Rubén López: el fotógrafo en busca de reflejos

03/01/2017 - Gorka Díez
Una veintena de fotografías de reflejos, principalmente de imágenes de árboles y edificios reflejadas en los charcos pero también en los capós de los coches. Es lo que propone el conquense Rúben López (Huerta de la Obispalía, 1988) en la exposición ‘A través del reflejo’, que hasta el 14 de enero puede contemplarse en la tetería Antik de la calle Poeta Diego Jesús Jiménez de la capital.
Lo de fotografiar reflejos surgió, cuenta, hace cosa de seis o siete años de forma “fortuita”. “Un día puse el móvil encima del capó de un coche y vi que el reflejo era bonito, y se veía bien, muy nítido, perfecto, como si fuera real. Y de ahí pasé a los charcos”.
Siempre que llueve, Rubén Lopez camina mirando al suelo, en busca de charcos. “Si voy en coche y veo uno cuyo reflejo me gusta, tengo que parar. Me dan una perspectiva diferente del mundo”, asegura este fotógrafo amateur que se inició en este arte con apenas quince años, cuando fotografiaba amaneceres.
Eso sí, como Cuenca no es una provincia en la que llueva mucho, no son muchos los días del año en que pueda salir a la calle en busca de imágenes que impacten. “Está fastidiado. Me puedo pasar meses deseando que llueva. Pero a veces lo que hago es subir a La Toba. Tenemos la suerte de que Cuenca es una provincia muy bonita, con unos pantanos con unos colores que impresionan. Y es por eso que mis fotografías suelen tener unos colores muy vivos”.
Se trata de la primera vez que López expone su obra al público, algo que, asegura, en realidad no buscó, sino que salió por sí solo. “Había difundido varias fotos por las redes sociales, y hace un año o así me contactaron y me ofrecieron exponer. Así que acepté. Es algo que me hace ilusión, por ver cómo se lo toma la gente, pero también miedo”.
Para preparar la muestra, López ha impreso en torno a 25 fotografías que hasta ahora solo había difundido en formato digital. Y reconoce que él mismo se ha visto sorprendido por el resultado. “Está claro que impresas tienen más calidad. Las que me han sobrado las he colocado en mi casa y quedan muy bonitas”.
Cocinero de profesión, confiesa que la gastronomía no le inspira a la hora de ponerse tras la cámara para mostrar sus virtudes. Ni tampoco se plantea fotografiar paisajes o retratos de personas. Lo suyo, insiste, son los reflejos. Así que tiene claro uno de sus deseos para el nuevo año: que llueva mucho.
Lo de fotografiar reflejos surgió, cuenta, hace cosa de seis o siete años de forma “fortuita”. “Un día puse el móvil encima del capó de un coche y vi que el reflejo era bonito, y se veía bien, muy nítido, perfecto, como si fuera real. Y de ahí pasé a los charcos”.
Siempre que llueve, Rubén Lopez camina mirando al suelo, en busca de charcos. “Si voy en coche y veo uno cuyo reflejo me gusta, tengo que parar. Me dan una perspectiva diferente del mundo”, asegura este fotógrafo amateur que se inició en este arte con apenas quince años, cuando fotografiaba amaneceres.
Eso sí, como Cuenca no es una provincia en la que llueva mucho, no son muchos los días del año en que pueda salir a la calle en busca de imágenes que impacten. “Está fastidiado. Me puedo pasar meses deseando que llueva. Pero a veces lo que hago es subir a La Toba. Tenemos la suerte de que Cuenca es una provincia muy bonita, con unos pantanos con unos colores que impresionan. Y es por eso que mis fotografías suelen tener unos colores muy vivos”.
Se trata de la primera vez que López expone su obra al público, algo que, asegura, en realidad no buscó, sino que salió por sí solo. “Había difundido varias fotos por las redes sociales, y hace un año o así me contactaron y me ofrecieron exponer. Así que acepté. Es algo que me hace ilusión, por ver cómo se lo toma la gente, pero también miedo”.
Para preparar la muestra, López ha impreso en torno a 25 fotografías que hasta ahora solo había difundido en formato digital. Y reconoce que él mismo se ha visto sorprendido por el resultado. “Está claro que impresas tienen más calidad. Las que me han sobrado las he colocado en mi casa y quedan muy bonitas”.
Cocinero de profesión, confiesa que la gastronomía no le inspira a la hora de ponerse tras la cámara para mostrar sus virtudes. Ni tampoco se plantea fotografiar paisajes o retratos de personas. Lo suyo, insiste, son los reflejos. Así que tiene claro uno de sus deseos para el nuevo año: que llueva mucho.
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