
Nostalgia con un toque de originalidad. Un pequeño proyecto independiente nacido en Cuenca llamado Dicopets rescata la esencia de los clásicos Tamagotchi y la combina con mecánicas modernas y un diseño fresco. Detrás de esta idea están Javier Moya y Azucena Fraguas, una pareja afincada en Cuenca que ha transformado un divertido garabato en un universo de criaturas adorables e infinitas posibilidades.
La historia de Dicopets se remonta al año 2005, cuando Javier programaba juegos para Nintendo DS de manera no oficial. Entre las muchas ideas planteadas, surgió la de crear “un Tamagotchi diferente”. Guardado este proyecto en el cajón, no fue hasta hace dos años cuando se encontró con dos meses de vacaciones y decidió retomar el proyecto. Cuando compartió la idea con su hija y con Azucena, no tardaron en ponerse manos a la obra. “El primer boceto era un circulillo, poca cosa, pero como era mono lo calqué con la Tablet, fui creando diferentes ojos, boca, extras como gorritos y fondos… ha sido laborioso. Es un proceso constante pero muy lento porque le puedo dedicar poco tiempo”, relata Azucena.
Una de las grandes diferencias de Dicopets con respecto a otros juegos similares es que no se limita a una sola mascota, sino que hay hasta 50 habitaciones con criaturas que pueden juntar para crear nuevas generaciones, lo que da lugar a numerosísimas combinaciones. Cada nueva mascota hereda rasgos de sus antecesores —como la boca del padre, las orejas de la madre” o el color del abuelo— y el juego guarda un historial genético donde se puede rastrear su linaje. Asimismo, también hay bayas y elixires que permiten modificarlos.
Por otra parte, el juego también mantiene el dinamismo con actualizaciones temáticas, con eventos especiales como las estaciones del año o la próxima Semana Mundial del Espacio –del 4 al 10 de octubre– con contenido nuevo como “gorros de satélite o cuerpos con forma de estrella”. Todo para personalizar a esta divertida familia a través de las monedas que se pueden conseguir con los minijuegos incorporados.
Si bien sus creadores reconocen que es complicado llegar a un público amplio sin patrocinadores o grandes empresas detrás, señalan que las opiniones están siendo positivas. “Ponemos cosas en redes sociales para aumentar el número de jugadores y nos suelen decir que son monos”, comenta Javier entre risas, quien recoge “opiniones muy variadas” entre los minijuegos que más y menos gustan. Esta variedad de críticas les ayuda a seguir puliendo el proyecto de la aplicación, que acumula más de 100 descargas.
Javier Moya, de Puerto de Sagunto, y Azucena Fraguas, de Carabanchel, llevan 10 años afincados en Cuenca y juntos han creado este juego que permite montones de posibilidadesPROYECTOS PARALELOS
Mientras Dicopets sigue creciendo, la pareja trabaja paralelamente en otros proyectos: Javier está desarrollando un JRPG –videojuego de rol– para ordenador y declara que la historia está terminada, ocupándose ahora del sistema de combate. Azucena, por su parte, plantea retomar un dating sim –videojuego de simulación de citas– cuyo guion y programación llegó a estar hecho, si bien el proyecto quedó en pausa por falta de tiempo. “Ahora ves el mundo de otra forma, quiero darle más profundidad y perspectiva a la historia y que cada personaje tenga su micronovela”, comenta la diseñadora, quien también está adentrada en el mundo de la escritura a través de su novela ‘El siervo vinculado’, amén de otras obras que podrían ver la luz el año que viene.
Lo que empezó como un simple boceto hecho a mano es hoy un entrañable videojuego disponible para todo el mundo en la Play Store. Nunca es tarde para reencontrarse con la mascota virtual que muchos tuvimos de niños y seguir expandiendo el universo de Dicopets.