Una mayor atención
Mayoritariamente configurado como un jardín geométrico de tipo francés salvo en las zonas inmediatamente aledañas a las calles de Escultor Jamete y Antonio Maura, más próximas en su diseño a una concepción natural o paisajista típicamente anglosajona, el Parque de Santa Ana, con la seductora alianza de su espléndida riqueza arbórea con el atractivo de las esculturas y fuentes ornamentales que lo salpican, es sin duda uno de los recintos de ocio y esparcimiento ciudadano más acogedores y entrañables de nuestra capital provincial.
Su actual estado de cuidado de conservación –dejando aparte puntuales acciones preventivas como la actuación de apeo y poda llevada a cabo a finales del pasado febrero por el Servicio Municipal de Parques y Jardines– deja sin embargo bastante de desear: ni a sus bellas mencionadas fuentes les acaba de llegar la hora de que, recuperando su condición de tales, sus caños vuelvan a cumplir su primigenia función, ni se repueblan sus setos, demasiado afectados, aquí y allá, en su continuidad, ni, por supuesto, hay visos de esa recuperación de la en su día, décadas atrás, activa pista de educación vial infantil, –cuya reparación y puesta en funcionamiento no logró colarse entre las elegidas en la convocatoria de propuestas ciudadanas enmarcadas en los denominados presupuestos participativos llevada a cabo el año pasado por el consistorio– sobre la que de cuando en cuando se habla y en cuya realización, según se nos decía también el pasado 2021, el Ayuntamiento podría contar con la colaboración de la Jefatura Provincial de Tráfico que aportaría el oportuno material de señalización y con la intervención de la municipal Fábrica de Maderas para la renovación de su muy dañado perímetro, y que debería lógicamente implicar asimismo la reparación del aula contigua, imprescindibles primeros pasos para su entrada en funcionamiento en una asimismo esperable lógica colaboración con los centros educativos tanto de la ciudad como, hay que suponer, de otras localidades de la provincia, salvando, por supuesto, claro que sí, el escollo económico que seguro alguien podría alegar, de la conformación del evidente cuadro de responsables y monitores que ello demandaría.
Son acciones que, unas bastante más factibles, otras algo menos pero tampoco, le parece a uno, tan demasiado arduas como para no acometerlas, que vaya si no las merecen tanto el propio vergel como cuantos conquenses y visitantes lo utilizan tanto cotidianamente como, más puntualmente, con ocasión de las distintas convocatorias lúdicas que de tanto en tanto –especialmente en las fechas de nuestra sanjulianera Feria, pero también en bastantes otras a lo largo del anual calendario– acoge en su recinto. El Parque, desde luego, bien se merece recibir una mayor atención para su mantenimiento, cuidado y rehabilitación del que actualmente recibe.
