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Sufrir: la condición humana según Jaime López Molina

"Sería bueno que hubiera más programas como este para ayudarnos, que nos motivaran"
14/02/2016 - Gorka Díez

No son pocos los artistas nacidos fuera de la provincia que, tras estudiar en Cuenca Bellas Artes, decidieron quedarse a vivir. Uno de ellos es Jaime López Molina (Socuéllamos, 1979), que va camino de cumplir 16 años en la capital conquense, en los últimos tiempos compaginando su trabajo como diseñador gráfico (lo que le da de comer) con el de artista.


Una muestra de esta segunda faceta –inevitablemente influenciada por su trabajo como diseñador– se puede contemplar en la exposición ‘Condición humana’, que hasta el 22 de febrero acoge el Centro Cultural Aguirre dentro del programa Días de Arte Conquense.


Son una treintena de obras en técnica mixta sobre papel (la primera parte, que ya se expuso hace un año en la Fundación Antonio Saura) y madera (la segunda) que reflexionan sobre el ser humano y algunos de esos condicionantes (la economía, la religión, los medios de comunicación de masas) que lo convierten en un ser alienado, sin autonomía; unas obras que beben del existencialismo y de la pintura negra española (Goya, Julio Romero de Torres, Zuloaga) sin olvidar el informalismo de autores ligados a Cuenca como Antonio Saura, Manuel Millares o Gustavo Torner.


“Es una obra muy existencialista, con mucha influencia del pesimismo, de un clasicismo español muy particular que viene de artistas del siglo XVI hasta el siglo XX y que podría ser muy propia de un periodo de entreguerras o de posguerra, pero que también resulta muy actual al ahondar en el sufrimiento del ser humano a causa de alteraciones causadas por conflictos bélicos y por un contexto de crisis económica, social y política”, cuenta.


La búsqueda del “orden y la limpieza de los elementos” impera en unas obras donde se pueden ver bocas cerradas con tintas adhesivas, cuerpos crucificados, multitud de pequeñas cruces rojas, sangre, cabezas insertadas en un televisor. Y hace de ‘Condición humana’ una muestra coherente en la que se respira “cierta tensión” y que recrea “un ambiente solemne, como si entraras en la capilla de una iglesia barroca o románica”.


Antes que en Cuenca en Roma y en Utrech han podido verse unas pinturas que Jaime López Molina confía en que le sirvan de escaparate para entrar a formar parte de un círculo no obstante tan difícil como es el del mundo del arte contemporáneo. 

“Vivir de esto, más que complicado, es casi imposible, porque, aunque depende del mercado de la ciudad donde uno exponga, la clientela es más bien escasa y acceder a determinadas escalas del arte es difícil, pero el hecho de exponer, aunque me repercuta pocos beneficios económicos, e incluso conlleve gastos, es algo motivador”, apunta.


Por ello, él dedica buena parte de su tiempo a crear, “algo que me apasiona”, y agradece que iniciativas como Días de Arte Conquense abran las puertas a los muchísimos artistas afincados en Cuenca que tratan de “sobrevivir” de su trabajo.


“Sería bueno que hubiera más programas como este para ayudarnos, que nos motivaran”, reconoce. De hecho, considera que aunque en Cuenca la actividad cultural es “buena, creo que debería ser tomada como un exponente más importante, porque ahora se cumplen 50 años de que, con la creación del Museo de Arte Abstracto, Cuenca fuera el núcleo y foco de los grandes artistas, ante lo que entiendo que debería haber una exigencia mayor”.


Lamenta, por ejemplo, que la Fundación Antonio Saura lleve varios meses cerrada. “Es una pena porque fui uno de los últimos en poder exponer allí, pero parece que es difícil que los museos puedan sobrevivir cuando hay falta de fondos. Pero creo que tanto la Casa Zavala como el Espacio Torner deberían estar abiertos para atraer gente y facilitar a la gente como nosotros que podamos exponer”.