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Las espadas cerraron la puerta grande en tarde de protestas

El Juli cortó una oreja a un toro al que se le dio la vuelta al ruedo y Manzanares y Aguado se fueron de vacío. La mitad de los toros de José Vázquez fueron pitados
Fotos: Saúl García
28/08/2019 - Chicuelito

La corrida más esperada resultó la más protestada en la balanza de la medición de sonidos, pues en esa división de opiniones el festejo que cerró feria tuvo ese final de la bronca y el desencanto, dirigida al palco, protesta repetida tras el fiasco ganadero de la corrida del martes. ¿Qué pasó en el ruedo conquense para tanto enfado, tras pedirse el indulto de un toro en un faenón de El Juli o de ver cómo Pablo Aguado dejaba sobre el albero una de las mejores faenas de la feria? Pues que en esa balanza estaba la floja corrida del martes y los tres/cuatro toros de José Vázquez flojos y lesionados que originaron las iras del respetable.

Cuando “El Juli” toreaba a “Jornalero”, el burel de la vuelta al ruedo, un espectador muy entendido, que no estaba por el indulto, expresó una frase muy torera: “Este toro vale la entrada”. Recibió Julián López al noble ejemplar de José Vázquez con verónicas sin transmisión y fue en la labor del peón de brega cuando el toro comenzó a dar ese buen tono, tanto en el caballo como en banderillas. Tras brindar al público, El Juli inició la portentosa faena con pases por bajo para someter al noble “Jornalero”, que fue un bombón en la mano derecha sobre la que el torero madrileño repitió series y tandas superiores, con temple y mando, aplaudidas por los tendidos. Por la izquierda le costaba un poco más, pero sacó pases con calidad y sapiencia, alargando la muleta en los pases de pecho.

La faena era un compendio de torería, con El Juli quizá recordando que el año pasado indultó a “Aguamiel”, de ahí que fuese alargando las series ligadas, los adornos y remates. Las palmas echaban humo. Se dispuso a matar y empezó parte del público a pedir el indulto, con El Juli aprovechando la nobleza del buen toro, que en el último instante hizo ademán de irse a la querencia. El Juli podía abrir la puerta grande, pero falló con la espada, con dos pinchazos mientras sonaba el aviso y descabello. Se le concedió la oreja a esa faena para el recuerdo.

En su primero, “Adivino”, protestado por blando de remos de la mano izquierda, las protestas se fueron generalizando en los tres tercios, como si fuese la continuación del día anterior. El presidente no devolvió el toro y El Juli, pese a la breve porfía, acabó de pinchazo sin soltar, media y dos descabellos. La tarde empezaba de uñas…

José María Manzanares también perdió los trofeos por la espada en el segundo, “Jaulero", al que toreó con gusto y empaque. Lo recibió con verónicas y chicuelinas y el burel apretó con el piquero. Tras el tercio de banderillas, con tres pares, Manzanares inició la faena muleteril con pases por alto a los que siguieron tandas sobre ambas manos, con temple y estética, destacando los circulares ligados, en una perfecta conjunción ante el noble pero flojo oponente. Había llegado el alicantino al público con ese toreo exquisito, suave y artístico, sólo faltaba que refrendase su labor en la suerte suprema. La estocada tendida y trasera le privaron del trofeo y saludó desde los medios.

Para rizar el rizo de la tarde, hubo “quinto malo” y por doble partida. A Manzanares parecía que le gustaba el son de “Liante” al que lanceó con estilo, pero el toro arremetió en el burladero del “7” y de ahí salió perdiendo las manos. Ante el piquero y los banderilleros el toro siguió cayendo, y ya picado y banderilleado el presidente mostró el pañuelo verde, pues las protestas se escuchaban en Villar de Olalla. Salió el quinto bis, del mismo hierro de nombre “Afortunado” y casi 600 kilos. Manzanares volvió al recibo por verónicas y el del castoreño suministró una buena vara, siendo aplaudido por cierto. El tercio de banderillas fue deslucido y “Afortunado” renqueaba de los cuartos traseros y de nuevo las protestas aparecieron, con lo que Manzanares, tras unas probaturas, montó la espada ante la imposibilidad de faena. Le aplaudieron en el saludo y de nuevo la bronca al palco.

Pablo Aguado reaparecía en Cuenca y pese a que se marchó sin cortar trofeo alguno, dejó una faena de toreo bueno, con ese duende sevillano que atesora y sobre todo con un toreo creativo dentro de los cánones. Recibió a su primero, “Zapatero”, noblote, aunque justo de fuerzas, con suaves verónicas y la media muy artística. En banderillas destacó con dos pares espectaculares Iván García, y ya con la muleta, Pablo Aguado comenzó pronto a mostrar su buen concepto del toreo, con pasajes de armonía torera en sus pases cadenciosos y los remates de pecho interminables. Belleza y torería, plasticidad y garbo con enjundia torera, con los cambios de mano, los remates y sobre todo su toreo al natural. Tenía el debutante en Cuenca en sus manos la puerta grande tras esa faena de alta escuela y de creatividad, pero el joven torero tiene pendiente la mejor asignatura que quita y da: la espada. Acabó de tres pinchazos y dos descabellos y se le aplaudió con fuerza.

En el sexto la tarde ya estaba de uñas, y cuando salió al ruedo “Optimista”, los más pesimistas sólo miraban al palco. Pablo Aguado intentó lucimiento por verónicas, chicuelinas y el remate de la media, y tras la intervención del piquero y del tercio de banderillas comenzó pronto la faena para que el toro no se le fuese del carril, y aunque lo intentó sobre ambas manos, Optimista” también renqueaba y no quería fiesta. Así que Pablo cogió los aceros y acabó de pinchazo y descabello, con ayuda del puntillero. El público hizo silencio, lamentando la mala suerte de Aguado, que debe repetir el próximo año.

Al final, lo dicho, las protestas elevaron el fiel de la balanza y la tarde se quedó con una oreja para El Juli, cosa que no ocurría en un festejo desde la feria de 2011, en la que también hubo una tarde sin trofeo alguno.

Quinta y última corrida de la Feria de San Julián. Miércoles, 27 agosto de 2019. Presidió Emiliano García, asesorado por Miguel Tinajero y el veterinaria Natividad Moya. El palco recibió protestas en el primer y quinto toro, y un abucheo general al terminar el festejo. Acertó el presidente en señalar a El Juli que entrase a matar cuando se pedía el indulto de “Jornalero” y premió su buen juego mostrando el pañuelo azul para la vuelta al ruedo.

Julián López “El Juli” (tabaco y oro): silencio y una oreja. (Vuelta al ruedo al toro)

José María Manzanares (sangre de toro y oro): ovación y saludos en sus dos toros.

Pablo Aguado (marfil y oro), ovación con saludos y silencio.

Ganado: Se lidiaron seis toros de José Vázquez, de Colmenar Viejo (Madrid), que tuvieron un comportamiento desigual. Nobles segundo y tercero, y extraordinario el cuarto, “Jornalero”, número 15, nacido en julio de 2015, para el que se pidió el indulto, y se le dio la vuelta al ruedo. Flojos y lesionados los lidiados en primer, quinto bis y sexto, que originaron las mayores protestas. El quinto fue devuelto al lesionarse en una mano, tras los tercios de varas y banderillas. Peso: 573 kilos, 552, 535, 514, 592 (quinto bis) y 522.

Incidencias: La plaza registró la mejor entrada de la feria, con más de tres cuartos largos en tarde auténticamente veraniega, con abanicos en la zona de sol, la menos poblada. Tras el paseíllo se interpretó el himno nacional, con las cuadrillas formadas, entre grandes ovaciones, como está ocurriendo en otras plazas y ferias taurinas. El subalterno Iván García saludó tras parear al tercer de la tarde. Al final del festejo los toreros fueron aplaudidos y cayeron algunas almohadillas, lanzamiento siempre fuera de lugar.