Doble filo

A Leticia Dolera la estaban esperando. Hacía mucho que se le acusaba de hacer negocio de un feminismo que llegaba, en ocasiones, a rozar el ridículo. De un tiempo a esta parte se había convertido en la gran musa del feminismo patrio y sus apariciones en público y trabajos se multiplicaban. Ahora que ella ha prescindido de una actriz por estar embarazada le caen las tortas por todos los lados. ¿Oportunismo? ¿Antes o ahora? Yo no lo tengo claro.

Me temo que lo que hay detrás de todo esto es algo todavía peor que el machismo. Y hay pocas cosas. Hace un par de semanas estuve viendo una obra de teatro. El actor pedía, en un momento, que pensásemos en las características que debe tener una persona para ascender y llegar arriba del todo; para después hacernos pensar si nos gustaría que alguien con esas cualidades nos gobernase. Quizás el problema es que, en esta sociedad, más allá del sexo o el género, para llegar arriba hay que ser una persona sin escrúpulos e indeseable en grado superlativo. Para llegar arriba hay que estar dispuesto a hacer trampas y trepar sobre los cadáveres que quedan en el camino. Al fin y al cabo, una montaña de cadáveres también tiene una cima. Y ahora mirar alrededor y decide quién quieres ser.