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Araceli Martínez: "Hay que redistribuir los recursos y el poder de forma equitativa"

25/11/2016 · Gorka Díez

La directora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha subraya el trabajo del Gobierno regional por erradicar la violencia de género.Solo en el primer semestre del año se registraron 116 denuncias de posibles casos de violencia de género en la provincia de Cuenca. Y fueron 102 las órdenes de protección dictadas hasta el pasado 22 de noviembre.

Solo en el primer semestre del año se registraron 116 denuncias de posibles casos de violencia de género en la provincia. Y fueron 102 las órdenes de protección dictadas hasta el pasado 22 de noviembre. Se dotó de dispositivos de localización inmediata a una decena de mujeres y son 37 las víctimas atendidas en los recursos de acogida de la provincia. Son solo algunos datos difundidos esta semana por el Gobierno regional con motivo de la celebración, este viernes, del Día Contra la Violencia de Género, estadísticas que confirman que la violencia del hombre sobre la mujer sigue siendo un problema crucial de la sociedad sobre el que hay que seguir trabajando. Hablamos de ello con la directora del Instituto de la Mujer, Araceli Martínez.


–En lo que llevamos de año hay ya 40 muertes de mujeres a manos de sus parejas o exparejas en España...

Lógicamente, la situación más dramática es cuando se produce un asesinato, pero también se siguen produciendo casos de violencia de género no mortales. Esto es debido a que en nuestra sociedad persiste el machismo, con lo cual es necesario desterrarlo, luchar por la construcción de una sociedad más igualitaria para que, con ello, podamos erradicar la violencia de género. 


–¿En qué líneas se trabaja desde el Instituto de la Mujer?

Por un lado, en ofrecer protección y asistencia a las víctimas, incluidas las hijas y los hijos, y, por otro, en establecer mecanismos para la prevención, la sensibilización y la concienciación, es decir: actuar ante el problema antes de que este surja. En este sentido, hemos establecido una estrategia que ya pusimos en marcha en 2015, al poco de tomar posesión, que consiste en campañas puntuales dirigidas a la sociedad en su conjunto, pero también a sectores concretos, en las que se manifieste lo que es la violencia para que se puedan identificar sus señales y, en definitiva, para trabajar de una manera mucho más eficaz por una sociedad más igualitaria. Esa estrategia contempla campañas institucionales en las redes sociales y en los medios de comunicación, pero también intervenciones concretas en los centros educativos e intervenciones directas en los municipios para trabajar de manera directa con la sociedad, especialmente con las personas más jóvenes. 


–Se trabaja además en una nueva ley contra la violencia de género tras ser C-LM pionera en ello hace ya quince años...

Primero hay que reconocer la importancia que tuvo la ley de 2001, muy avanzada hasta el punto de que sigue siendo vigente y útil. Y ahora lo que queremos es acomodar la legislación a la normativa jurídica tanto internacional como nacional vigente, actualizarla pero sin renunciar a aquellos aspectos positivos que ya incluía la anterior, como la asistencia y la protección a las víctimas, el trabajo por la prevención y la señalización del agresor como responsable, sin medias tintas. Esos tres ejes de 2001 van a verse reflejados en el nuevo anteproyecto de ley. 


–Llegar a los centros educativos entiendo que es fundamental, de ahí que incluso se estudie introducir la prevención como asignatura obligatoria en las escuelas…

El ámbito educativo es esencial. Es donde los niños pasan más tiempo y más valores reciben. Los profesionales del mundo educativo tienen que conseguir que los alumnos, desde que son pequeños, reciban valores a favor de la igualdad y en contra de la violencia de género. Porque la desigualdad todavía persiste, como se ve en los patios de colegio, donde los niños se relacionan más con los niños y las niñas con las niñas. Y entre los grupos de adolescentes la violencia se normaliza pese al trabajo y los esfuerzos de los últimos años. Todo ello es motivo de preocupación para el Instituto de la Mujer y el Gobierno regional, desde donde seguiremos dedicando recursos y esfuerzos para intensificar la prevención en estas edades y grupos. 


–Las redes sociales también son un instrumento fundamental en esta época...

Son una vía de comunicación y de relación social tan importante como el contacto físico, y es por ello que a través de ellas también se manifiesta la violencia de género, a veces con consecuencias muy destructivas. En nuestro caso tenemos una actividad muy intensa a través de las redes sociales, tanto a través de los perfiles institucionales como de las campañas que realizamos porque, realmente, son un medio esencial, con sus riesgos pero también con sus oportunidades para poder trasladar mensajes más efectivos de concienciación y de sensibilización. La campaña que hicimos en verano, ‘Sin un Sí, ¡es NO!’, tuvo una actividad muy intensa gracias a ese hábito que la población más joven y adolescente tiene de relacionarse a través de las redes.


–Ante una situación de maltrato, se recomienda denunciar. ¿Sigue habiendo no obstante miedo a ello? 

El miedo y la vergüenza suelen acompañar cualquier manifestación de la violencia de género, ya sea en el ámbito de la pareja, tras una violación o en un caso de trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual. Cuántas mujeres que son violadas no acuden a denunciar porque acaban sintiéndose culpables y responsables de su situación. Lo veíamos por ejemplo en los talleres que llevamos a cabo a lo largo del verano con motivo de la campaña de “violación en cita”. Se acercaban mujeres que nos decían que se identificaban con esas señales de la violación que estábamos trasladando, pero que en vez de sentirse víctimas se habían sentido responsables de haber provocado esa situación, cuando nada tenía que ver. Lo mismo ocurre con las víctimas en el ámbito de las parejas. Es una especie de mecanismo de defensa que hace que sean las mujeres las que acaban asumiendo que esa situación del maltrato es normal, y que además son ellas quienes lo provocan. Por no hablar de la justificación social, de la legitimización que en ocasiones pueden recibir las agresiones con mensajes como “algo habrá hecho la víctima para que esto sucediera”, “el agresor era muy buena persona”, “se le habrá ido la cabeza”, cuando todos sabemos que no es una cuestión de locura o de cordura, sino de conducta delictiva. No tienen que tener miedo a denunciar, a no ser creídas, pese a que todavía haya conductas lamentables dentro incluso de los poderes públicos. Porque, aunque no se debe elegir la parte por el todo, me acuerdo que en verano una jueza le preguntó a una persona víctima de delitos sexuales que si había cerrado bien las piernas. Este tipo de conductas tienen que quedar desterradas. 


–Hay muchos colectivos de mujeres implicados contra la violencia de género, pero no sé si tantos de hombres…

En C-LM tenemos una organización, Asociación de Hombres por la Igualdad, centrada en la apuesta por las nuevas masculinidades. Aunque las mujeres hemos hecho un gran esfuerzo desde hace siglos por la igualdad, por ser más visibles, por que se reconocieran nuestros derechos civiles, sociales, es fundamental la implicación de los hombres a través de los nuevos modelos de masculinidad, es decir, aquellos modelos que destierran el modelo hegemónico, patriarcal, que hace que el hombre tenga una posición privilegiada en la relación de poder frente a las mujeres. Hay que reequilibrar la sociedad a través de una redistribución más justa, más equitativa de los recursos y del poder. Hay una frase de los movimientos feministas que me encanta, que dice que “somos la mitad de la tierra, la mitad del cielo, la mitad del poder”. Somos la mitad de la población y, por lo tanto, tenemos que acceder en igualdad de condiciones, con las mismas oportunidades, al 50 por ciento de todos los recursos. Los más terrenales, los más culturales, y, por supuesto, también los del poder, donde se toman decisiones para toda la sociedad. 

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