¿Soñamos?
El título de este artículo es una interrogación. Muchos pensarán que debería ser una exclamación conminativa: ¡soñemos! Pero cuando tantas dudas se ciernen sobre este horizonte impreciso, la prudencia aconseja evitar emociones fuertes que rara vez nos llevan a un fin distinto que una nueva decepción.
Pero todo sueño cabe en una tertulia, cuyo resumen trascribimos para el lector, si abona una brizna de esperanza.
Todos sabemos que “una cosa es predicar y otra dar trigo”.
En la política es una práctica tan generalizada que en lugar de un refrán popular parece una maldición de la que pocos se libran. Algunos ni lo intentan siquiera.
Buen ejemplo de ello son los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
El papel lo aguanta todo. Allí se escriben las “prédicas” que cada cual desea exhibir cuando manda y las que exigen aquellos cuyos votos se precisan para mandar al BOE las cuentas “previsibles” del Estado.
Pero cuando esos PGEs se liquidan al concluir el año, se puede conocer lo que realmente se ha “dado”. Y créannos, las diferencias marcan la incompetencia en la gestión o el cinismo con el que se aprobaron.
Y es en esa diferencia entre lo presupuestado y lo realmente ejecutado en la que, a veces, cabe, de forma paradójica, aspirar a que se haga realidad algún sueño.
Vayamos a un supuesto.
Los PGE de este año podrían aprobarse en fechas próximas. Son los presupuestos del PP que tendrá que administrar un gobierno del PSOE.
Soñemos por un momento que las cantidades que se contemplan en ellos para Cuenca se mantienen pero cambian de destino (no es pedir mucho, ¿verdad? Contención en los sueños). Desaparecen las transferencias a ENRESA para la construcción del cementerio nuclear y esos dineros riegan algunos otros sueños. Citemos algunos de los que hablamos entre nosotros. Adán y Evencio querían más madera. Yo actué de comedido.
-Cumplir antiguos compromisos del Gobierno para mejorar nuestras comunicaciones. Por carretera iniciando los proyectos de construcción de la autovía a Teruel, que permitiría crear un nuevo corredor Norte-Sur; la de Guadalajara a Tarancón y un nuevo carril en la autovía al levante en la zona de la Atalaya del Cañavate. Por tren implantando el AVANT, a modo de lanzadera que abarate los precios con Madrid, por ejemplo.
-Implementar la aportación del Gobierno (para dejarla como antes de que la tijera podadora hiciera su trabajo) al Consorcio de Cuenca y convertirlo realmente en el motor de atracción de inversiones a la depauperada capital. ¿Por qué no recuperar el viejo proyecto de establecer el Centro de Creación Cultural para jóvenes creadores y artistas?
-Involucrar al Gobierno en el desarrollo del proyecto de Starlight para convertirlo en el referente ibérico de observación y estudio del cielo y polo de atracción turística de nuestra despoblada serranía.
-Desarrollar programas de mejora de servicios en las zonas donde el fenómeno de la despoblación más se ha cebado. Un ejemplo de nuestra moderación al soñar: implementar la seguridad en el medio rural y urbano reponiendo los agentes que se han perdido desde el año 2011 y el final de 2017, es decir, aumentar en 13 unidades el número de policías nacionales y en 90 el número de guardias civiles que se perdieron en la poda. Aún así seguiríamos siendo los últimos de la fila, pero las personas que vivimos aquí nos sentiríamos más seguras y a lo mejor los robos (nunca noticiables en el medio rural) disminuirían.
-Y, por último, ¿soñamos con que se pongan en marcha las desaladoras en la costa levantina? Quizás así el trasvase podría ser declarado monumento histórico nacional en desuso, se pondría fin a la guerra del agua y recuperaríamos las nacidas aquí para potenciar el desarrollo de esta tierra sedienta de gentes con trabajo y con futuro.
Queda dicho.
