Toro Verde y Nayara Resorts
Hace tiempo, allá por los años 80, escuchábamos a la legendaria banda de rock española “Asfalto” cantar aquello de “Yo sé bien que La Paz es verde…”. Nada extraño bajo el sol oír versos así en músicas de aquella época, con letras cantadas por vocalistas como Miguel Oñate, tan cercanos al pacifismo y a la no violencia. Lo que sí choca, en estos tiempos tan prosaicos y mercantilistas, es oír a un empresario norteamericano decir en público que “El color del oro es verde”. Lo dijo este jueves el responsable máximo de Toro Verde durante el acto en el que se firmó el convenio que pone en marcha los mecanismos de construcción del parque de aventura y el hotel de lujo que van a cambiar la cara a la Sierra de Bascuñana. Lo curioso es que Jorge Jorge no se refería al color del dólar, que sin duda conoce muy bien, sino a que la Naturaleza es ahora, y para él, una fuerza económica con mayor valor que el cotizado metal dorado. No parece una afirmación gratuita, porque dos empresas que van a invertir más de 37 millones de euros en mitad del campo es evidente que esperan contrapartidas valiosas centradas en la explotación sostenible del medio natural…. Y sostenible debe ser si no quieren matar la gallina de los huevos de oro. Asfalto nos dejó claro que la paz es verde; ahora también queda patente que nuestros montes son fuente de riqueza para el dirigente puertorriqueño.
En el acto celebrado a las puertas del Museo de Paleontología, ante los impasibles dinosaurios del exterior, escuchamos también otras cosas si no tan llamativas sí muy interesantes. Tanto el jefe de Toro Verde, como el de Nayara Resorts, se comprometieron por un lado a garantizar que sus clientes, en su mayoría extranjeros de alto poder adquisitivo, no se encerrarían sin salir del parque porque podrán conocer la gastronomía conquense, sus paisajes y su amplio patrimonio histórico y cultural. Y por otro lado, aseguran que todos sus trabajadores serán conquenses y bien pagados. Ambas iniciativas pintan bien, porque la interacción de turistas pudientes con los negocios de diversa índole que hay en la capital y en la provincia pueden traer billetes verdes, y de otros colores, que aliviarían la asfixiante situación económica que viven muchos en Cuenca. Y mantener el compromiso de contratar a gente de la tierra puede ayudar a detener la despoblación, incluso a atraer nuevo capital humano.
Otra de las palabras mágicas del acontecimiento del jueves fue “sinergias”. Se trata como saben de un término muy utilizado en los últimos tiempos para definir un cúmulo de colaboraciones beneficiosas entre sujetos de diferentes tipos de manera que todos se beneficien de unas justas relaciones. Esto es lo que, según aseguró Emiliano García-Page, va a ocurrir con las más de 200 empresas conquense que pueden mejorar sus “imputs” si se arriman al árbol de Toro Verde…. Y no, no vamos a repertir aquel famoso refrán. Resulta evidente que en las habituales circunstancias y con un futuro tan incierto ni puertorriqueños ni costarricenses van a ser la panacea para los males de la provincia, pero cierto es que la ubicación de su parque y su hotel supondrán un empujón a nuestra economía hoy por hoy muy difícil de predecir. Quién sabe, a lo mejor tener la tirolina más larga del mundo hace que muchos más ciudadanos del orbe “miren pa Cuenca”, como bien dijo Jorge Jorge, en el buen sentido de la expresión.