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El puente de hierro de San Pablo cumple 112 años

Un huracán en 1902 lo derribó casi terminado y hubo de construirse de nuevo
19/04/2015 - José Vicente Ávila
Uno de los atractivos que ofrece Cuenca ante la mirada de los turistas, es el Puente de San Pablo, la frágil maravilla de hierro que domina la Hoz del Huécar, desde el 19 de abril de 1903, que es la fecha de su inauguración por el cardenal Ciriaco María Sancha, Arzobispo de Toledo y Primado de España, siendo obispo de Cuenca Wenceslao Sangüesa, cuyo escudo episcopal orla el propio viaducto. La obra, que costó unas 60.000 pesetas, fue costeada por el Obispado. El puente de hierro, que es toda una simbología del siglo XX, sustituyó al anterior puente de piedra, otra gran maravilla, sin duda, que fue volado en el año 1895, tras una serie de remodelaciones que no evitaron las sucesivas erosiones del tiempo.

EL CÍCLOPE DE PIEDRA
El llamado “cíclope de piedra”, antiguo puente de San Pablo fue construido a expensas del canónigo Juan del Pozo, que ya había iniciado los trámites de la construcción del Convento de San Pablo. Aquel puente de piedra quedará para siempre impreso en las estereotipias y postales de la época, “arrogante como un cíclope de cerca de cincuenta metros de elevación, que con sus largos brazos en forma de arcos, uniera las vertientes del humilde Huécar. Separado por una distancia de 110 metros, semejaba el antiguo Puente de San Pablo, con sus atrevidos machones y sus gallardos arcos de medios puntos, como un arco triunfal en la embocadura misma de la Hoz, se publicaba en “El Correo Católico”. El desaparecido coloso de piedra lo comenzó Francisco de Luna en 1538 y lo terminó Andrés de Vandelvira en 1560, teniendo como arquitecto director de obra al dominico Fray Martín de Santiago, muy relacionado con el teólogo Melchor Cano.

A la vista de su deterioro, imposible de restaurar en aquella época, fue decretada la demolición del cíclope de piedra el 23 de febrero de 1895 y con 16 barrenos de dinamita se puso fin a la obra del canónigo Juan del Pozo. El 29 de marzo, a las dos y cuarto de la tarde, caía la inmensa mole de piedra.

TRISTEZA Y ALEGRÍA
La construcción del nuevo puente de hierro se confió a don Jorge Bartle, que tenía sus talleres en Valencia, concediendo el Ayuntamiento de Cuenca el permiso el 1 de febrero de 1902, una vez aprobados los planos de José María Fuster. Las obras comenzaron muy pronto, y sobre unas airosas pilas de hierro, entre los machones del antiguo puente, empezaron a colocarse las barras de hierro enjaretadas, alcanzando una longitud de 106 metros y una elevación de 40 metros en la mayor altura. Ni qué decir tiene que, cada tarde, decenas de curiosos se acercaban hasta la Hoz del Huécar para ver los trabajos de reconstrucción de tan ansiado puente.

Le tocó al obispo Wenceslao Sangüesa vivir la amargura del hundimiento de la Torre del Giraldo de la Catedral, en abril de 1902, y la inauguración del puente de hierro de San Pablo en abril de 1903, aunque pudo bendecirse meses antes de no haberse producido el huracán del 31 de julio de 1902, que derribó el puente casi terminado. En siete minutos, un ciclón casi dejó la ciudad convertida en un solar, se leía en la prensa: se destruyeron tejados y chimeneas del barrio de Tiradores y San Martín; se troncharon los corpulentos árboles que existían a espaldas de la calle de la Moneda, y “entre los perjuicios que tenemos que lamentar se encuentra la destrucción del magnífico puente de San Pablo, al que tanto impulso se le había dado en estos últimos días”, señalaba “El Correo”.

Cuando se van a cumplir 112 años de aquel feliz suceso, el airoso puente de hierro sobre el Huécar se muestra orgulloso tras su rehabilitación de hace unos años por parte del Consorcio. Su imagen es un icono más de esta Cuenca que es Arte y Naturaleza, sorpresa y encantamiento. Los paseantes y vecinos de la ciudad, que lo suelen recorrer con amigos, visitantes o turistas, disfrutan del paisaje, tan distinto en invierno, como en primavera, otoño o verano.

Cuando por él se pasa se podía silbar la melodía de la película “El puente sobre el río Kwai”, sin pensar en volarlo, claro, o tararear la melodía de “Los encantos de Cuenca”, observando si entre los candados del amor eterno está el de la persona que mi corazón fascina, “la mujer más adorada que vive en las Casas Colgadas”, como dice la canción, que “Cuando sale a la ventana / para mirarse en el río / desde el puente de San Pablo / le canto mis amoríos…”.

A POR OTROS CIEN AÑOS
Pero este puente, ya tan famoso, está dispuesto a aguantar otros cien años, como parte del paisaje que le rodea, vigilado permanentemente por el Pastor de las Huesas, la gran escultura de Marco Pérez, escultura que fue premio nacional. Ciento doce años va a cumplir este puente casi colgante, amarrado a la piedra de la Hoz, que ha vivido muchos momentos históricos e incluso. Que ha servido de escenario para algunas películas como “El milagro del Sacristán”, “Cuenca de Saura”, con los gigantes y cabezudos pasando por el puente; “Calle Mayor”, “Peppermint frappé”, o la serie de TVE “Clase media”. Puente de San Pablo de luna de miel para los entonces Príncipes de España. Felipe y Leticia, y puente de los enamorados de corazón y de Cuenca.