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Fernando Blanco, un paleontólogo conquense en la prestigiosa revista Science

Este joven investigador, que trabaja en el Museo de Historia Natural de Berlín, es el autor principal de un artículo sobre el funcionamiento ecológico de las comunidades de mamíferos
Fernando Blanco, un paleontólogo conquense en la prestigiosa revista Science
Foto cedida por Fernando Blanco.
18/04/2021 - Las Noticias

El paleontólogo conquense, Fernando Blanco, ha publicado esta semana un artículo en la prestigiosa revista Science sobre el funcionamiento ecológico de las comunidades de mamíferos y como esta se mantiene estable durante años, aunque cambien sus especies.

Este joven investigador conquense, que trabaja en el Museo de Historia Natural de Berlín, es el autor principal de este estudio que parte del registro fósil de mamíferos de la península ibérica durante los últimos 21 millones de años y en para el que ha trabajado junto a un grupo de investigación interdisciplinar, donde participan instituciones de España y Alemania.

De dicha investigación se extra como conclusión principal que, a pesar del permanente recambio de sus especies, las comunidades de mamíferos experimentan largos períodos de estabilidad funcional resistiendo, incluso, varias crisis ambientales.

Revela además que las estructuras ecológicas fueron más resistentes que la composición de especies durante épocas de cambio ambiental y que solo los cambios drásticos fueron capaces de empujar al ecosistema a una nueva reorganización ecológica. Sus resultados muestran que la actual estructura ecológica de las comunidades de mamíferos de la península ibérica comparte en gran medida elementos estructurales con los ecosistemas de hace 8 millones de años.

“Esto significa que, sorprendentemente, la estructura funcional de las comunidades de mamíferos ibéricos ha permanecido estable a pesar de enfrentarse a dramáticos cambios en el ambiente como fueron la desecación del Mar Mediterráneo hace aproximadamente 6 millones de años, o las fluctuaciones climáticas asociadas a las glaciaciones de la Edad de Hielo, que comenzaron hace alrededor de 2,5 millones de años”, explica Fernando Blanco.

En los últimos 21 millones de años, tan sólo dos cambios ambientales, ambos asociados con cambios en la distribución de las precipitaciones a escala global –hace 14 y 9 millones de años–, afectaron significativamente a esta estructura ecológica.

Partiendo de un enfoque a gran escala temporal, el equipo comparó si las comunidades definidas por las especies que contienen y las comunidades definidas en función de los roles ecológicos de sus especies tenían mayor o menor persistencia en el tiempo.

Y es que entender el comportamiento de los ecosistemas del pasado ante el cambio ambiental nos ayudará a anticiparnos a cambios futuros y, con ello, desarrollar mejores políticas de conservación.

Además de la UCM, en el trabajo participan, como instituciones españolas, la Universidad de Alcalá (UAH), la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), el Instituto de Geociencias (IGEO-CSIC) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

Dos criterios para el estudio: por especies y por estructura ecológica

El estudio parte del excepcional registro fósil de la península Ibérica durante los últimos 21 millones de años, uno de los más completos del mundo para este intervalo temporal.

“Para llevar a cabo la investigación utilizamos el análisis de redes, un método que nos ha permitido agrupar comunidades extintas en función de su similitud en la composición de especies, por una parte, y comunidades con estructura ecológica equivalente, por otra. Para estudiar esta estructura ecológica reunimos información sobre el tamaño, la dieta y el tipo de locomoción de las especies, y las agrupamos de acuerdo a estas características en entidades funcionales, grupos de especies con roles ecológicos similares”, explica David M. Martín-Perea, investigador del MNCN-CSIC.

“Esta información funcional condensa múltiples aspectos del rol o el nicho ecológico de las especies. Los biólogos de la conservación creen que la preservación de una amplia variedad de roles en los ecosistemas debería ayudar a estabilizarlos ante perturbaciones. A esto se le denomina el efecto de seguro, que garantiza la persistencia del funcionamiento del ecosistema en el tiempo, y sus beneficios para la humanidad” comenta Joaquín Calatayud, coautor e investigador de la URJC.

Esta aproximación permitió al equipo estudiar la velocidad de los cambios en la composición de especies en estas comunidades, y compararlos con los cambios en su estructura ecológica durante millones de años. “Solo mirando al pasado, podemos responder cuestiones fundamentales respecto a la persistencia del funcionamiento de los ecosistemas durante tiempos evolutivos y, con ello, guiar las acciones de conservación en el futuro”, añade Johannes Müller, coautor y profesor en el Museo de Historia Natural de Berlín y la Universidad Humboldt (Alemania).

La conservación es un desafío a largo plazo

Este estudio aporta mucha información para el actual debate sobre si debemos dedicar los esfuerzos de conservación a preservar especies en peligro de extinción, o si debemos conservar aquellas que aseguran el funcionamiento de los ecosistemas –procesos inherentes a éstos, incluidos aquellos que reportan beneficios para el ser humano conocidos como servicios ecosistémicos, tales como la polinización o la purificación del aire.

Además, estos hallazgos cuestionan la idea de que la conservación debe centrarse de manera preferencial en la preservación de especies en peligro de extinción o icónicas, ya que, desde una perspectiva evolutiva, las asociaciones de especies son transitorias en comparación con sus roles ecológicos. Por tanto, lo importante es preservar las especies que aseguran que estos roles no se pierdan.

El rol ecológico de una especie en un ecosistema concreto, por ejemplo, un gran herbívoro pastador como puede ser un mamut, puede ser desempeñado por otras, como un gran búfalo o un rinoceronte. Esto es, aunque esta especie se extinga, su rol ecológico perdurará. “Las acciones llevadas a cabo para preservar el funcionamiento de los ecosistemas tenderán a durar más que las acciones orientadas a conservar especies individuales” nos cuenta Juan L. Cantalapiedra, coordinador del estudio e investigador de la Universidad de Alcalá.

Ahora bien, preservar estas asociaciones ecológicas de larga duración no asegura que sus especies tengan mayores probabilidades de supervivencia en el futuro. “Hemos comprobado que las especies en asociaciones muy ricas ecológicamente tienen el mismo riesgo de extinción que las especies en asociaciones más pobres. Preservar comunidades ricas ecológicamente no previene necesariamente la pérdida de especies a largo plazo” apunta Blanco.

“Sabemos que la conservación está guiada por razones políticas además de por argumentos científicos, pero creemos que es fundamental tener en cuenta el impacto de nuestras decisiones en un futuro lejano si queremos hacer frente al deterioro de los ecosistemas a largo plazo”, concluye el investigador.