Turismo
Los esperanzadores datos de los últimos días acerca de la reducción de los contagios y los fallecimientos por COVID 19 en esta sexta ola de la pandemia arrojan algo de luz sobre el negro panorama que se nos pintaba con el avance prácticamente incontenible de la variante ómicron. Cierto es que esta semana hemos lamentado la muerte de varias personas en la provincia y que los positivos siguen siendo muy elevados, a pesar de las diferentes campañas de vacunación masiva y sin cita previa puestas en marcha. Pero no podemos obviar que hay claros indicios de que hemos vuelto a tocar techo y de que comienzan a remitir la alta presión existente en la Atención Primaria y la excesiva tasa de ingresos en el Hospital “Virgen de la Luz”, aunque evidentemente no podemos dar por concluido este nuevo embate del SARS COV 2, que nos está recordando en muchas ocasiones los meses más negros de esta pesadilla en la que aún seguimos inmersos.
El mero hecho de que FITUR se esté celebrando en sus fechas habituales ya es un indicador alentador. Este viernes se celebra el Día de Cuenca y tanto los operadores turísticos como la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo se han mostrado optimistas de cara a una cierta recuperación del turismo en nuestra provincia a lo largo de 2022. Ya en los primeros 11 meses del año pasado, las pernoctaciones de turismo rural crecieron un 75% y el número de viajeros aumentó un 95%, la inmensa mayoría procedentes de nuestro país. En este sentido, quizá haya que destacar, además del notable incremento de los ingresos en el sector, el factor psicológico favorable que para los visitantes supuso su llegada a Cuenca tras los rigores del confinamiento. A buen seguro, muchos de los turistas de ese periodo guardarán un recuerdo imborrable de su paso por nuestro territorio tras el sufrimiento del encierro y las posteriores restricciones. Eso supone a nuestro entender la mejor de las promociones, porque muchos de ellos repetirán la experiencia que les resultó tan gratificante y la recomendarán a sus allegados. Si a eso le sumamos la labor promocional que se desarrolla estos días en IFEMA por parte de las instituciones locales y provinciales y las del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad vemos claramente que hay lugar para sentirnos mejor y confiar que el futuro a corto plazo se presenta halagüeño. Sólo hay que explotar debidamente esa sensación que la belleza de nuestros paisajes y pueblos convocó a muchos sufridos turistas.
Pero nada nos vendrá dado. El efecto psicológico del que hablamos más arriba se disiparía al instante si la hostelería y el sector turístico en general no mantienen unos altos estándares de calidad. Entre las sensaciones placenteras y la decepción más absoluta hay una delgada línea, especialmente en una actividad tan delicada como el turismo. Un deficiente servicio, unas malas instalaciones o un inadecuado equilibrio calidad/precio pueden dar al traste con la buena imagen que los visitantes tengan de un territorio y si esa imagen se deteriora resultará tremendamente difícil volver a recuperarla. Es momento pues de dar un paso adelante y demostrar que hoteles, restaurantes, bares y alojamientos rurales de Cuenca pueden dar la talla para acoger dignamente a visitantes de toda condición y procedencia. Las puertas comienzan a abrirse lentamente y la luz empieza a entrar en las estancias todavía oscuras, limpiemos el polvo y preparémonos a recibir a todo el que venga, porque de ellos dependerá el bienestar de mucha gente.
