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José Ángel García
José Ángel García
12/12/2021

¿Batalla perdida?

El pasado martes, en la internética ventana de uno de nuestros colegas digitales provinciales, C. Moral volvía a poner en la agenda informativa conquense las incógnitas que pesan tanto sobre la actual situación como sobre la propia ubicación física  del nutrido fondo artístico en su día conformado por la Caja de Ahorros de Castilla La Mancha, una colección que aúna dibujos de nombres tan señeros del hacer plástico hispano como, entre otros, Mariano Fortuny, Eduardo Rosales, Joaquín Sorolla, Picasso, Miró, Antonio Saura, Gregorio Prieto,  Rafael Canogar, Ángel Andrade, Enrique Vera, Grupo Tolmo, Castro Ortega o Ignacio Llamas, amén de toda una serie de obras procedentes de las distintas convocatorias concursales de pintura y escultura patrocinadas por la entidad.

Una más que interesante por tanto colección cuya gestión fue presumiblemente asumida por la Fundación CCM tras la integración de la entidad financiera regional con Cajastur, su efímero periodo como Banco Castilla La Mancha, su posterior paso para formar parte de Liberbank y por último su recientemente acordada fusión con Unicaja. Una colección –se dice que estaría almacenada en un sótano o una nave conquense aunque otros afirman que buena parte habría ya viajado en su día a Asturias– de la que los castellano-manchegos tuvimos último conocimiento, si la memoria no me engaña, en la serie de exposiciones temporales e itinerantes que a lo largo de 2011, bajo el título de “Creadores de los siglos XIX y XX. Dibujos. Fondo artístico CCM” se llevaron a cabo en distintos puntos de nuestro mapa autonómico, y una colección que, como legado de una entidad –nacida de las sucesivas fusiones de la Caja Provincial de Cuenca con la de Ciudad Real primero, luego con las de Albacete y Toledo y que tenía su sede central en nuestra capital provincial– que en su día estuvo sustentada por la actividad económica de nuestro territorio bien parece que cabría reclamar que tuviera asentamiento y presencia pública en él. Es una demanda no sé si demasiado defendible desde en el campo legal o jurídico –si realmente el fondo lo gestiona la Fundación quizá sí– pero desde luego más que lógica desde un punto de vista ético.

Así lo consideraron años atrás, en 2016, –y así se contó por este mismo semanario que hoy acoge mi artículo– los integrantes de la asociación Cuenca Abstracta que abrieron recogida de firmas en una de las plataformas digitales sin que tuviera el eco debido ni las instituciones que en principio deberían haber apoyado su acción se arremangaran demasiado al respecto.

Con tal antecedente uno no sabe si darle mucha cancha a las posibilidades prácticas de esa actuación a la que se refería el ejecutivo autonómico el pasado marzo afirmando que se está trabajando para que la colección permanezca en la región en su respuesta a la pregunta que precisamente sobre el futuro del fondo le hiciera el diputado popular Benjamín Prieto.

¿Debemos dar por perdida la batalla o seríamos capaces de, dando por una vez de lado el “ea, qué se la va a hacer”, conseguir, volviendo a la pelea pero con más unión y entusiasmo, lo que antes no logramos mediante una verdadera fuerte y sostenida acción popular que reclame la intervención eficaz de nuestros representantes? Venga, demonios, pongámonos a ello dispuestos a echar el resto. 

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