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Matías: leyenda del taxi en Madrid, benefactor en Olivares de Júcar 

Es muy popular porque en sus carreras toca música en un teclado que lleva en uno de los asientos y anima a la gente a cantar, pero además se vuelca con su pueblo donde ha donado, entre otras cosas, un tanatorio
Matías: leyenda del taxi en Madrid, benefactor en Olivares de Júcar 
Foto: Diario digital El Español
10/12/2017 - Nuria Lozano

En España hay unos 20.000 taxistas y Matías Martínez conoce a la mayoría. Lleva en el gremio 45 años y es toda una leyenda, además de haberse convertido en uno de los profesionales de Madrid más mediáticos por su peculiar forma de hacer el servicio, amenizando a sus clientes piano en mano con todo tipo de melodías e invitándoles a cantar si se tercia.

Con 77 años y más de 35.000 carreras a sus espaldas es, además, una persona que lleva en el corazón al lugar que lo vio nacer, Olivares de Júcar, pueblo conquense para el que se ha convertido en un gran benefactor.

El pasado 29 de noviembre salió de nuevo en la prensa nacional al convertirse en uno de los protagonistas de las movilizaciones que el sector hizo en la capital de España ante las nuevas concesiones de licencias de vehículos de alquiler con conductor (VTC) para empresas como Uber y Cabify. Micrófono en mano durante siete horas, llamó a una concentración pacífica “porque no tiene más razón el que más grita, sino el que sabe decir las cosas”. Algunos medios lo compararon incluso con un predicador. No es raro. Su característica barba blanca y larga evocan a un personaje bíblico. “No soy un profeta ni un patriarca, simplemente quise decirles a mis compañeros que si hacemos todo de forma seria y respetuosa nos escucharán más y mejor. El alboroto solo trae descrédito”.

Cree que en este conflicto no hay ni tan buenos ni tan malos y hay que hacer un ejercicio de autocrítica. “Tenemos qué pensar que hemos hecho mal”. Está convencido de que un gremio con 110 años de historia, y que durante 80 hizo todas las funciones que hace ahora el Samur, está más que preparado para hacer frente a la competencia que nunca antes había tenido. “No tenemos la capacidad económica que estas grandes empresas pero tenemos que ponernos las pilas, renovar los coches, volver al uniforme de hace 40 años, no caer en la rutina, exigirse a uno mismo cada día. Y, sobre todo, darle al público educación, respeto y glamour”. “Al taxista no tiene que molestarle hacer un carrera u otra, estamos al servicio de las personas”.

El hacer más fácil la vida a los demás es su máxima. Por eso hace 25 años decidió poner música en su taxi. Pero no en la radio. Música en vivo. Y colocó un teclado con el que ameniza las carreras y que han provocado anécdotas para escribir varios libros. “Lo mejor es cuando llevo a los presidentes de la Comunidad de Madrid o alcaldes”, comenta.

Muchos han subido a su taxi movidos por la curiosidad porque llega a sus oídos esta peculiaridad. “Leguina canta muy bien los boleros y Gallardón toca de maravilla. Creo que deberían hacer un dúo, yo no me perdería esa actuación”, cuenta divertido.

A cada cliente lo recibe siempre de la misma manera: “Buenísimos días. Bienvenido al taxi. ¿Dónde quiere que le lleve con mucho gusto?”. “Si tú le dices esto al pasajero le levantas el espíritu”, asegura.

Entre su repertorio, lo que más suena es la canción española de Nino Bravo, Manolo Escobar, Julio Iglesias y, como no, el conquense José Luis Perales.

Ha hecho todo tipo de experimentos. Así, dice que ‘El Porompompero’ le libera de todos los atascos. Eficacia probada. En otra ocasión, anunció que aquellos que cantaran en el taxi no pagarían el servicio. “Nunca creí que fuera a tener tanto éxito. Claro, que tuve que empezar a exigirles que al menos cantaran bien”.

Leguina canta boleros y Gallardón toca de maravilla. Serían un gran dúo musical

EL CORAZÓN EN OLIVARES

Ayuda en lo que puede a todo el mundo desde su taxi pero no se olvida de sus raíces. “Le debo lo que tengo a Madrid, pero no me olvido de mi pueblo y de mis paisanos”. Desde hace 40 años organiza dos días de las fiestas, con chocolatadas y actuaciones, además de llevar un camión cargado de regalos para todos los niños de Olivares. Hace unos años, donó el tanatorio, una obra que costó más de 400.000 euros. “Menos mal que mis hijas saben cómo soy y me dan libertad para hacer estas obras benéficas. Otros hijos si se enteran que su padre va a hacer algo así dirían: vamos a incapacitarlo”.

Su próximo proyecto será una residencia de ancianos y ya tiene planeado cómo reunir el dinero. Dice que lo hará y pronto “porque ya tengo una edad y me tengo que dar prisa”. Los vecinos han respondido a estos gestos regalándole el nombre de una de sus calles.

También tiene palabras para sus colegas del taxi en Cuenca. “A los 40 les digo que gracias por haber venido a Madrid a acompañarnos y que apuren todo lo que puedan antes de hacer una huelga. No me gustan las huelgas porque siempre pierde el que menos culpa tiene”.

Con un gran sentido del humor, entrañable, humano, honesto, trabajador. Así es Matías, el taxista conquense más famoso de Madrid.