La Demarcación en Cuenca del Colegio de Arquitectos de Castilla-La Mancha (COACM) acoge la exposición “Francisco León Meler – Arquitecto del siglo XX”, una muestra que rinde homenaje a uno de los nombres más destacados de la arquitectura conquense de la segunda mitad del siglo pasado.
Organizada por la Demarcación en Cuenca del COACM y patrocinada por el Consorcio de la Ciudad de Cuenca y por ASEMAS, la exposición reúne fondos cedidos por Daniel y Pablo León Irujo. El diseño y montaje han corrido a cargo de Enrique Martínez Gil, con reportaje fotográfico y apoyo técnico de David Culebras.
La muestra propone un recorrido por la trayectoria profesional de Francisco León Meler (1927–2010) a través de unos cuarenta paneles y ocho maquetas que reflejan su forma de entender la arquitectura, con planos, dibujos, bocetos y fotografías que abarcan desde sus primeros trabajos como estudiante hasta sus proyectos más emblemáticos.
Un legado que marcó la arquitectura conquense
Nacido en Cuenca en 1927, León Meler se tituló arquitecto por la Escuela de Madrid en 1954, doctor arquitecto en 1961 y técnico urbanista ese mismo año. Fue arquitecto municipal de Cuenca entre 1958 y 1965, arquitecto del Instituto Nacional de la Vivienda, y posteriormente de la Consejería de Política Territorial y de la Consejería de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha hasta su jubilación en 1992. En 1987 fue nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
A lo largo de su carrera, dejó una huella profunda en la arquitectura conquense. Fue redactor del proyecto de declaración patrimonial del casco antiguo de Cuenca como Ciudad de Interés Histórico y Pintoresco en 1962, autor del Plan de Ordenación Municipal de 1963 junto a Julio Cano Lasso y Alejandro Blond, y responsable de la rehabilitación de las Casas Colgadas para albergar el Museo de Arte Abstracto Español, una intervención reconocida por su sobriedad y precisión técnica.
Entre sus obras más representativas figuran el Poblado Obispo Laplana (Las 500), los polígonos residenciales de San Antonio y La Paz, numerosas edificaciones en localidades de la provincia como Iniesta, Quintanar del Rey, Tomelloso o Corral de Almaguer, así como proyectos docentes, culturales y religiosos, entre ellos el Colegio Menor María de Molina, el Hostal Cortés, la Capilla de La Merced o la restauración de la iglesia de Santa Cruz en Carboneras de Guadazaón.
Su arquitectura, rigurosa y contenida, combina la funcionalidad con un lenguaje plástico de gran riqueza expresiva, donde los juegos de planos, volúmenes y texturas otorgan a cada obra una identidad reconocible. Perteneciente a la generación de arquitectos de la Escuela de Madrid junto a Javier Carvajal, Antonio Lamela o Cano Lasso, supo trasladar a Cuenca los principios de una arquitectura moderna, respetuosa con el entorno histórico y sensible a la tradición local.
La exposición, instalada en la sede del Colegio de Arquitectos de Cuenca, permanecerá abierta hasta el mes de diciembre, en horario de mañanas de 10 a 14 horas y con visitas guiadas los jueves de 18 a 20 horas. Más allá de un homenaje a su autor, la muestra reivindica el valor del dibujo como herramienta esencial del pensamiento y la creación arquitectónica, y celebra la vigencia de una obra que sigue inspirando a las nuevas generaciones de arquitectos.