en el cuarto, de aquella “encerrona” empresarial… que le había cerrado otras puertas. Aún torearía un par de corridas sueltas y festivales.
Luis Alfonso Garcés se retiró con 27 años, siendo muy apreciado por la afición madrileña, que le consideró como “torero de Madrid”, aunque nunca renunció a sus orígenes conquenses de Pozorrubio de Santiago. DEP.