Impopulismo
Como todo «conquensito» de a pie, a falta de un tren eficiente y barato para ir a Madrid, transito la A-40 con cierta frecuencia. Se trata de un auténtico lujo. Jamás he vivido atasco alguno o tráfico lento en ella; en más de una ocasión he llegado hasta Tarancón sin encontrarme con un solo vehículo. Lo dicho, un auténtico lujo; y los lujos son cosas excesivas. No es necesario tanto para tan poco. Desafortunadamente, nos dimos cuenta de eso tarde. Los que se dieron cuenta. Creo que ya podemos decir que aprendimos muy poco de la crisis. La inversión vuelve a ser la vivienda; el motor, la construcción y el turismo —cuando el dichoso virus lo permite—, y, para completar el pastel, volvemos a reivindicar las obras faraónicas. Debe de ser que todo esto da votos, fáciles y rápidos. Y así volvemos a reivindicar la autovía para unir Cuenca con Teruel o con Albacete; Tarancón con Guadalajara. ¿Es mejor tenerla que no tenerla? Sí. ¿Merece la pena la inversión tendiendo en cuenta los beneficios en el territorio? No lo tengo tan claro. Personalmente creo que si unes la nada con la nada, no obtendrás nada. Preferiría invertir ese dinero en dotar de contenido a la nada. Y nada más. Esto es impopulismo del bueno.