Fe en el arte para devolverle la vida a la Sala El Almudí
Donde el arte parecía dormido entre muros antiguos que guardan grandes historias, un grupo de creadores ha decidido devolverle el pulso. Le Grand Garage, cooperativa de artistas nacida en un sótano autogestionado, ha tomado las riendas de la Sala El Almudí, un espacio que pedía a gritos volver a llenarse de vida.
“Empezamos Le Grand Garage porque en Cuenca hay muchos espacios para exponer, pero con listas de espera interminables y condiciones desalentadoras”, explica Adrián Mena, uno de los impulsores de la cooperativa autogestionada que cuenta con un local en la Calle Colón. Lo que empezó como un taller de trabajo para los artistas se convirtió en un enclave idóneo para mostrar sus exposiciones más creativas e irreverentes. Esta libertad creativa que persiguen fue el motor que les llevó a asumir la gestión temporal de la Sala El Almudí, dentro de una licitación municipal que, lamentablemente, ha presentado varios impedimentos. “Parecía fácil presentar una serie de exposiciones, pero pronto vimos que la gestión, los tiempos y los recursos no acompañaban. Aun así, nos va la marcha, y aquí estamos, dando guerra”, traslada el artista extremeño, quien apunta que les gusta ofrecer “lo que nos habría gustado que nos ofreciesen”.
Durante los dos meses y medio que durará la gestión, Le Grand Garage ha preparado tres exposiciones, talleres gratuitos y actividades paralelas que enriquecerán la experiencia. La primera de ellas es “Nada que ver”, del artista Miguel Ángel Barba, que se podrá visitar hasta el 2 de noviembre. “Es una obra sofisticada y elegante que no te dejará indiferente, empuja a sentimientos completamente contrarios según el visitante”, percibe Mena, elogiando el trabajo en la propia tela como motivo en lo que supone un minucioso proceso de capas, lijados y sombras.
Le seguirán las muestras de Sergio Marco Gracia –del 6 al 30 de noviembre– y Julia Calvo –del 5 al 31 de diciembre–. El primero de ellos, técnico en la Facultad de Bella Artes, presentará en “Arqueologías: Antropoceno” una muestra de esculturas-objetos tecnológicos como discos, cintas, walkman o móviles oxidados y marcados por el paso del tiempo, jugando con la idea de la obsolescencia y el proceso de pérdida de la memoria. Julia Calvo, egresada de la Facultad de Bellas Artes, traerá un proyecto instalativo, “Sin tierra”, relacionado con los presos y la tierra perimetral del Centro Penintenciario. “Volvemos a la idea de que esta sala se utilizaba de calabozo, queríamos coger este sitio y atender a lo que se había usado antes. Era un sitio para guardar el grano, pero no se dice tanto que en estas instalaciones y en las oficinas del agua había sido un sitio de reparto de metadona para enfermos, un calabozo…”, enumera.
Se ha buscado la variedad –de ahí las tres disciplinas mostradas: pintura, escultura e instalación–, y además, cada muestra se acompaña de talleres de creación y distintas actividades como talleres de lana y creación con oilsticks, abanico que pretende enriquecer todavía más con experiencias sonoras como las que ya aporta en las inauguraciones con DJs incluidos.
El deseo de la cooperativa con estas muestras, traslada el artista, es tan altruista como sincero: “Que no sean la misma persona que eran cuando entraron. Que vengan sin ideas preconcebidas y sin miedo a preguntar, queremos que sea un momento de reflexión, calma y meditación”, pide el impulsor, que no quiere condicionar la experiencia del asistente e invita a descubrirla por uno mismo: “Hay quien espera que le des el concepto como una papilla masticada, pero se pierde el hechizo. Esta exposición hace de lupa”, reivindica.
ARTE EN CUENCA… PERO CON POCO APOYO A LOS ARTISTAS
Más allá de la programación en la renovada sala, Adrián Mena aprovecha el proyecto para lanzar un necesario mensaje sobre el estado del arte en Cuenca. “Se habla de apoyo, pero no hay condiciones dignas para los artistas. Es una ciudad con Facultad de Bellas Artes, con museos, con historia… tienes que crear algo real, el abandono conlleva el deterioro de la Facultad y la ciudad”, reivindica, pidiendo un mayor compromiso y alicientes para que los creadores se queden en la Cuenca.
El futuro de la Sala El Almudí tras esta licitación aún es incierto, aunque la intención de Le Grand Garage es clara. “No depende de nosotros, pero queremos seguir. Ahora bien, ¿cuáles son los medios y los límites?”, se pregunta, resaltando el potencial que tiene un enclave como El Almudí… y lo poco aprovechado que está.
Porque en Cuenca, como señala Mena, el arte sigue siendo “un acto de fe”. Una fe que, en medio de dificultades, sale adelante gracias al trabajo de artistas y colectivos que quieren mantenerlo vivo.